Ensayo «Like a Rolling Stone: Pasto Verde» por Rivera Yáñez Nihetelle/Tapias Vidal Edder

La literatura de Parménides García Saldaña (1944-1982) se desborda del canon con toda intención. Se puede concebir, incluso, como el más experimental dentro de los integrantes de la generación denominada “de la onda”. Carlos Velázquez, en el prólogo de la edición de Jus[1], opone Pasto Verde a La región más transparente de Carlos Fuentes. En la novela de “El Par”, como era conocido por sus amigos y familia, la implementación del lenguaje es la renovación del posrevolucionario, pretenciosamente cosmopolita. Le da su lugar al bautizar el estilo de Saldaña como “abrasivo y vigorizante”, heredado sin duda de la generación beat. García Saldaña es la aguja concisa que quiebra la voluminosa novela canónica, la suya es, “la novela adrenalínica”.

Y el príncipe y la princesa discuten lo que es real y lo que no lo es… Bob Dylan está en onda, es                 el             padre, Mr. Tambourine Man es padre, las brumosas ruinas del tiempo, ella habla como el         silencio sin ideales ni violencia, pasto, hombre, pasto

– ¿Pasto?

– Sí, pasto verde, ¿no has probado? No, no hay verdades afuera de las puertas del paraíso…

Según propone Velázquez, el acercamiento a Pasto Verde es equivalente a lo que el público haría con un disco de Bob Dylan o The Who. Estamos de acuerdo. Para leerla uno se acompaña del reproductor de música. ¿Por qué? En esta novela los puntos de experimentación están al margen de la diégesis. El ambiente es la música que suena y resuena en el pensamiento de esa generación, de esa colonia: la Narvarte, “Medianía” en la novela. Al estilo Howl, de Allen Ginsberg, Pasto Verde es marcada por un ritmo netamente musical; es el verso libre e impresionista; se dirige por el ritmo del jazz, se establece intimidad con el lector por medio de la música.

Respecto al argumento, podría decirse que no hay una anécdota lineal. Predomina lo caótico, la explosión verbal de la euforia narcótica. Similar a la experiencia auditiva de un cedé, Pasto Verde se escribió para ser leído pista a pista, aunque los lectores pueden escuchar de manera independiente cada apartado sin perder la experiencia de la lectura; no al estilo vanguardista de Rayuela, sino al estilo de la rockola. Sus temas: lo anárquico, la droga, la expresión política; “I can get no satisfaction”: errabundo, aislado, errático. Al igual, “El Par” tienen una postura estilística: su literatura es sincera. “[…] el estilo viene de la vida […]” (p.27), idea puesta en diálogo con The great Gatsby, de Scott Fitzgerald. Los personajes existen en la realidad, García es un observador del núcleo narrativo que existe en ella. Su narrativa es un vehículo que se dirige hacia el lector para estrellarlo contra su rostro, despertarlo e indicarle que es partícipe de una historia fuera, aunque cercana, del texto. En tal medida, forja puentes técnicos con las teorías de Brecht y su teatro épico: llamadas explícitas al lector, irrupciones discursivas que anulan la catarsis.

si yo fuera Jagger y mis cuates que ruedan los Rolling Stones si México fuera Inglaterra qué ondón           nosotros rocanroleando las nenas delirando por nosotros pero yo no soy Mick Jagger ni mis cuates los      Stones y aquí en México (EL VALLE DE LAS MIL TRANSAS) nosotros vivimos como en un pueblo             todas pero casi todas las nenas son rancheras…

MEXICO: PARAÍSO DE LAS FRESAS

encarcelación insanación intraumatización inmediatameditación consecuenciasión

 

Siguiendo la línea musical, la sintaxis es su apoyo para recrear un juego armónico de tonos, silencios y ruidos que brota del mismo discurso. Parece ser la misma intención de las oraciones o frases sin espacio entre las palabras. ¿Cómo funcionan, en qué beneficia al texto? Expresa un fenómeno mental: un instante en que las palabras se vuelven densas y pesan en la cabeza. Sugiere una náusea, un punto antes de lo vomitivo. De tal forma, el texto matiza la manera de transmitir texturas sensoriales, texturas sonoras, muchas veces correspondientes a la embriaguez.

Come on babe come on come on COME ON! Help! Let’s spend the night together not fadeaway not        fade away babe ando hasta el gorro gorrión camion traición canción canción atracción atracción            amoración amoración ando hasta la amoración babe yo ando hasta amoración ando en la onda ando en la uva ando en el guayabo ando en el mamey ando en el zapote ando en la manzana que es cuadrada la        manzana de la gente cuadrada de asociaciones sociedades clubes consecuencia Lady Jane Mr.     Tambourine Man Yeah babe too much monkey bussiness around n’ lady jane just like a thumb tom       blues quien jane apprroximately loveminuszeronolimit everybody must get stoned! Everybody must  get stoned! well i would not fell so all alone everybody must get stoned! Alucinacion alucinación              vision vision introspección retrospección tepasadación pasadación pasadoción pasadoacción

En discusión a las categorías con las que Margo Glantz describe a la generación de la onda[2], la obra de Parménides García es una excepción. El uso coloquial del lenguaje no es una simple y caprichosa posición antisolemne de literato. La experimentación con el lenguaje es la apropiación de un sistema (lingüístico) por parte de toda una generación de jóvenes. La burla no es “a costa de sí mismo”; la burla en Parménides es la detonación del espíritu liviano (en términos Kunderianos) que ansía la vida.

El acercamiento al tema sexual, su exploración y su reflexión, no se queda en el ligue; así como en la realidad cercana, “ligar” es sólo un principio, la constancia permite vislumbrar los resultados. La obra de Parménides es una honda exploración del tema amoroso, desde las posturas ideológicas hasta los gestos afectivos. Se trata de derribar prejuicios sobre por qué amar. El ambiente es dictado por un panorama completo, no sólo desde sus recursos retóricos. Entender la obra de Parménides requiere entender su entorno, su carácter y sus posturas.

Parménides, como oyente de la ciudad y sus sonidos, digirió a Jagger, a Dylan, a Elvis, y los expectoró en Pasto Verde. Tradujo el ambiente sonoro en versos contestatarios e inconformes con la falsedad de las “buenas costumbres” mexicanas. Fue la vorágine de su época; la época de la represión estudiantil en México; la época de los escritores consagrados que se alejaban kilométricamente de sus lectores; la época de literatura de juvenil escrita por “jóvenes” de 40 años. Llegó el fin para esa época, y llegó acompañado de guitarra eléctrica y estridencia rítmica. En un proceso simbiótico, los jóvenes se apoderaron de la música, y la música de ellos; la introdujeron a la literatura mexicana.

Para comprender Pasto Verde es necesario perseguir las huellas de la escritura de Parménides. Su rastro en los medios impresos mexicanos nos lleva más atrás, a 1962 en el suplemento “Artes, Letras y Ciencias” del periódico Ovaciones, de la mano del coordinador editorial, Emmanuel Carballo. El Par, con tan solo 18 años, escribiría para el suplemento reseñas de teatro, libros y entrevistas a escritores. Posteriormente Carballo pasaría al suplemento de la revista Siempre!: “La Cultura en México”; Parménides transitaría con él. En entrevista, Emmanuel Carballo, remarcó las desuniones de quien fuera su discípulo en comparación con el resto de su grupo:

La diferencia entre Gustavo Sáinz y José Agustín como onderos respecto a Parménides, es que ellos         veían las cosas desde lejos, desde afuera. Parménides se intoxica de droga, de música, de filosofía.        Y lo lleva hasta sus últimas consecuencias, hasta morir de la manera más trágica. […] Era un chavo        que creía a pie juntillas la manera correcta de vivir, era la que él practicaba. […] Yo veo que hay más            verdad en los textos de La onda de Parménides que en los demás compañeros.[3]

De esta manera el Par, sería contemplado por Carballo para su primera colección en la recién formada editorial Diógenes. La “Promoción Diógenes 1967-1968” entregó a la literatura mexicana, entre un total de 6 novelas, dos de sus textos más particulares fundidos en música, fumigados con psicotrópicos y fundados por jóvenes: Pasto Verde y Larga Sinfonía en D (LSD). Las experiencias de la capital mexicana de época quedaban plasmadas entonces, en textos de amplia circulación y accesibles para los jóvenes.

Durante los años posteriores, Parménides continuó publicando en suplementos como “Diorama de la Cultura” o “La Onda” y revistas como Pop, Piedra Rodante o Rock Mi. Reseñas literarias, crónicas y sobre todo crítica rock, fueron escritas por García Saldaña hasta el día de su muerte. Su labor como crítico rock destaca como una de las primeras en México. Presentó al público mexicano discos y actos de las principales bandas del rock en inglés y del incipiente rock mexicano. Lo más importante: entregaba a sus lectores las letras de las canciones traducidas al español; creaba un acercamiento íntimo entre la música y los escuchas a través de su interpretación lírica y bilingüismo.

Rolling Stones, Bob Dylan, The Beatles, The Jam, Three Souls in my Mind, Blondie, Janis Joplin, Willie Dixon, Robert Johnson y Led Zeppelin, son solo algunos de los nombres que nutrieron el universo musical de Parménides. Los grupos que habría conocido durante su estadía en los Estados Unidos y la adquisición de discos en México, servirían no sólo para alargar las horas de charla con otros melómanos, serían también eje central de toda su obra literaria y del trabajo periodístico. No hay texto suyo que no se exprese con o a partir de la música.

Pasto Verde es la traducción de una clase media pretenciosa y “aspiracional”, de un México que pagaba caro la modernización socialmente desigual, de la opresión a la libertad de pensamiento y de la apropiación de la cultura extranjera dominada por el rocanrol y los rebeldes sin causa como figuras contraculturales. Teniendo como ambiente la Ciudad de México, Epicuro Arias, protagonista de la novela, comparte ideas con el músico futurista Luigi Russolo. Invita a escuchar los ruidos-música de la ciudad como reflejo de la vida moderna. Los edificios y medios de transporte han cobrado vida propia y son parte importante del espacio. Lo mismo consuma Parménides, pero elaborado con su propio soundtrack. La voz de la sociedad se volvió la música que la rodea; la de Parménides, el rock.

La novela es la novela de la ciudad, tu ciudad, tu música y tu experiencia. Pasto Verde nos enseña que podemos elegir nuestros ambientes sonoros para expresar el desacuerdo social y las inquietudes de la juventud a través de las canciones que transitan la conciencia. Lo de Parménides en Pasto Verde es un manifiesto como el de Russolo en “El arte de los ruidos”. Lo de Parménides en Pasto Verde, y el resto de su obra, es un aullido de la juventud contestataria que incita: “¡Fuera! Salgamos, puesto que no podremos frenar por mucho tiempo en nosotros el deseo de crear al fin una nueva realidad musical, con una amplia distribución de bofetadas sonoras, saltando con los pies juntos sobre violines, pianos, contrabajos y órganos gemebundos. ¡Salgamos!”. Posiblemente el mayor problema de Pasto Verde ha sido, y será, la necesidad de comprender otro idioma y los referentes musicales; la misma necesidad de comprender el cifrado entre Howl y aullido.

 

[1] Carlos Velázquez, “Prólogo” en Parménides García Saldaña, Pasto Verde, D.F: Jus. 2011, pp. 7-10.

[2] Margo Glantz “Prólogo” en Narrativa Joven de México (comp. por Xorge del Campo), DF: Siglo XXI Editores, 1969, pp. 2-16.

[3] Ricardo Pacheco Colín, “Parménides escribió el laberinto de la soledad de los onderos” La Crónica, 18 de enero, 2004.