LA TRABAJADORA (Elvira Navarro)

En septiembre de 2015 leí por primera vez a Elvira Navarro. Hablé con ella antes de publicar la reseña que había escrito. Le dije que la última parte me había dejado frío. Pues bien, han pasado seis años y aún tengo ese final en la cabeza. 

No me queda ningún ejemplar. Hoy he vendido el último. Me lo apunto para pedir más. Y presté el mío. No, no me lo han devuelto. Pero, repito, el libro sigue en mi cabeza. Y la última parte, sí, se ha calentado.

En aquella vieja reseña decía que estaba leyendo algo fascinante. Hablaba de un texto que me había enredado a lo largo de 149 páginas, con un ecuador que sabía a genialidad. Y luego añadía que de repente se acababa sin acabarse.

No estaba preparado para un desenlace de esas características. Es posible que en aquellos tiempos todavía creyese en los finales. O que creyese que los finales tenían que seguir una pauta.

Voy a transcribir el resto de la reseña tal como la escribí. Como la obra ha crecido dentro de mí, añadiré tres frases al final. Cuando vuelva a tenerla, volveré a leerla. Y quién sabe, igual escribo otra reseña.

Una novela que de repente se acababa sin acabarse. Pienso en ello. Reflexiono. Releo el desenlace. Disecciono esta novela que no quiere acabarse, una historia que evita cualquier final, pues todos ellos serían postizos.

El planteamiento es intenso, escrito con una prosa exigente, obsesiva, apabullante. Una prosa que no te deja respirar. Estamos ante una primera parte no apta para lectores glotones, literatura cocinada a fuego lento muy recomendable para lectores avanzados o deseosos de avanzar.

El nudo es reflexivo y justificador. En esta segunda parte se cierra una esfera que no podía quedar abierta. Y empieza a rodar. Esta esfera contiene el micromundo de la Trabajadora, una mujer frágil ―tanto por dentro como fuera― enfrentada a una sociedad indiferente, hostil, paralela. 

La Trabajadora es su trabajo, su vida es su mundo laboral, el resto apenas cuenta y ella busca un resto que sí cuente. «Qué das, qué recibes, qué esperas y cómo te organizas», le pregunta su psiquiatra, cuestión que nuestra protagonista relaciona únicamente con un trabajo-jaula que ella misma se construye día a día ¿para no perder la cordura o porque la está perdiendo?

El falso desenlace es corto, frío, sospechoso. La tercera parte de un «libro que no está terminado». La Trabajadora no puede o no quiere inventarse un final y nos arroja un final-principio que a mí me deja vacío porque quiero más y no hay más ni se sabe si habrá más.

La trabajadora es unos de esos libros que se te quedan dentro.

Elvira Navarro nos regala su obra más ambiciosa.

Una novela escrita en los márgenes.