Gasolina

Una de las cosas que más me gustan de la saga de Mad Max, de George Miller, es que en cada entrega hay una reinvención del mundo propuesto con anterioridad. En la primera parte solo se trataba de una película sobre pandillas en un mundo muy parecido al nuestro. La segunda, mi favorita, ya presentaba la serie de personajes excéntricos y los espacios arenosos que se mantendrían al llegar la tercera en donde aparece una Tina Turner desde la Cúpula del Trueno. En la cuarta, los paisajes desérticos se potencian por la cultura creada a raíz del apocalipsis nuclear.

Estos antecedentes permiten el estreno de Furiosa, una precuela de la cuarta parte, en donde se da a conocer la historia de la protagonista homónima. Miller decide contar hasta el momento en que la encontramos en Fury Road. Celebro el énfasis en nuevos personajes y la expansión del mundo ya creado. Sin embargo, me parece que esta película, a diferencia de sus antecesoras, no es una reinvención de su propia premisa. Se trata, más bien, de un largo prólogo a manera de epílogo que pretende mostrarnos y explicarnos el mundo que se presentaba como ya hecho en la película anterior. 

Aparecen, al fin, la Granja de Balas y Ciudad Gasolina, entendemos la actitud de Furiosa cuando huye, asistimos a otras aristas de la sociedad creada en torno a Inmortan Joe. Todo esto amplía y resignifica sin que por ello implique un giro en la construcción del mundo como lo habían hecho las anteriores cintas.

Salvo lo anterior, lo cierto es que Furiosa se disfruta como casi todo lo que hace George Miller. Desde la épica descontrolada de metales y motores hasta el juego sociopolítico entre las tres ciudades del páramo, Miller crea un mundo que causa interés por el equilibrio entre abyección y vertiginosidad. Retoma los tópicos más utilizados por los relatos (en cine y literatura) postapocalípticos y los arma sobre un horizonte narrativo que mantiene el interés por los personajes gracias a su rareza.

Miller fue pionero en la combinación en cine de una estética punk con un argumento cienciaficcional. Sus historias encuentran eco en el Serie B y en la literatura de la primera mitad del siglo XX. Por citar dos ejemplos donde la guerra nuclear, los mutantes y los paisajes desérticos elaboran historias en las que personajes excéntricos se mueven en un mundo novedoso y hostil me vienen a la mente La intersección de Einstein (1967) de Samuel R. Delany o Cántico por Leibowitz (1959) de Walter Miller.

No me atrevo a decir que Furiosa esté a la altura de Fury Road, pero sin duda se trata de una película que mantiene el interés por un mundo aún inexplorado. Espero que algún día veamos una sexta  entrega también dirigida por su creador.