Minificciones por Ernesto Tancovich

Diez minicuentos infantiles

La niña lee bajo el manzano. Hacha al hombro pasa un leñador. En lo recóndito del bosque humea la casa de los gnomos. La reina, en su torre, interroga al espejo. Desde el horizonte viene un jinete. Algo está por narrarse.

 

 

La cenicienta

Huyó con el primer tañido. Semidescalza oirá el último. El príncipe manda quitar de la alfombra ese horrible zueco de criada.

 

Artes de bruja

Motosierra en mano, bosque adentro, descubren la casa de chocolate. Entran riendo. La puerta del horno se cierra tras ellos.

 

Fin del hechizo

A los cien años despiertan. Se reanuda la fiesta. Por el camino vienen tropas. Y en su carro negro la guillotina.

 

Caperucita

No por el bosque, advirtió madre. Desobediente, se vio perdida en estruendo de motosierras, caída de árboles, aullar de lobos despavoridos.

 

Príncipe

Un sapo salta a su regazo. Los labios rozan la piel fría. El beso, breve y esquivo, no deshace todo el hechizo. Jubón de terciopelo, espada, sombrero de plumas, ancha sonrisa de batracio.

 

Alice

Desde lo alto del sueño cae. Atraviesa Wonderland y cae. Quiebra el oscuro espejo y cae. Ya está aquí. Cierro el libro.

 

El eco

Furiosa, la madrastra hizo añicos el circular espejo. Y en lo alto, la luna se deshizo en guijarros y arena.

 

Planos

Volar. Ser parte del aire. Ver huir selvas, mares, praderas. Olvidado de aquel otro, tendido abajo, en otra alfombra.

 

El niño viejo

Desde su isla, el alma de luto, despide a los que eligieron crecer. Conoce las trampas. La senda pedregosa, las cruces del final.

 

Gepetto

“Muy elogiados eran mis muñecos, sí señor. Hasta que uno de ellos salió de mala madera. Y cobró vida.

 

De siete leguas

Corre. La luna blanquea piedritas de otro día olvidadas en los senderos del bosque. Guijarros de luz ahora lo guían, titilando.