Michel Nieva y las raíces de la literatura Argentina

Michel Nieva es un autor que siempre querré recomendar. Es, me parece, una piedra de toque en la nueva oleada de escritores latinoamericanos que ofrecen un impulso renovado a la literatura crítica de su tiempo (que es el nuestro). Ya en La infancia del mundo (2023) Nieva despliega una narrativa cuya mezcla de elementos no puede sino dejar a uno perplejo: economía-viral, cyber-gaucha-punk, distopía y metaversos.

La novela es todo eso y más, porque el lector podrá ver claramente todo un recorrido que parte de un libro tan fundacional como Civilización y barbarie hasta otro tan fundacional y culminante en sí mismo como el anterior, El Aleph. De Sarmiento a Borges. De José Hernandez (autor, claro está de El gaucho Martín Fierro) a Philip K. Dick. (autor emblemático de ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?). 

En febrero de este año la editorial Anagrama publicó Tecnología y barbarie, un cúmulo de ocho ensayos donde pueden rastrearse mucho mejor las filiaciones del pensamiento de Nieva, junto a su poética. Si en su novela (La infancia del mundo) se habla de la desaparición del sur de América, en estos ensayos Nieva pone de relieve cómo ya en el siglo XIX el proyecto civilizatorio ya había operado esta desaparición con el sur de América siempre invisibilizado. Señalar al indígina (y todo lo relacionado con él) como fuente y crisol de la barbarie, la enfermedad y lo no-humano era parte de un proyecto de nación en cuyo corazón no había espacio para una concepción que no fuese el modelo europeo. 

Nieva rastrea el pensamiento de Sarmiento y establece una filiación (tan literaria como política) que hace tambalear a toda una generación de académicos: en las raíces de la literatura argentina late un corazón cyberpunk. Su argumentación, muy resumida, consta de lo siguiente: si, según el pensamiento decimonónico, son cuatro los aparatos tecnológicos que generan el parteaguas entre la civilización y la barbarie (a saber, el rifle Remington, el alambre de púas, el telégrafo y la picana eléctrica) para la nación argentina, cada una es un registro específico de una matanza, de una visión higiénica que proyecta una sombra llena de equívocos: 

Si el fusil Remington Patria y el telégrafo perpetraron de manera inmediata el genocidio indígena, hubo que esperar cien años para que el alambre de púas y la picana eléctrica replicaran el modelo de matanza de vacas en la desaparición y tortura de más de treinta mil personas durante la última dictadura militar.  

De modo que el tema de la degradación de la vida (tanto del ser humano como de los otros seres con los cuales se entrelaza) ante el avance de lo tecnológico está en el corazón de la fundación del país, y por lo tanto de su literatura. Nieva prosigue a establecer las filiaciones de este tema en autores del siglo XIX y XX. En la lista aparecen Roberto Arlt, Jorge Luis Borges, Alberto Laiseca, Osvaldo Lamborghini y César Aira, pero especialmente Domingo Faustino Sarmiento. En realidad Nieva procede a quitarle las luces neón al género cyberpunk para devolverle la luz cruda de la lámpara de gas o queroseno en su lenta y violenta transición a la bombilla eléctrica. 

El ejemplo predilecto (y que conocí por este ensayo) es el texto Argirópolis o la capital de los estados confederados del Río de la Plata (1850) del mencionado Sarmiento. Se trata de una obra que proponía a la isla Martín García como capital de un cúmulo de estados (convertidos así en los Estados Unidos de Sudamérica, dice Nieva) de manera que los conflictos entre unitarios y federales terminasen de una buena vez. Más allá de la propuesta política (tan delirante como chocante) Nieva presta atención al modelo que pretende seguir Sarmiento: en la práctica sirve para solventar las diferencias políticas entre uruguayos, paraguayos y argentinos, pero en lo ideal sirve para convertir en capital a una zona geográfica por su parecido con… Venecia. 

Casi me caigo de la silla. Casi me destornillo de la risa. Como mexicano que soy únicamente había leído a Sarmiento por su texto canónico (Civilización y barbarie) un tanto a regañadientes en las clases de la universidad. La inexperiencia siempre hace perderte lo mejor. Si llego algún día a dar clases sobre literatura latinoamericana del siglo XIX, meteré este texto sí o sí; porque Nieva tiene razón al entender que frente a esta mafufada, las distopías y los delirios de otros autores se quedan en pañales.  

Pero la realidad es que Argirópolis, de manera retrospectiva, funda la línea cyberpunk en la que todos esos autores y autoras se inscriben, la de la imaginación distópica, la del delirio de la política y la de la política del delirio. 

Esta mirada sobre las raíces de la literatura argentina tiene su objetivo definido: posicionarse frente al esteticismo de la tecnología (y su alienación a ella, agregaría yo) “con una politización tecnológica del arte, […], con una literatura que profane el aura sagrada con la que el dispositivo tecnológico ha sido en nuestra época investido”, propuesta que aplaudo y que, en la medida de mis posibilidades, aquí prolongo.