La locura de amar la vida (Monica Drake)

Monica Drake es un torbellino. Monica Drake es un remanso. Monica Drake te invita a contemplar la vida desde su precipicio particular. No hay literatura sin riesgo, y esta autora los asume todos. No ha literatura sin magia, y esta historia es un mago saliendo de la chistera de un conejo. 

«Había un telón de fondo no reconocido en el hecho de ser un niño en tierras que se convertían con rapidez en centros comerciales, cuando amabas los árboles y una silenciosa presencia corporativa seguía apareciendo para derribarlos. Era la sensación impotente de que todo aquello que alguna vez habías amado podía ser destruido, sin discusión».

La locura de amar la vida es un libro descuartizado, de sabor intenso y final abisal. La locura de amar la vida es un viaje oregoniano que arranca con la ilusión más inocente y termina sin terminar con la ilusión más genuina. La locura de amar la vida es un círculo perfecto que no acaba de cerrarse.

«Levanté mi vaso, dándole la bienvenida al desempleo. Él también levantó el suyo, consciente o inconscientemente, pero brindando por la belleza de su inminente caída».

Un padre ocupado. Una madre soñadora. Y dos hijas que se buscan sin encontrarse. Un argumento cotidiano que Monica Drake convierte en una locura, en una forma de amar la vida donde lo decadente y lo sublime se rozan, coquetean y hasta llegan a bailar una canción lenta de las de antes. 

«¿Cómo era posible que parecer una stripper se hubiese puesto de moda exactamente al mismo tiempo que el resurgimiento de las barbas?».

Monica Drake suelta chispas de las que pican y repican, de vez en cuando desata su genialidad y nos rompe los esquemas, y entonces sonreímos por dentro, por fuera y por detrás.

«Las mujeres hacían cola para casarse con ese hombre. ¿Cuatro esposas hasta ahora? Eso hace una cola. Yo sabía lo que la gente hacía por toda la ciudad cada vez que encontraban una cola: unirse a ella».

La locura de amar la vida tiene ritmo, es original, arranca bien y llega a su destino sin complicaciones. La locura de amar la vida te coge por las axilas, como si fueras el niño que quiere volar y volar, y te lleva en volandas a los sitios más inesperados.  

«Metí toda mi metrópoli de microbioma en el río. El agua me heló el corazón. Limpió el polvo de mi piel, y alimentó mi espíritu o lo que fuera que tuviera a modo de alma moderna».

Y Monica Drake mete toda nuestra metrópoli en su universo, y su prosa nos atraviesa el alma y limpia el polvo que dejaron en nosotros los libros prescindibles y alimenta nuestro apetito lector o le que sea que tengamos a modo de ansia literaria.  

«Incluso un bebé humano en el útero es un parásito. ¿Quizás no haya bebés del todo humanos? No hay adultos del todo humanos. No hay humanos del todo adultos tampoco».

Me gusta el artefacto literario que Monica Drake se ha sacado de la manga. Me gusta mucho sentir su coraje, su comprensión, su saber. Me gusta más que mucho su manera de cerrar la historia sin cerrarla.

«Pero yo había crecido en el Arboreto, rodeada de campos en los que los árboles eran sacrificados para hacer hueco a los suburbios y los centros comerciales, y mi corazón estaba con los árboles».