Hoy me disculparán -y la disculpa que sea doble sobre todo con algunos colegas monolitenses- pero yo estoy contento con que le hayan dado el Premio Nobel de literatura a un músico como Bob Dylan, y antes de ser linchado, déjenme decir por qué:
Primero: La culpa no es del premiado. Dylan, quien ya ganó el Oscar, decenas de Grammys, el Príncipe de Asturias, está en el Salón de la Fama del Rock, y luego de esto, sólo le falta ganar Miss Universo. Estoy seguro, Dylan fue el primer sorprendido por el galardón, y la verdad, no lo imagino muy contento.
Por el contrario, me parece que al cantante le hicieron flaco favor, porque ahora anda en boca de todos, por algo que no hizo, y la verdad, el hecho de que no les conteste la llamada a la Academia lo pinta de cuerpo entero. Ojalá les haga el feo.
Segundo: la Academia Sueca, apesta. No sólo por el Nobel de Literatura, también por el de la Paz, que ya sé, no lo otorga sólo Suecia, también Noruega tiene su parte de responsabilidad en la designación. Los últimos seleccionados hablan por sí mismos.
Tercero: La Academia Sueca… apesta, concretamente su comité de premiación de Literatura porque, para empezar, ¿quién les ha dado el supremo criterio para decir que un autor es mejor que otro? ¿Cuáles son sus criterios? ¿No es en esencia, lo mismo que el ya mencionado certamen de Miss Universo? ¿Por qué premiar sólo a autores vivos? ¿Acaso las letras mueren, junto con sus autores? ¿Es mejor un autor cuyo máximo aporte es no haberse muerto aún, que uno que se cansó de ser el eterno aspirante? Las preguntas se acumulan y surgen otras, todas sin respuesta, porque eso es lo que mejor sabe hacer la Academia Sueca: Guardar silencio cuando se le cuestiona.
Cuarto: La Academia Sueca ¡Apesta!: salvo Saramago que siguió escribiendo igualito, después del Nóbel, y Vargas Llosa, que para mi gusto muy personal no lo merecía ni entonces, ni ahora, el premio ha significado el final de la carrera de la gran mayoría de los laureados. El premio es una especie de lápida para muchos autores, y no lo digo yo, ellos mismos lo han dicho.
Quinto: La Academia, en general La gran mayoría de las Academias, apestan, lo mismo la Real Academia de la Lengua Española, que la de Ciencias y Artes Cinematográficas, así como tantas otras. Son en general, instituciones anquilosadas, decimonónicas, hegemónicas, guardianas del status quo, que premian la docilidad, más que la genialidad, que establecen criterios que casi nunca tienen punto de contacto con la realidad que pretenden normar.
Sus integrantes suelen tener juicios más que discutibles para otorgar premios, regular actividades y sancionar heterodoxias. Funcionan bajo su propio código, nadie está por encima de su suprema verdad, y toda disidencia simplemente es acallada.
Sexto (dejemos descansar un poco a la Academia): Dylan ciertamente no es el mejor literato vivo, ni siquiera el mejor poeta vivo… vaya, tampoco es el mejor músico vivo… ¿Y?
Personalmente creo que en su tiempo, revolucionó la música; le aportó matices de protesta y profundidad a las letras cantadas; elevó el nivel poético de la música popular de finales del Siglo XX, mucho más allá del Shalalalalá y el Dubidubidú, y su arte logró acercar a varias generaciones de músicos a la lectura, y lectores a la música.
No he leído a Murakami, Mea Culpa, así que no puedo opinar. A Kundera sí lo leí, y me impactó su Insoportable Levedad, su Broma y sus Amores Ridículos. No cuestiono su gran valor, pero por desgracia, escribió sobre un mundo que ya no existe, que él ayudó a destruir, pero que a los lectores jóvenes difícilmente les resonarán sus letras. Por desgracia, a Kundera le ganaron la fama y el tiempo. Difícilmente leería hoy alguno de sus libros con algo más que nostalgia.
Séptimo (Y regreso contra la Academia Sueca, que Apesta ¿Ya lo había dicho?): Lo que yo crea, importa muy poco, al fin y al cabo, es sólo mi opinión personal, y es tan válida como cualquier otra… incluida la de los jueces que le dieron el premio a Dylan, como aquél que hace años premió a Gabriela Mistral, porque le gustaba.
Si yo fuera juez de la Academia Sueca (líbreme Dios), habría premiado a Verne, a Rulfo, a Ibargüengoitia, a Borges, pero primero a Cortázar, a Benedetti, a Auster, a Barnes, a Fuentes, a Eco, a Pacheco, a Agustín…
Premiaría a también a Silvia Platt y a Susan Sontag, y a JK Rowling, por poner a toda una generación de no-lectores a leer, y porque es insultante que sólo los hombres sean tomados en cuenta; también, ya encarrerados, le daría el Nobel a Gerald Durrell, pero no a su hermano Larry; a Tolkien por El Hobbit, pero no por El Señor de los Anillos, también premiaría a Sagan, Bradbury y Clarke, por abrirme las puertas del Universo.
Estaría de acuerdo con premiar a Doris Lessing, a Gabo, da Darío Fo, a Paz, pero no a Vargas Llosa… ¿Por qué? Porque ultimadamente, me gustan unos y no me gustan otros. Porque cada quien se va formando su mundo y sus gustos personales con sus autores y autoras preferidos, y me parece absolutamente soberbio pararme desde mi ladrillito a decirle a los demás qué es digno de leer, y qué no…
Y ya que estamos hablando de sueños guajiros, me encantaría enterarme, como Dylan, de que inesperadamente, me han otorgado el Premio Nobel, sólo por el gusto de rechazarlo.