Imagen de portada tomada de http://www.entremheridianos.com
Desde principios de febrero, la exposición itinerante Onirismo en bronce, con esculturas de Leonora Carrington basadas en figuras de sus cuadros, visita a los hidrocálidos.
Igual que en otras ciudades, las piezas ocupan un espacio público, en contacto directo con los transeúntes. Casi de inmediato, la población ha comenzado a interactuar con las obras, tal y como quería la autora, según la información oficial difundida a partir de las declaraciones de Alejandro Velasco, de la fundidora encargada de hacer realidad este onirismo.
También sin demora, la interacción ha adoptado formas singulares; la gente pasó de tomarse fotos junto a las obras a posar encima de ellas, aprovechando su gran formato; y las opiniones se han olvidado de las obras para pronunciarse acerca de la validez de esa respuesta por parte de cierto público.
El año pasado se cumplió el primer centenario del nacimiento de la artista inglesa, formada en contacto con la pintura renacentista y el surrealismo y establecida en México desde los años cuarenta hasta sus últimos días.
A manera de homenaje, sus esculturas estuvieron expuestas en el Paseo de la Reforma, en Ciudad de México, donde pudieron cumplir su propósito interactivo con los habitantes. Ahora las piezas recorren el territorio nacional, llevan por diferentes ciudades su invitación a soñar y provocan respuestas variadas, siempre con asombro.
En Querétaro, algunas de estas piezas ocuparon la explanada de la Universidad Autónoma, donde estuvieron expuestas a la vista y el tacto de los universitarios y del público en general.
Hasta donde se sabe, las respuestas permanecieron dentro de cierta normalidad. Una nota de El Universal Querétaro del 23 de septiembre de 2015 titulada “Leonora Carrington, una musa para tocar”, enfatiza la importancia para estas obras del contacto directo con el público (http://www.eluniversalqueretaro.mx/vida-q/23-09-2015/leonora-carrington-una-musa-para-tocar). Hasta donde se sabe, nadie mostró malestar alguno por esta transformación de los espectadores en usuarios a través de la interacción.
En cambio, Aguascalientes evidenció la necesidad de establecer entre las obras y el público usuario una mediación adecuada para propiciar encuentros positivos entre las obras y los espectadores.
Las declaraciones vertidas por el fundidor Velasco el día de la inauguración sobre la intención de la autora no llegaron a más oídos que los presentes en la ceremonia. Y la indignación se adueñó de muchos que vieron en la prensa y redes sociales o in situ a niños y jóvenes trepados en las broncíneas figuras.
Entre las opiniones en redes sociales, la del gestor cultural Gilberto Poblano defiende la interacción con las esculturas, mientras que la del fotógrafo Jorge Camarillo reclama límites de sentido común para esta interacción.
El primero, coautor junto con el historiador Carlos Antonio Carmona Reza de un proyecto de investigación cultural que recibió apoyo del PECDA en 2015-2016, mantiene la columna Independencia Cultural en Aguascalientes en la publicación digital El Diario (http://www.eldiarioags.mx/). El segundo, reconocido dentro y fuera de su tierra, se desempeña como maestro de fotografía en la Universidad de las Artes, ha participado en varias exposiciones individuales y colectivas, sus placas han aparecido en revistas como Cuartoscuro y ha fungido como jurado en concursos de nivel nacional en esta disciplina.
Se trata de dos opiniones informadas sobre las tendencias más actuales en la cultura artística. Sin embargo, discrepan en cuanto a la manera en que la población se apropia de esta propuesta, aun cuando la falta de avisos que impidan tocarlas deja implícita la invitación a jinetear uno de esos seres mágicos, principalmente a los infantes.
La ocasión se presta para ventilar entre artistas y gestores ideas sobre la aparición de esa reciente especie en los procesos culturales denominada usuarios del arte que desplaza al público tradicional, pasivo, domesticado y, como se ve, bastante mojigato, que nos caracteriza.