‘Hudson’: ser la memoria del río por Álvaro Hernando Freile

Libro: ‘Hudson’

Autora: Xánath Caraza

Poemario bilingüe con traducción al inglés de Sandra Kingery

122 páginas

Editorial Nazarí (Granada, España), Colección Daraxa

Xánath Caraza es una experimentada escritora con perfil versátil e inquieto y más de una decena de publicaciones que van del relato a la poesía o el diario, en colaboración con editoriales de países diversos (EEUU, España, México, Italia). Viajera incansable, esta docente de la Universidad de Missouri-Kansas City cuenta con distintos reconocimientos, incluyendo un International Book Award de poesía 2015 y dos International Latino Book Awards de poesía en 2018.

‘Hudson’ es un poemario escrito originalmente en español y traducido al inglés en esta edición de la granadina Editorial Nazarí, que desde el principio presenta sin ambages unas cuantas peculiaridades. La autora propone tres diferentes maneras de lectura para adentrarse en las aguas fluviales que nos presenta. Al hojear el libro encontramos algunos elementos metalingüísticos que marcan varios puntos de atención, que bien pueden ser considerados también espacios de deriva, en los que dejarse llevar por las sensaciones. Abundan las palabras en negrita y cursiva, por ejemplo. Así, se recomienda al lector que realice una primera lectura tradicional, en el orden que las páginas sugieren, para posteriormente hacer una lectura enfocándose únicamente en las palabras en negrita, y terminar con una tercera lectura de los versos en cursiva contenidos en un grupo de poemas de los que se cita el nombre (los títulos de los poemas son números, del 1 al 50). Así, hay que decir que es posible realizar diferentes lecturas de este poemario, dependiendo del uso del espacio y ritmo que ha hecho la escritora. Los cincuenta poemas, en lectura al uso tradicional, dan una sensación argumental lineal, agradable y con una cohesión lírica elaborada.

El Hudson es uno de los ríos más importantes en el Este de los Estados Unidos, compañero siempre discreto de un ser humano que cada vez está más apartado de su vínculo con la naturaleza y esencia vital. Es aquí donde el ‘Hudson’ de Xánath Caraza hace un papel que va más allá del testimonial, para ser vehículo de regreso a lo esencial. Es este un libro que tiende al misticismo, a indagar en los espacios que quedan entre la naturaleza del ser humano y la de las preguntas que, como especie, todos nos hacemos. Todo desde la corriente sosegada, fuerte e imparable de un río que agita todo lo que toca, desde su color plateado, gris característico de los testigos silenciosos y discretos. Ejemplo de este tono profundamente místico son algunos de los versos que el lector puede disfrutar entre los primeros 15 poemas.

Hay, en la primera parte del libro sobre todo, muchas postales contenidas en pocas líneas. Como pequeñas acuarelas se nos desenredan los cauces de la vista, del oído y del aroma, como si estuviéramos apostados a una orilla del río que sirve como excusa, metáfora y límite para explorar el sujeto silente que observa.

  3

Mañana de agua,

aromas dulces

al abrir la ventana:

el Hudson dormido.

No hay canoras aves

que reciban mis versos

solo rosas flotando

en el agua.

Pinceladas del más

dulce perfume

deslizándose en

el matutino cielo.

A veces este Hudson se nos presenta como un pliegue de papel, en el que se atisba que hay grandes secretos escritos.

  5

En el cielo los códigos

secretos, caligrafía en blanco

que me llevaría hasta ti.

Manto lapislázuli de la mano divina,

de esta naturaleza sagrada

que renace con los rayos del sol.

Acantilados de piedra flanquean

la corriente del río donde

una ciudad crea su historia.

Fluye, celestial palabra,

agua de río y vida del

vientre de la tierra.

Otras se nos aparece como una certeza: nada es lo suficientemente importante como para no ser devorado por las corrientes del río (poema 7). Las esperanzas muertas se reflejan en colores de plata en un agua que las engulle, a la vez, de manera silenciosa y estruendosa. Son versos que flotan en ese río helado, que recuerdan al rumor del Claro de Luna de Debussy, generando belleza, tristeza, admiración, rumor y miedo. Pero también, como en esa pieza musical, serenidad, experiencia y aceptación. Las palabras de Caraza son un testimonio que se desliza con suavidad corriente arriba, en apariencia antinatural y, sin embargo, inevitable, todo sin resultar artificial, con grandes dosis líricas de dulzura y aceptación.  

Es el Hudson un rumor que conecta rumores. Rumores de animales, de personas, de pensamientos, creencias, estructuras y cambios imperceptibles. Es la celebración de la pérdida. Xánath esculpe hábilmente un tótem en agua con el que explica una realidad en la que se entretejen las decepciones con las pérdidas, el color apagado con las expectativas hechas papel mojado.

Durante todo el poemario las frases cortas suelen armarse en grupos de tres o cuatro versos, en estrofas con una sonoridad lapidaria. Hay muchas despedidas en el ‘Hudson’ de esta gran escritora. Mucho recuerdo contado como algo que era inevitable, casi como la confesión a un interlocutor que, si bien en ocasiones uno se imagina con pretéritos brazos cálidos, en otras se nos aparece el interpelado como el mismo río, amante cuidador y dador. Hay referencias en este éxodo de recuerdos a la figura del poeta como ser consciente de la pérdida, como experimentado superviviente. El tránsito es perenne y se impone a todo lo demás, excepto a esa mirada de la poeta. Como decía anteriormente, es una mirada serena de poeta experimentada, armada en un tótem. La naturaleza se impone al hombre. Es en la naturaleza en donde la autora pone el orden y el concierto, el devenir coherente, sin dolor. Y es en la ciudad, en lo humano, en donde encuentra espacio la autora para la ambición insatisfecha, el caos, la incompletud.

Por eso la poeta quiere fundirse con el río, hacerse corriente, ser mujer pez. La autora se ha hecho al agua y en ella se relaciona con un otro, que es Hudson, compañero y fuente catalizadora de conocimiento y de pasión (especialmente visible entre los poemas 10 a 16). Un nutrido grupo de estrofas las dedica la autora a crear una voz en primera persona pletórica de pasión, sensualidad, en un diálogo con un tú, un otro, amante y confidente. Una presencia líquida y versátil que comparte un recorrido ancestral, el del deseo, la permanencia y la ausencia (21). Esta parte, como en casi todo el poemario, está narrada en primera persona, como si de una declaración de intenciones y un testimonio del lírico devenir propio se tratara (27).

  27

Siento el vaivén del agua,

navego hacia ti,

inframundo de deseo.

La pasión se concentra

en estas sílabas prohibidas

que contienen nuestro secreto.

La mano toca la piel

por un instante y deja

su huella eterna.

Hierra su esencia de mujer,

escarifica el rostro del tiempo.

Allá, donde nace el placer.

Subyace a lo largo de todo el texto un pensamiento genuino del propio ser y de la naturaleza, conformado en un conjunto de mantras tribales que van a la esencia del existir en tránsito. El mensaje del desgaste también está presente y aflora de vez en cuando (por ejemplo en el poema 40, el que más me gusta de los contenidos en el poemario).

  40

El agua está llena de mentiras,

envenenamiento lacustre,

agua que nunca se beberá.

Donde nadie mojará sus pies,

agua putrefacta que lleva

las llamas en las olas.

Agua del Hudson,

contaminas la adolorida

ciudad, roes los metales.

La ciudad se rebela,

una cristalina lluvia

limpia de falsedad.

Es un desgaste que es resistente a la aceptación, pero que el río, la existencia, no negocia, como antesala de la oscuridad que a todos nos espera (44). Es un tránsito del que no recordamos inicio, pero que termina en la zozobra de todo lo que no es memoria, hasta que los ciclos se cierran de nuevo, como lluvia sobre el Hudson. Dice así el poema 44:

  44

La ciudad se inunda.

El agua desbordada

del Hudson la penetra.

Va cargada de lagartos

de jade, de serpientes

marinas metálicas.

Hudson, estás lleno

de oscuros secretos

que entristecen los pasos.

Desgarras lo que queda

de los palpitantes corazones.

Arrancas la esperanza

de un pueblo herido.

Merecen unas palabras aparte las dos lecturas propuestas por la autora, aparte de la tradicional. Comenzando por la realizada sobre las palabras en negrita, he de decir que se conforman versos oscuros, crípticos, que, ausentes de la contextualización en el líquido y metafórico Hudson, conducirán a pensar que la autora habla de la Religión del Deseo. La presencia del Dios modifica la voluntad y la naturaleza del personaje que habla en primera persona de las claves que transforman lo ordinario en bello. Un camino que no es sencillo, pues comienza en un despertar al mundo, pasa por experimentarlo en toda su pasión y acaba en la frustración de lo que termina habiéndose parecido en algún modo a lo que uno llama vida.

Con respecto a la propuesta de lectura tercera, es decir, a la lectura de los versos en cursiva de determinados poemas, decir que requiere una preparación previa para evitar el ritmo roto de lectura. En mi caso admito que recurrí a los pequeños marcapáginas adhesivos para poder pasar con soltura de un verso a otro, saltando las páginas oportunas. Una vez salvado este pequeño problema logístico, uno se encuentra con la narración de un desgaste personal, probablemente afectivo, que sabe a desamor, temor a la ruptura y la contaminación del tiempo en las relaciones personales. Quién sabe, pues es un mensaje puramente emocional, llamado a las interpretaciones del lector. Y esto es lo que más me ha gustado de las dos últimas maneras de leer este poemario. Es imposible su conclusión sin la lectura activa y artística, lírica y poética, constructiva y reflexiva de un lector implicado en sus palabras.

Quiero dedicarle un par de líneas al trabajo de Sandra Kingery, profesora y traductora literaria cuya dedicación a la obra consigue una más que notable transferencia de imágenes, mensajes y sentidos del español al inglés. La traducción que realiza Kingery de los textos de Caraza no es la única, lo que habla de la sintonía entre ambas a la hora de compartir resultados en este trabajo. La profesora del Lycoming College puede estar muy contenta con este trabajo que acerca las obras del genuino español norteamericano a una población monolingüe cada vez menos numerosa y aficionada a indagar en las creaciones literarias en otras lenguas.

Recomendable este poemario, muy diferente a otros de la autora, abundante tanto en lenguaje lírico, esforzado, como en imágenes fluviales. Es sin duda un ejemplo de gran destreza al que esta autora nos tiene acostumbrados.


Álvaro Hernando Freile es maestro, periodista y antropólogo, especializado en lingüística evolutiva y los fenómenos de lenguas en contacto. Ha publicado dos poemarios, además de publicar en diferentes revistas, siendo el primer autor español en recibir el premio Poesía en Abril 2018, del Festival Internacional de Poesía de Chicago. Delegado para Estados Unidos de la Revista Crátera.