Asesino metódico
Instalado en la habitación 303 del hotel Plaza, Bruno Occiso pregunta en recepción si hay algún mensaje a su nombre y le entregan una nota indicando que debe personarse en cierta dirección. El texto detalla asimismo lo que le puede ocurrir a personas allegadas si no obedece las instrucciones, por lo que Bruno se presenta en el domicilio especificado. Un individuo le invita a pasar y suena el eco de un disparo amortiguado por un silenciador, tras lo cual, el hombre que había abierto la puerta sale de la casa. Se dirige al hotel Plaza, donde ha reservado la habitación 303 a nombre de Bruno Occiso. Mientras deshace el equipaje, un empleado le entrega una nota. Si no acude al lugar establecido deberá atenerse a las consecuencias. Preparándose para una ejecución, Bruno Occiso acopla a su pistola un silenciador.
La vida del emprendedor
Se acercó a la oficina de patentes con aquel ventilador destartalado y cuando dijo que quería registrar un aparato para crear viento, los funcionarios lo inundaron de burocracia para quitárselo de encima. Entró en el banco a pedir un préstamo para desarrollar el artilugio y se lo denegaron sin ni siquiera estudiar su solvencia. Los locutores de la radio local a los que pidió que divulgaran su creación, le contestaron sarcásticamente que escribiera una novela fantástica. Acabó repartiendo octavillas por la ciudad con el anuncio de una modesta presentación pública del invento en la plaza del ayuntamiento. Hoy es el día y la plaza está desierta, desolada. Apaga el ventilador y marcha decepcionado de la vida del emprendedor mientras deja atrás un paisaje de muerte y destrucción.
Avances vertiginosos
Tras escuchar a los investigadores reiterar que estaban aún muy lejos de conseguir dotar a una máquina de emociones, la inteligencia artificial soltó su primer gruñido de desaprobación.