Acabo de cerrar el libro. Y aquí estoy. Sentado frente a una página casi en blanco. Es la primera vez que escribo una reseña nada más terminar el libro. Normalmente espero unos días. Pero he de enviarla hoy mismo.
De nuevo será una reseña de las mías, una reseña de esas que no te cuentan nada, que no te dicen de qué va la historia, la crítica de un lector que solo lee estilos, que piensa más en el cómo que en el qué.
Lejana y rosa es una novela que se siente, que se vive, me abdujo en las primeras páginas y al cerrarla me ha soltado sin soltarme. Es una obra densa, varias historias se entremezclan con una perfección que no admite resquicios, deliciosamente densa, sin huecos, sin impurezas, sin taras.
«Lo escuchaba muy atenta, las inflexiones en su voz ronca, el matiz metálico de sus silencios, su respiración agitada cuando coronábamos andando alguna elevación de tierra. La distancia entre nosotros parecía haberse hecho inamovible y sólida, casi mineral, pero me quemaba hasta los huesos. Tenía que hacer grandes esfuerzos para que no se diera cuenta del temblor. Me lanzaba corriendo hacia abajo y lo dejaba solo. Sonaba su voz llamándome desde las tierras amarillas. Yo lo esperaba en lo rojo oscuro, en la negrura, haciendo esfuerzos para no abalanzarme hacia él con mi orfandad impulsiva».
Rosario Izquierdo encuentra la atmósfera, el tono, la manera, creando realidades novelescas que devienen reales en la mente del lector, la sublime puesta en escena de los personajes los humaniza de una forma que no admite réplicas, algo tan bien contado no puede ser ficción.
Rosario Izquierdo nos embruja una vez más con una técnica deliciosa, con unos juegos literarios fascinantes y con la magia de los inspirados. Lejana y rosa es un trozo de nuestra historia contado con los matices justos, y también un acercamiento a lo que fuimos, a lo que somos y a lo que podríamos haber sido.
«El campo sigue abandonado a su suerte, como yo. Hay ramas rotas sobre el camino y árboles que han cedido ante las tormentas y amenazan con caernos encima. Reconozco los aromas familiares bajo el agua que empapa los pinos, el romero y la jara pringosa a punto de florecer. Mientras avanzamos me ayuda a mantener el silencio, no inicia una conversación innecesaria, sabe lo que quiero ahora».
Rosario Izquierdo ha dado vida a unos personajes que perdurarán.
Lejana y rosa se desborda con la naturalidad de lo cotidiano.
Una novela redonda, densa, brillante.