Medusa

¿Quién es medusa? En la estilizada e intrigante ópera prima del director Thomas Hardiman, Medusa Deluxe (2022), podría ser cualquiera. La competidora que se atreve a acusar de fraude a una de sus compañeras; el organizador del evento involucrado en corrupción; el esposo que ha sufrido la pérdida; el guardia de seguridad que deambula entre los pasillos del backstage; la modelo incomprendida que abandona el trabajo interminable de espera; u otro personaje que aguarda en las sombras con un cargamento de pastillas para la calvicie. En el mito griego, es una de las tres Gorgonas, entidades que lo mismo aparecen como grupo que como unidad, protagonizando sus propios mitos; Medusa, después de una batalla contra Perseo, pierde su cabeza y se convierte en arma o amuleto según qué tradición se revise.

El paralelismo es evidente. La historia de Hardiman se desarrolla durante un concurso de peinados. El cabello de la entidad griega estaba compuesto por serpientes y su mirada convertía en roca a quienes se acercaban. La cuestión del cabello y la cabeza, pues, conecta ambas historias y justifica el nombre. Sin embargo, me gustaría realizar un breve ejercicio de interpretación teratológica y llevar la idea un poco más allá, con el riesgo de equivocarme y quizás ver quimeras donde solo hay molinos. La figura del monstruo se encuentra relacionada con los límites de lo humano, sobre todo cuando se piensa en relación con la alteridad y el miedo que despierta el desconcierto por lo que está fuera de nuestro entendimiento.

En este sentido, Medusa es ese otro telúrico que despierta recelo, que hace desconfiar porque en un descuido podría invocar la piedra en su víctima. Así, cuando la cámara (hay que decir que la cinta se filmó en un plano secuencia técnicamente impecable) acompaña a los personajes de la película, va asumiendo la perspectiva de esas alteridades, de esos otros, que despiertan en los demás un recelo y que nos hace preguntarnos (al espectador también) ¿quién fue el culpable del asesinato que se presenta desde el inicio?

La víctima, el convertido en piedra, pasa a ser el eje en torno al cual giran múltiples medusas, toda una pléyade (para seguir con los paralelismos griegos) de posibles monstruos que al final, cuando parece que lo peor está por surgir, se convierten en personas; solo en ese momento se comprende que sus acciones corresponden a la misteriosa ambigüedad de lo humano. ¿Acaso a la Medusa del mito se le dio esa oportunidad?

Post Scriptum: Un par de spoilers. El mejor ejemplo de la transformación de los personajes se encuentra en dos escenas que ocurren al final y que me parecen significativas para pensar la película no como una historia policíaca más, sino como un relato sobre el triunfo y la complejidad humana. La primera de ellas ocurre cuando una de las peinadoras dice que ese concurso es su única esperanza porque no ha tenido otras oportunidades en su vida; la segunda, cuando en los últimos minutos, un guardia de seguridad decide irrumpir la ficción con un baile que complementa la sensibilidad quir de las escenas anteriores.