Milagro de la Coromoto

Esta historia nació allá, en las tierras de Guanare, en la zona centro-occidente de Venezuela. Algunos ubican el año de los hechos en 1651, otros en 1652. El mes fue septiembre, todos coinciden en ello. 

Relatar lo sucedido entonces podría implicar varios y nutridos párrafos y para ello no hay suficiente espacio. Este es un breve pero sustancial resumen acompañado de una disculpa a los hermanos y hermanas de aquel país ante algún involuntario olvido, omisión o error en la redacción. 

El protagonista es identificado en la historia oficial de la iglesia como un cacique líder de los indios Coromoto de las Tribus de los Caspes. 

A este hombre y su esposa se apareció una mujer con un niño en brazos cuando iban a sus tierras, cerca de la montaña. Ella hace una petición al hombre y a través de este a su pueblo: “salgan a donde están los blancos, reciban el agua en la cabeza y prepárense para poder ir al cielo”. 

Luego de hablar con ella, el jefe indígena y su pareja relatan lo sucedido a Juan Sánchez, descrito como un español honrado y buen cristiano. Le comparten el mensaje y describen a una hermosa mujer de belleza incomparable y un radiante y precioso crío. El hombre va de paso, debe ir a otro sitio pero acuerda el encuentro con la tribu días después. 

Llegada la fecha, los guía a un claro entre los ríos Guanaguanare y Tucupido, muy cerca de unos parajes después conocidos como Coromoto, donde les bautiza. 

A los pocos días de la natural efervescencia religiosa, algunos empezaron a extrañar la libertad del bosque, el vuelo de los pájaros y el constante recorrido del agua. Se dispusieron a rechazar la nueva fe…

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Son las 8 de la mañana, quizá un poco más tarde. En la sala de emergencias hay una mujer en cuyos ojos se adivina cansancio, dolor y, en especial, toneladas y toneladas de amor hacia la pequeña inquilina que ha abandonado su vientre. 

Es 30 de septiembre y el año es 1977. 

Dos o tres días previos a ese viernes se había dado a conocer un decreto presidencial para crear la Universidad Nacional Abierta en Venezuela, hoy con 67 sedes a lo largo del país. En Caracas, se empezaba a olvidar la visita del entonces secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Felipe González, y también la de los Reyes de España Juan Carlos I y Sofía de Grecia. Faltan dos semanas para el lanzamiento de “Heroes”, una de las mejores piezas del gran David Bowie.

Hechos importantes, sin duda, pero esas eran de las miles de cosas que en el momento no importaban al hombre en la sala de espera. Está nervioso, tenso y expectante. Lo demuestra cada vez que ante la presencia de alguna persona del cuerpo médico espera noticias: allá dentro está la mujer que ama, en proceso de parto.

Es una década de prosperidad. El país está en lo que fue quizá su mejor época. Pero el entonces presidente Carlos Andrés Pérez decide nacionalizar el petróleo (una de las mayores riquezas venezolanas) y apuesta a resolver desde el gobierno los problemas de las clases populares convirtiendo al Estado “en la mayor fuente de oportunidades y negocios”. 

La economía se cierra a un grupo dependiente del Estado, que decide gastar, gastar y gastar el dinero público en un montón de ocurrencias. No hay arcas que soporten tanto en ningún lugar. Algunos ya lo saben y otros estamos en un doloroso proceso de aprendizaje.

Los recursos empiezan a mermar y las deudas a aumentar. Para nadie es un secreto lo que vino después…

Retomando la historia, las cosas se ponen difíciles para todos por todos lados. La pequeña presenta problemas en las primeras horas de su recién estrenada vida y la desesperación y angustia buscan ocupar el sitio de las sonrisas y la esperanza en los rostros de la familia, en especial los de los padres, quienes deben hallar un nombre para la bebé porque el escenario que les han pintado no ha sido el más optimista.

Entre todos ellos hay personas creyentes, llenas de fe y amor. Una tía sugiere llamar a la niña “Milagro de Coromoto” en honor a la santa patrona del país…  

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El líder indígena rechaza las aguas del bautismo, la doctrina cristiana y a la hermosa señora. Vuelve a su casa y momentos después ella se presenta acompañada de ángeles. Él le reclama. Pide que se aparte y en un arrebato la ataca pero ella desaparece dejando en las manos del hombre la prueba de su presencia física. La imagen despide rayos similares a los que acompañaron a la visión. 

Aunque su actuar molesta e incomoda a la familia, no cambia de parecer y esconde la imagen; entonces es mordido por una serpiente venenosa. Le trasladan a Guanare, lugar al que llega moribundo y, por miedo o arrepentimiento, pide ser bautizado. Sobrevive y cambia su nombre. Le llamaban Ángel Custodio.    

Hoy, siglos después, Guanare es un atractivo turístico, religioso y cultural, considerada la “Atenas de los Llanos” por la increíble cantidad de ateneos, museos, escuelas de artes y cultura que ofrece a propios y extraños. La ciudad también es conocida como la capital espiritual del país a consecuencia de la aparición de Nuestra Señora de Coromoto, “declarada como la patrona de Venezuela por el papa Pío XII en 1950 y desde el 19 de noviembre de 2011 Patrona Principal de la Iglesia arquidiocesana de Caracas luego que la Santa Sede aprobó su designación, junto a la Virgen de Guadalupe son las dos únicas advocaciones marianas en el mundo que dejaron huellas creíbles de su aparición”.

Este 2021 se cumplen 369 años de su llegada…

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Adriana observa a través de la ventana. Está en su departamento de Caracas con una sonrisa que ilumina toda la capital venezolana. Planea una vida desde ya con su pareja, a unos 3 mil 500 kilómetros al noreste. El destino le guía hacia el Caribe y los esfuerzos de ambos por reconocerse de una vez parecen ser insuficientes, aunque es mayor el sentimiento. Lo saben, lo perciben. 

Están seguros de lograrlo porque el instinto les guía y no hay nada mejor que Depeche Mode para confirmar la especie. Por eso hicieron suya “I feel you”, porque brillan sus soles. Porque hoy es su amanecer y su mañana.  

Hace casi 20 años se hicieron amigos…

Twitter: @aldoalejandro