Minificciones de Gaspar Gutman

Su esencia se escapaba, a la par del fuego de un atardecer agonizante, y deseaba más que nada no desplomarse en el bordado de la tierra hasta que el ojo blanco de la noche tiña la pradera en plata. La imagen de su mujer marchitaba cual flor desfallecía a su costado, y mil voces parecían acoplarse con el arrullo del viento y el silbido mortal del paisaje implacable. Moría, de esta manera, y todas las cosas que sabía junto a él. Pero antes de este desenlace, recordaba sus días pasados. Recordaba el terror que había sentido días atrás, años y generaciones, vidas ancestrales aterradas por las cosas más simples. Al morir, su sangre ancestral revivía, le temía a la oscuridad, le temía a las bestias y a la maldad, y todas aquellas cosas que en sus días de hombre moderno no había tenido tiempo para temer. Regresaba a su niñez, a la bestialidad y a la inocencia. Y el tiempo pasó y pasó y deseó más que nada ver una llamarada, un simple fuego danzando en los cielos, como solía hacer en compañía de su abuelo. Se aferró a esta imagen, y pasaron los minutos. Y así moría, pero no dejo de vivir. La noche había volado como gaviota, y sintió al recién nacido día en su cara. Y vio al fuego. Tenía la forma de la imagen de su mujer.


El búho observa, mientras las sombras festejan la huida de un sol extinguiéndose, el dorado legado del otoño. La luna baña de blanco la llanura, y baila al melancólico compás de un aullido lejano. Ha transitado el búho sobre pueblos y montes, ha observado árboles que presumen verdes coronas, y otros que se tuercen sobre su desgracia. Ha visto a mujeres con sus bebes en brazos, y niños llorando desgracias propias y ajenas. Su plumaje está bañado en cenizas, tal vez de un incendio que se gestaba en el bosque, o de aquel poblado que arde ante la marcha de las botas militares. Y si la naturaleza es un péndulo de risas y llantos, el hombre también lo es. Se viste de fiera y de santo. A veces crea belleza. De hecho, una mujer esta ahora pintando un cuadro. En este hay un búho, observando la luna, observando el otoño.