Llegaste a mí como un Tsunami, invadiéndolo todo, en tu gran ola. Me arrastraste hacia la irracionalidad de tu sueño; yo también quería soñar.
Me inundaste de beso, de ternura, con escándalo de enamorado, impaciente y alborotado ¡querías apagar la luna!
Pero enmudeciste de repente, te retiraste en silencio…
Acaricié el amor en un vuelo, efímero, sutil y frágil; no habrá reproche… ni juzgaremos nada, nos distanciaremos tal vez para siempre, o quizá nos encontremos de nuevo en el camino… y aunque nada sea como antes, nos quedaran los besos, aquellos atados con dos palabras, los tendremos siempre…
Te retiraste en silencio, por eso, ya no pude besarte; se borró la luna del inmenso cielo, se ocultaron las estrellas, tras negruzcos nubarrones, se desdibujó el sendero que cruzabas, se convirtió todo en neblina, tan solo una luciérnaga, humilde y generosa, me ofreció su antorcha. Lo siento amor, ayer no pude besarte y ya jamás volveré hacerlo.