“I have always had a sense that we are all pretty much alone in life,
particularly in adolescence”.
Robert Cormier
Durante la adolescencia, la soledad es clave para el desarrollo de la personalidad, para conocer los propios límites de la libertad y las influencias, y para aprender las duras lecciones que vienen con la edad. Existen diversas películas dedicadas a explorar los cambios y contradicciones de esta etapa y el género de terror no se queda atrás.
Con el boom durante los 70 y 80, distintos mensajes pudieron ir más allá de las obviedades sangrientas; usualmente se trataba la adolescencia como un momento de enorme estupidez, pero con características únicas que permiten a ciertas personas sobrevivir. El destino de la nombrada “Final Girl” es sobrevivir porque sus impulsos, tan comunes y fuertes durante esta etapa, se mantienen a raya, por lo que permanece alerta a los peligros de los asesinos seriales, que no son más que vestigios del mundo adulto que comienza a destruir las esperanzas de los jóvenes para que puedan adaptarse al nuevo universo que les espera.
It Follows es una película que retoma las viejas enseñanzas de las películas clásicas de horror, pero le da un giro meditativo e introspectivo a una trama que se vuelve más cercana a la filosofía existencial que a una sangrienta. A pesar de esto, no se trata de una película compleja o imposible de comprender; de hecho, se trata de una filosofía básica, ésa que nos ataca cuando creemos conocer al mundo con cada nueva experiencia.
La trama sigue a Jay, una chica que se ve perseguida por un ser que puede cambiar de forma y que siempre va tras ella, caminando. La maldición se pasa al tener relaciones sexuales y no hay manera de derrotar a este monstruo.
Detroit una vez más se vuelve la mejor excusa para esta historia. La idea de una ciudad que ya quedó fuera del tiempo, de tal manera que el futuro y el pasado colapsan constantemente. No es posible determinar con exactitud el momento en que se desarrolla la historia; a veces salen celulares y autos último modelo, pero luego todo es viejo y carente de tecnología. Tampoco se puede determinar el momento del año, a veces parece verano y a veces otoño, según sus vestimentas. Sólo en una ciudad como ésta se podría aparecer una maldición de este tipo; sólo aquí se puede ser un adolescente solitario para aprender a enfrentarse a los años venideros, como si se estuviera en un campo de tiro.
Los adultos, entonces, se vuelven un estorbo que impiden vivir. En la película son una presencia fantasmagórica y lejana, casi despreocupada, pero en realidad esto es porque la historia sigue a los jóvenes; son ellos los que excluyen a sus padres y no piensan en pedirles ayuda en ningún momento.
La maldición los enfrenta a un crecimiento rápido, al principio de la película los personajes tienen actitudes más infantiles, pero el enfrentamiento los vuelve adultos no maduros; que es la forma en que todos llegamos a esa etapa. La más obvia interpretación de la película tiene que ver con las enfermedades de transmisión sexual y la despreocupación de los adolescentes al momento de tener relaciones. Aunque ese acercamiento es lógico, lo cierto es que la película contempla más la idea de lo difícil que es vivir en soledad.
La maldición no es más que una preparación de que las conexiones con otras personas son raras y perecederas. Pero cuando aparecen, como sucede con Jay y Paul, que ya eran amigos de infancia, esa alianza es íntima y única. No se trata de encontrar a alguien que te salve, se trata de estar acompañado en tu soledad. Es ir de la mano por calles vacías, pero con la empatía que surge de reconocer el sufrimiento y el miedo del otro, y de que llegando a cierta edad, uno comienza a ver sobre su hombro con una preocupación por la vida que no desaparecerá nunca.