Minificción de Lola García de Luna

El hombre sin brazos

 

Al hombre sin brazos lo verás en la calle. En cualquier calle de cualquier gran ciudad. Yo lo vi en París la última vez que fui. Y me dio miedo. Porque el hombre sin brazos va medio desnudo y es enero. Porque sujeta un vaso de plástico con los dientes. Y lo mueve. Lo zocotrea haciendo sonar las cuatro monedas que lleva dentro. Como una esquila cansina. Lo zocotrea mientras gruñe. No habla. No sé si habla. Sólo gruñe. Y se me acerca sin brazos, a mí, que me cruzo con él en esa calle. Y me da miedo su esquila de plástico y céntimos. Su boca grande hecha de gruñidos. Su cuerpo mutilado.

Y aprieto el paso.

No quiero sentir el frío de esos brazos que no existen. No quiero escuchar su voz ahogada por un vaso de limosnas.

Y huyo.

 

 

Minificción originalmente publicada en nuestra edición IX.