La noche de Gela Manzano 

No era necesario

memorizar la noche en una lágrima.

José Carlos Becerra

Ando El territorio de la noche de la autora mexicana Gela Manzano Añorve, quiero decir que que transito con los ojos las páginas de poesía, me detengo para alumbrarme con las imágenes de Leonel Maciel que acompañan su obra, y se abre a mi/su noche: 

En esta hora terrible 

cuando la luz se pierde 

en el horizonte 

cuando el tiempo se desmorona 

en pequeños vidrios rotos, 

con ojos extraviados en el dolor, 

de un cuerpo desgajado.

Gela Manzano, escribe la noche para que tiemble entre quienes alguna vez nos hemos nombrado rotos, rotas, desgarrados del tejido primigenio, arrojados, en precipicio. Porque “Después del dolor no queda nada, /.ni el brillo de sus ojos/ni mi pulso acelerado/ni los rezos no aprendidos en la infancia, /nos quedamos solos/en la desesperanza…”. La noche de Gela Manzano es inasible como la poesía, como el canto del pájaro de la barranca en el que me refugio mientras me permito entrecerrar los ojos de nuevo del Territorio de Job al Canto de hierbas, y vuelvo: “Nos vamos con la certidumbre/ que estamos solos”, dice Manzano, pero es su voz quien me acompaña: ¿de qué soledad hablas, poeta? ¿es acaso una y todas las soledades que en ti y para ti vivías aquella noche en que miraste el mar? 

Miro el mar

es el momento del retorno, pienso, 

pero la noche cae helada y triste 

sobre mi rostro huérfano.

La poeta Manzano, abre la voz a la tradición de la poesía escrita por mujeres, construye, edifica, a través de eso primero que la hace, que la contiene, su cuerpo, dice:

Mi cuerpo es mi primera casa

la habito silenciosamente 

cada noche, a solas 

cuando abandono el ruido. 

Así va El territorio de la noche de Gela Manzano, de la noche a las calles y lo que mira, de la memoria a la historia que la ha formado y forjado, porque el camino de la poeta es una travesía que se detiene en la gota de rocío, en la hierba que sobre la que anda, en los lugares que visita, en los años dados, como en el siguiente poema breve, en que fecha y lugar, puestos al calce son también parte de la imagen:

LA NOCHE LLEGA

La noche llega 

yo miro el mar 

para no llorar 

para preparar

mi huida.

La Habana 13 de noviembre 2017

El territorio de la noche, es un libro de poesía creado como antología de la poeta Gela Manzano, ilustrado con precisión por el artista Leonel Maciel, se presenta ante nosotros, ante nosotras, Tríptico nocturno, Poemas en Travesía, La región que habito, el caos nuestro, y, como una cadencia personal, cierra con El caos nuestro de cada día. El periplo de autora, es el vaivén de la poeta, el ir y andar siguiendo el espiral humano, del “afuera” y el profundo y secreto “adentro”.

Quiero seguir leyendo a Gela Manzano, seguir a tientas la noche en que se encuentra o estalla su palabra como torrente, porque lo dice ella y me repito:

De cuerpo entero

nos contemplamos 

a veces la noche

también calla.

Gela Manzano es también académica, ensayista, narradora, mujer constante en el andar y en la palabra. Pienso en el silencio que me alumbra los pasos de estas más de ochenta páginas en que la vislumbro en cada verso; en la generosidad tan suya para darse en cada uno, para darnos a quien nos asomamos a su poesía con una vela de esperanza a su ventana, y ella nos acoge, nos abriga, con sus palabras de marzo, de más de una década ahora, y que ha dedicado al artista  mexicano, Leonel Maciel:

Esta mañana sin café 

Erguida como estoy de inmensidades 

Ondeo la bandera de mis noches 

Sobre el fondo azul de la tristeza 

[…]

Somos polvo bailando en el viento 

partículas invisibles silbando de frío 

caminando etéreos y hambrientos 

sobre el banquete de la historia 

existimos solos en una tarde

deshilando pacientemente 

el caos nuestro 

de cada día. 

                                                      Marzo 2011

Quiero seguir leyendo la poesía de Gela Manzano, quiero seguir encontrando en su palabra vistazos a su memoria, a la historia que la conforma, que le ha dado voz y palabra, quiero para mí y para cada lector, lectora, la dulce sonoridad de su paso literario, de su voz que no me deja sola, que me acompaña y camina conmigo en este otro territorio que es la vida, y esta primera y larga noche que también es la poesía.