Entrevista: «Lázaro Castillo, un guajiro que hace versos» por Carlos Yescas Alvarado

Yo soy un hombre sincero

de donde crece la palma,

y antes de morirme quiero

echar mis versos del alma.

José Martí

El Guajiro

Lázaro Castillo

Lázaro Castillo tiene una enorme trayectoria en el ámbito artístico y cultural en Cuba, su país natal, y fuera de él, pero siempre es mejor conocer lo que el poeta piensa de sí mismo, más allá de títulos y premios, así que la pregunta es: ¿Quién es Lázaro Castillo?

Me defino como un guajiro que hace versos. Soy de un lugar que ya no tiene nombre. Escuchando a mi abuelo que era repentista aprendí el arte de la poesía, sobre todo la décima, la cuarteta, el soneto, elementos que son muy típicos del punto cubano en los campos de Cuba. Después fui superándome en los talleres literarios, espacio que en los ochenta y noventa en mi país tuvieron mucho auge.

Los repentistas hacían improvisaciones poéticas orales, aunque solo en los temas, pues las estructuras estaban bien definidas, usando sobre todo las décimas. Pero no solo eso alimentaba en los años infantiles y juveniles al poeta.

Por otro lado, tuve lecturas muy singulares, sobre todo de los libros que heredé de un primo que fue a estudiar a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas; eran  textos de la literatura rusa y me ayudaron a comprender desde muy joven, casi adolescente, la importancia de leer, y sobre todo, leer a los clásicos. Disfruté mucho la obra de Pushkin, Gogol, Dostoievski, Chéjov y a León Tolstói, con sus obras más importante para mí: Guerra y paz y Ana Karenina.

Por supuesto, era imprescindible conocer su literatura, los autores cubanos. Esto lo hizo mientras estudiaba literatura, y ya se lo tomaba como “algo más serio”.

Ya conocía a mis escritores cubanos Cirilo Villaverde, a Ramón Mesa, Anselmo Suárez y Romero, a Julián del Casal, a Zenea, José Martí, a Alejo Carpentier, a Nicolás Guillén, Dulce María Loynaz, a José Lezama Lima, a Virgilio Piñera, de este último he realizado estudios muy profundos sobre su  teatro que me llevaron a una tesis sobre su obra Electra Garrigó.

Las lecturas, el estudio, los autores; de ahí vino el salto, a veces mortal, hacia la poesía, pero, ¿qué es la poesía para un guajiro que hace versos?

La poesía para mí es ese misterio que llega sin esperarlo, te trasmite sensaciones, te alimenta de espiritualidad, de belleza.

Pero esta poesía no solo está en el texto, sino en el conocimiento de tus raíces, de ese guajiro que fue construyendo sus versos, así como se construyen revoluciones.

Si no conocemos nuestra literatura, nuestro pensamiento filosófico, si no sabemos de dónde vinimos, creo que resultaría muy complejo un proceso de creación literaria. Yo me siento heredero de todos mis antecesores, por eso creo que es esencial conocer, comprender y disfrutar la literatura de cada momento de nuestra historia; nos alimenta en todos los sentidos. En Cuba también en ciertos momentos hemos pecado de deslumbrarnos por autores extranjeros y es algo vital también conocer el universo, las diferentes tendencias, técnicas, en fin las diferentes visiones de la vida, los grandes autores.

Esto nos lleva al territorio del recuerdo, pero no solo de los poetas, sino justamente de la tierra guajira de donde surge el que ahora toma su lugar como hombre de versos. Al principio decías que vienes de un lugar que ya no tiene nombre; ¿dónde quedó ese nombre?

Está en mi memoria; en los recuerdos. Era una finca de la familia que fue el sustento de mis abuelos maternos, y aquí mi impresión en versos:

SI PARTO CON LOS QUE SE FUERON/ y con los que están/ quiero irme en polvo./ Cualquier excusa,/ digan que quiero estar solo/ entre un barrizal/ y los cimientos de una casa./ Lejos de la latitud perfecta.

¿Qué recuerdas de esa finca?

Era muy pequeño cuando me fui, pero siempre regresé, pero recuerdo su vegetación, el pozo de agua dulce, los cimientos de la antigua casa de los abuelos, los árboles frutales. Creo que todos esos motivos están presentes en mi poesía, aunque viva en la ciudad desde hace muchos años, mi alma es guajira, tengo mi vida llena de recuerdos y mi abuelo al que hago responsable de ser hoy lo que soy, un poeta que se nutre de la memoria de su niñez.

El verso

Yo vengo de todas partes,

y hacia todas partes voy:

arte soy entre las artes,

en los montes, monte soy.

José Martí

¿Se alcanza a decir con la poesía todo lo que uno quiere, o es solo un engaño?

No creo que sea un engaño, no se llega a decir todo, pero a veces nos desnudamos detrás de las metáforas y de cada una de nuestras ideas, sugerencias. En fin, siempre se puede decir mucho, aunque mi poesía es sintética, trato de ofrecer toda una carga de sentimientos que funcionan sin tener que excederme en textos. Creo que la poesía es síntesis también.

Además de síntesis, es una búsqueda de la belleza, que a últimas fechas parece más difusa esa línea, e incluso la del cuidado del lenguaje.

Esto es importante, porque no solo sucede en la poesía, sino que parece que en general hay un descuido por el lenguaje. Como si hubiera una necesidad de gritar o de impactar de alguna manera, y justamente, alejándose de la belleza. Entiendo que existen circunstancias que obligan a veces a manifestarse de esa manera, ya sea por una situación social, política o de desesperación, pero es peligroso confundir los sentimientos que se pueden desprender de la poesía y las sensaciones de belleza y espiritualidad que nos lleva a un goce pleno. De lo contrario sería una descarga de palabras y frases que a lo mejor nos llevan a sinsabores. Bastante tenemos con los problemas actuales de la sociedad y si la poesía es la que nos hace escapar, hagámosla dignamente.

Entonces la poesía no se hace con las tripas. ¿Con qué se hace? ¿La razón? ¿El corazón?

A la poesía hay que entrarle con todo, debe reflejar un pensamiento filosófico del que la hace y hay que ponerle el corazón porque es el sentimiento; si el corazón falla es difícil lograr lo que uno quiere. Yo por ejemplo, hago libros, comienzo un cuaderno y hasta que no termino no descanso, pero siempre con la concepción clara de lo que quiero mostrar. Esto, por supuesto, viene con el tiempo, cuando uno va creciendo organiza mejor sus ideas. Ahora, algo importante que no debe faltar es la experiencia y el cúmulo de lecturas que te llevan a un producto mayor. Al final, un libro es un corpus lleno de ideas, memorias, vivencias que llevas por dentro.

Entonces el poeta debe tener una filosofía de vida, donde se encuentra y reencuentra. En el caso de Lázaro Castillo, él mismo explica.

Mi propia vida; mi experiencia.  Todo el contenido que he podido recibir como profesor de literatura, como intelectual cubano para el desarrollo de mi pensamiento, que es sumamente humanista. Por eso me considero martiano hasta la médula, como se puede decir en buen cubano.

La Revolución

Oculto en mi pecho bravo

la pena que me lo hiere:

el hijo de un pueblo esclavo

vive por él, calla y muere.José Martí

¿Ha cambiado la visión martiana en Cuba? Hay cambios políticos, económicos, sociales, ¿también en la intelectualidad, en la ideología, en esa filosofía de vida hay un cambio?

El cambio siempre se impone, aunque a veces los procesos de cambio son lentos, y algunos quieren que todo sea de una vez y por todas, y eso no es así. El pensamiento y la mentalidad no se cambian como puede suceder con un objeto. Somos una sociedad rica y con muchas posibilidades en el desarrollo social y cultural. Así lo recoge nuestra política cultural de la Revolución Cubana. Los seguidores de esta obra social estamos claros que los principios y las convicciones no las podemos negociar. Fueron muchos años de luchas, mucha sangre derramada para alcanzar una independencia. Si vamos al concepto de Fidel sobre qué es revolución, está más que claro. Los invito a buscarlo y analizarlo, creo que ahí está nuestra fuerza.

Muchos consideran que a la muerte de Fidel Castro todo esto terminaría por venirse abajo, pero justamente no consideran que esa visión de la vida y del mundo está dentro del pueblo cubano, no como una mera cuestión histórica.

Quiero recordar unas palabras de Miguel Barnet, de mi maestro, aunque nunca se lo he dicho así directamente, realmente lo considero así porque cada día puedo escucharlo y siempre es un magisterio para mí. En su elogio por la desaparición de Fidel, cuando dijo que él «(…) Devolvió a la política lo que ella es en su esencia: un arte para llevar felicidad a los seres humanos.» Por eso decimos que sigue vivo, está entre nosotros, aunque algunos se hagan los ciegos no pueden obviar su gran obra, que no solo ha sido para Cuba, es trascendente, es latinoamericana, es universal.

Como la obra de Fidel Castro, a eso debe aspirar la poesía: ser universal, independientemente si eres guajiro o nacido en París…

Exacto, sobre todo los temas tienen que ser comunes a todos, entendibles, que exista la comunicación real como habíamos dicho anteriormente, no importa dónde naciste, si lo importante está en la concepción de lo que quieres trasmitir. La poesía no tiene barreras, ni muros, tiene que llegar a todos, pero hay que hacerla con un pensamiento diáfano y creíble; tiene que emocionar, a pesar de las angustias que a veces trasmitimos los poetas, tiene que ser un detonante fuerte para que seamos más libres y solidarios.

Entonces, como en una revolución, hay bandos; es decir, ¿la poesía no es aceptada por todos?

Cuando las mayorías siguen un proceso revolucionario es porque hay valores, eso está demostrado, pero en la poesía prima el interés del lector. Nos podemos esforzar, pero si no logramos calidad en lo que escribimos eso puede amilanar un poco. Y la poesía es algo más íntimo, puede ser para todos, aunque muchos sigan otros géneros. Es cuestión de gusto. Ahora, una revolución es un cambio social organizado, masivo, intenso, motivador; creo que sería tonto no seguirla. Estar en contra de un movimiento que trae reformas, bienestar, luz a los problemas, sería una posición egoísta.

¿La poesía es un acto revolucionario?

El poeta británico Dylan Thomas decía: «Un buen poema ayuda a cambiar la forma y el significado del universo, ayuda a extender el conocimiento de sí mismo y del mundo que le rodea.» Comparto completamente este criterio y si revolución es cambiar, entonces hacer poesía es un acto revolucionario.

Muchas veces hemos escuchado eso de que el arte cambia al mundo, pero, ¿es cierto? ¿Puede cambiar realmente algo?

Es cierto. El arte ha formado parte de los grandes movimientos e iniciativas sociales y ha estado presente en nuestra civilización desde sus inicios. No olvidemos que es una forma eficiente de comunicación individual y colectiva. Por eso muchos plantean que funciona como elemento de denuncia, como conciliador y registro histórico.

Eso implicaría que el poeta tiene “cierto mensaje” que tiene que dar a conocer: ¿qué es lo que trata de comunicar el poeta?

Hay que partir que la poesía refleja un estado de ánimo, ofrece sus vivencias, emociones, sensibilidad, imaginación, conocimiento, valores humanos y siempre va cargada de símbolos y concepciones filosóficas de la vida. Yo diría que el poeta es un confesor: confesamos todas nuestras penurias, alegrías, y pienso que hasta la ira con determinado fenómeno social que nos perturba en ese momento íntimo de creación. A veces encontramos determinadas interrogantes y las lanzamos para que exista de verdad una reflexión, porque no vivimos en una burbuja.

¿Hay cierta obligación del poeta de hablar de cosas de su tiempo, como problemas sociales, o es una elección personal?

Siempre debemos ser responsables con el momento que nos ha tocado vivir y creo que ahora más que nunca la poesía nos salva, nos une. Es hermoso encontrarnos en festivales y se aprecia que no importa el idioma, la región, el origen étnico y creo que se debe a la música de la poesía, las entonaciones, los ritmos nos hacen sentir sensaciones que nos elevan a un instante superior de nuestras vidas.

Pero no dejo de reconocer que existen escritores lejos de la realidad; por lo menos yo no podría crear en abstracto sin tener una vivencia y algo qué comunicar a mis semejantes. Debemos pensar en el público, en ese lector que nos espera, no podemos escribir para nosotros mismos, de lo contrario no llegaríamos a la esencia de la creación artístico-literaria.