La Santateresa
En guarida ajena te cuestionas si te pareces un poco a la Santateresa. Pero claro que te obligas a concluir que no. Sería pretencioso de tu parte creer que si quiera son similares en algo mínimo.
Tú sabes que ella no engaña a su macho con esperanzas de sexo vano, y él no se le acerca tentado por el goce idílico de sus genitales. El macho sabe que su vida concluirá al entregar mansamente los sesos, algo así como una especie de ofrenda en agradecimiento a que ella le para la descendencia.
La última gota de semen escurrirá cuando el cuerpo del macho deje de moverse, y ella solamente se limitará a desecharlo entre los pastos bajos sobre los que copulaban. Pero incluso así, ella no le encuentra placer a tan macabro ritual. La Santateresa se limita a seguir comiendo hierbajos o insectos pequeños e ingenuos, mientras que al cadáver de su amante lo abraza el olvido.
La saña no es propia de la Santateresa. Ella comerá más sesos a lo largo de su vida, pero no lo hace por un supuesto enfado hacia el sexo masculino, o porque encuentre en ellos cierto mórbido placer. Pero tú, por tu lado, sacias tus extrañas filias con la muerte de cada incauto que abraza tu cuerpo, e incluso cuando ya hayas visto de sus ojos salir el alma, conservas como un trofeo el cadáver que corona tu victoria.
Semblanza:
Mi nombre es Andrea Rodríguez Lozano, nací en Ciudad Juárez pero he radicado casi toda mi vida en Querétaro. Soy Licenciada en Estudios Literarios por la Universidad Autónoma de Querétaro, y mi línea de especialización es la Investigación en Teoría literaria. Me apasiona escribir microficción y cuento, así como la corrección de estilo y la investigación. Recientemente fue publicado uno de mis textos en la revista mexicana La Sirena Varada número 9.