Hidalgo es un gran estado. Es la tierra de la barbacoa, del pulque, de las tradiciones y la cultura. Cuenta con lugares maravillosos y de enorme atractivo para el turismo, una geografía envidiable y bosques mágicos llenos de leyendas. También ofrece una inmensa historia narrada en ex conventos agustinos y gigantes de piedra que resguardan a los herederos de esos antepasados y les escuchan comunicarse en otomí o hña hñú; además, por supuesto, hay ciencia y arte y desarrollo.
Así es, Hidalgo tiene todo, de todo y para todos.
El problema es que también es la tierra de los “hechos aislados”. Todos los homicidios, asaltos, narcomensajes y cuerpos que aparecen en el territorio tienen esa característica, al menos para las autoridades cuando son cuestionadas sobre ello, “es un hecho aislado…”, responden con una serenidad y parsimonia que incluso resulta ofensiva.
Por eso precisamente el exabrupto del gobernador Omar Fayad el 15 de julio, cuando en Zempoala (el lugar donde semanas atrás –el 13 de junio-, adultos mayores que recibían recursos federales en el auditorio municipal fueron sorprendidos y asaltados por un grupo de sujetos que después se enfrentarían a la policía dejando un saldo de un oficial y un asaltante muertos, así como seis detenidos), dio lecciones de periodismo a los reporteros, como lo consignó Agencia Quadratin:
Al reflexionar sobre lo acontecido el pasado 13 de junio en la cabecera municipal, reconoció que habló con algunos directores de medios de comunicación al percatarse el tratamiento que se le dieron a las notas informativas sobre estos hechos, pues a su consideración, lo que se hacía era una apología del delito. “Si ustedes dicen trágico incidente en Zempoala dos muertos, ¡perdón pareciera que las cosas están de la chingada!”, manifestó el mandatario estatal, para lo cual a su juicio se tenía que resaltar el éxito del operativo aquel día, en lugar de los decesos…
Aprendí más que en no sé cuántos cursos y capacitaciones he tomado, asistido y recibido sobre este bendito oficio.
Por eso quizá no valdría la pena ni mencionar que la mañana de ayer un sujeto burló la seguridad para meterse hasta la recepción del palacio de gobierno estatal con un “cuchillo cebollero” amenazando con suicidarse.
En el norte
No voy a extenderme sobre el caso Baja California Sur, donde los legisladores aprobaron la llamada “Ley Bonilla”, por la que ahora Jaime Bonilla Valdez, ex diputado federal, ex senador y ahora flamante morenista, gobernará no dos, sino cinco años aquella hermosa entidad.
La historia es bien conocida. Si no la sabe, pinche aquí y, especialmente, pinches políticos allá.
Toqué el tema solo para enviar una sonora, estrepitosa y justiciera trompetilla a los artífices de tal marranada y no, no les recordaré a ningún familiar, después de todo, sus jefecitas no son culpables de nada.
¿La migración es un problema o una consecuencia?
La respuesta la tienen los especialistas. Este servidor solamente lanza ideas al remolino de la red de redes para que ustedes, amables y queridos seis lectores, puedan contar con un elemento más para formar su propio juicio a propósito de un tema como el que hoy mantiene la atención internacional en todas las fronteras de la zona norte y central del continente.
No cuento con suficiente espacio para abundar sobre los desplazamientos que generan la pobreza, la violencia y la falta de oportunidades y apoyos en esta acalorada Tierra nuestra y, además, apenas puedo tratar de entender lo que pasa aquí, en este nuestro amado, tembloroso y manipulable México.
No exagero. El tema es tan grave y anormal que ha encendido alarmas incluso en organismos internacionales, como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, cuya preocupación por la situación de personas migrantes y refugiadas en Estados Unidos, México y Centroamérica, provocó la generación de un comunicado dirigido a los Estados de la región para respetar y garantizar los derechos de las personas migrantes y refugiadas, así como los de los defensores de sus derechos humanos.
El llamado se hizo antes de que se hiciera viral la imagen de una Lety llorando y abrazando a su hijo, suplicando de rodillas que le permitieran cruzar la frontera con Estados Unidos…