“Individual science fiction stories may seem as trivial as ever
to the blinder critics and philosophers of today –
but the core of science fiction, its essence has become crucial
to our salvation if we are to be saved at all.”
Isaac Asimov
¿Por qué existe un gran desprecio hacia el género de la ciencia ficción? La excusa parece ser el pecar de imaginativos, el arriesgarse a entender o adelantarse al futuro. Lo cierto es que mucha de la expectativa y el enojo proviene de aquellos que prefieren textos “realistas” y con crítica social actual, pues caen en el engaño de que al hablar del presente se soluciona el presente.
La realidad es que existen mil libros sobre los feminicidios en Juárez, sobre la corrupción que mata lentamente a este país, y sobre todos los tópicos que la gente en verdad conoce. La información está al alcance de la mano, pero la solución nunca es clara. A veces, comprender el presente no sirve de mucho, pero adelantarse y visualizar las posibilidades puede dar paso a la prevención o, al menos, a la paz mental que llega con la confirmación de una profecía.
La ciencia ficción tiene la libertad de abordar temas desde lo más caótico, absurdo, violento o crítico sin tener que respetar lo “real”; además, este género ha servido como alegoría a temas que eran (y son) censurados.
La mayor virtud de la ciencia ficción es aparentar inocencia; y es aún más interesante descifrar aquellas obras que no se nombran como tal.
Existen muchos autores obvios para acercarse al género; sin embargo, existe uno que reconoce la importante de la ciencia ficción al escribir un libro que “técnicamente” no lo es, se trata de Kurt Vonnegut con su obra Slaughterhouse 5. Esta novela siempre se analiza desde la sátira y la postura antibélica, pero suele ignorarse el mensaje que da sobre la ciencia ficción. La novela es, de hecho, un texto dentro del texto.
Por un lado, tenemos a nuestro protagonista de la realidad que busca escribir un libro que demuestre el absurdo de la guerra, ya que él padeció las consecuencias del bombardeo de Dresde. Este mismo personaje escribe una novela basada en la vida de Billy Pilgrim, hombre común y corriente que viaja en el tiempo al reconocer que, de hecho, no existe tal cosa como el pasado o el futuro. Es aquí donde entra la ciencia ficción más obvia. Billy es secuestrado por los habitantes del planeta Tralfamadore, ellos abren su mente al hecho de que todo sucede en el mismo instante, que no hay razón para llorar a un muerto porque vive en alguna otra parte, y que no existe tal cosa como el destino: las cosas son como son, simplemente.
Dos giros dan gran importancia al tema de la ciencia ficción. Primero, durante su recuperación, Billy conoce la obra literaria de un autor de ciencia ficción llamado Kilgore Trout y en él reconoce la empatía de buscar el sentido a la vida. “So they were trying to re-invent themselves and their universe. Science fiction was a big help”, son estas palabras la que marcan la necesidad de aquellos que sufrieron en la guerra; nadie puede asegurarles que no habrá otra y de ninguna forma pueden percibir el mundo como solían hacerlo antes de ser expuestos al mayor engaño del hombre.
El otro giro es el momento en que Billy Pilgrim se encuentra con el autor de su novela, que se supone tomamos como real, por lo que no puede haber dudas sobre Billy; su viaje intergaláctico y sus paseos temporales no pueden ser falsos.
En el fondo, simplemente se trata de buscar una catarsis, una solución para una decepción profunda. Se busca creer en algo más, porque Dios y su sentido ordenador ya no son suficiente. Si dudamos de Billy Pilgrim entonces nos enfrentamos a un personaje que simplemente sufre de un trauma post guerra lo que ya implica una crítica social aguda; si creemos en lo que sucedió con Billy, entonces nos enfrentamos a la bella posibilidad de que todo se desarrolla y cabe donde debe, y que la destrucción del hombre no es más que una burbuja entre cientos que no revientan. Kurt Vonnegut logró incluir en esta novela varios géneros, varios alter egos, y una fuerte crítica hacia la guerra sin pasmarse con la sobreexposición o el hiperrealismo literario.
En vez de desarrollar una trama ya escuchada sobre la guerra y la violencia, que de tanto leerse y verse en las películas termina cumpliendo una función contraria porque admiramos su belleza y no su terror, Vonnegut decidió contar sus memorias desde lo psicológico, el rencor, y la absurda e inagotable esperanza y sólo la ciencia ficción, con sus extraterrestres y sus conceptos del espacio-tiempo, le permitió la libertad de quejarse, hacer reír y descontrolar al lector que se enfrente a su texto como si fuera un golpe más contra las hazañas bélicas.