Hambre
Y por más que el DIF repartía, en aquel pueblo, despensas y desayunos escolares, el hambre que aquel niño pobre y marginal tenía, no se curaba con tacos ni tortas, mucho menos con pan o tortillas…
El hambre de ese niño, como el de muchos otros, solo se calmaba con justicia…
Limpieza
Y se enjuagaba, siempre, las manos con detergente, cloro y jabón al llegar a casa…
Se embadurnaba con enormes cantidades de gel antibacterial la diestra y la siniestra antes de acariciar a sus hermosos hijos…
Incluso, por las noches, antes de hacer el amor a su mujer, se lavaba y relavaba, estrujándose con estropajo y lejía las manos….
Pero aún así, y a pesar de todos aquellos rituales de limpieza, aquel granadero bestial, no podía quietarse la sensación, asquerosa y lacerante, de tener, todos los días, terrible y horrorosamente, manchadas de sangre sus manos…
Redención
Y llegando por la espalda, aquel granadero asestó un certero y contundente golpe a aquel antisocial anarquista que surtía de bombas molotov a sus compañeros.
El joven cayó de bruces con la cabeza sangrante, el granadero se acercó triunfante, puso una bota sobre su pecho y de un jalón arrancó la capucha del indeseado y delincuente anarquista…
Entonces, se dio cruel cuenta que, al joven, el golpe le había roto la vida y a él, el alma…
Aquel revoltoso era ¡su hijo…!
Un poquito más
-¡¡¡No tenemos armas!!! ¡¡¡¡No tenemos armas…!!!
Gritaron, alzando las manos, los jóvenes estudiantes…
-¡Por si las tuvieran o las quisieran tener!!!
Dijeron, escondidos entre la oscuridad, aquellos monstruos, vestidos de azul, negro y camuflaje…
Y entonces, sucedió la masacre…
Desde ese día, este país, vive desangrándose…