Minificciones por Ricardo Bugarín

Testigos

Por la grieta de la sandía vimos deslizarse una fila de hombrecitos negros que se encaminaba hacia el filo de la mesa. Primeramente pensamos que eran semillas que, ayudadas por el jugo frutal, estaban en movimiento. Después dudamos de la corporeidad de esas semillas ya que algunas, aparentemente, presentaban una especie de cabellera verde. Después vimos los bracitos en alto a modo de saludo y la manera en que llegados al borde de la mesa, se arrojaban al piso. Cuando nos cambiamos de lugar, para ver mejor ese final abrupto, nos encontramos una notita minúscula sobre las baldosas. Todavía no hemos podido descifrar el mensaje,  por lo que preferimos no arriesgar hipótesis y decidimos hacer silencio. No vaya a ser que se nos acuse de falso testimonio, de inventar la realidad.

Una furtiva lágrima

Una furtiva mano tiró de la borla de terciopelo y vimos al barco pirata adelantarse hacia el proscenio y una luz cenital marcar el inicio de lo que sería el suicidio solitario. En un ambiente de tenebrosa excelsitud oímos las últimas líneas del parlamento a la vez que una conocida y furtiva mano buscaba la zona cálida de mi cuerpo. Y llegamos, a toda orquesta,  a ese final en que una furtiva lágrima silencia todo proceder antes de que se enciendan  las luces.

Situación frontal

Lo tengo entre el párpado superior y el inferior, lo que es más peligroso que tenerlo entre ceja y ceja. Los entendidos dicen que, de este modo,  es notoriamente más atendible, menos vulgar y más atractivo. Si lo extirpan, puede pasar como pieza de museo o, de lo contrario, ser aislado de todo contacto público. La decisión quedará en manos del paleobotánico.