Maurice Halbwachs fue un sociólogo francés que definió el concepto de memoria colectiva. Su pensamiento ha tenido una enorme influencia en todo el mundo, en México, Pablo Fernández lo rescata en su obra La psicología colectiva un fin de siglo más tarde. En ésta se menciona, cómo el individuo no crea su memoria únicamente por vivencias personales, sino desde un marco social. La memoria también se forma gracias al espacio en el que se habita y las formas materiales que nos rodean. A lo anterior, le podemos sumar que la memoria colectiva continua re-significando los eventos del pasado.
Entonces me pregunto: ¿cuál es la memoria colectiva de las mujeres que son antifeministas? Para responder la pregunta acudo a una página llamada Women Against Feminism (Mujeres contra el feminismo). Según la información, la página no es patrocinada por ninguna organización y si mandas tu foto con el mensaje del porqué no eres feminista, simplemente estarás exponiendo tu manera de pensar.
Así tenemos: “No soy feminista porque los hombres se suicidan más que las mujeres, los hombres también son violados y no existen refugios para ellos si sufren de violencia doméstica”. Otro mensaje: “No necesito feminismo porque las mujeres ya son iguales a los hombres. El feminismo sigue luchando una guerra que ya ha ganado”.
Observo las fotos y me doy cuenta que son mujeres de clase media, norteamericanas y en su mayoría blancas. Cuentan con acceso a internet y a un celular con cámara. Definitivamente, no son mujeres marginadas.
Su memoria y manera de interpretar al feminismo va a estar situada. Les resultan ajenas las niñas indígenas vendidas o las mujeres mutiladas en distintas partes del mundo. Si no lo veo, no existe, no lo recuerdo.
Además se extiende su tiempo presente, 1920 cuando la mujer norteamericana pudo por fin votar se percibe lejano (en México las mujeres pudieron votar hasta 1953). Las antifeministas olvidan entonces que, la mujer históricamente ha sido oprimida y al hacerlo, se olvidan de los derechos ganados con las luchas feministas y los movimientos de mujeres.
Pero vayamos al otro lado del espectro ¿qué pasa con las feministas? Dejando a un lado que existen tantos feminismos como mujeres, se puede observar que hay un discurso predominante por parte de mujeres feministas de clase media y que se relaciona con la violencia sexual que sufren en las calles, en las universidades o en su trabajo.
Otros temas importantes resultan ajenos en sus discursos, por ejemplo: la doble marginalidad de las indígenas, la falta de derechos de las trabajadoras domésticas o la explotación de recursos naturales que suelen afectar especialmente a mujeres que viven en esos lugares. Cuando se habla de prostitución hay una carencia de voces de las mismas prostitutas.
De pronto un discurso y otro me resulta demasiado situado. Si en los setenta la frase era “lo personal es político”, ahora creo que “lo muy muy muy personal es político”. No hay diálogo entre los distintos grupos de mujeres con diversas memorias colectivas y la sororidad, de la que tanto se habla, se efectúa en lugares bien delimitados.
Nos hemos enfocado tanto en los privilegios de los hombres que se nos olvida que algunas mujeres obtienen privilegios gracias a la subordinación de otras mujeres pertenecientes a clases sociales más bajas. Sirve de poco explicar el mundo a partir de la diferencia sexual, se necesitan categorías de análisis variadas.
Se necesita también ampliar nuestra memoria a través de los testimonios de otras y su forma de habitar el espacio.