Entrevista con el narrador mexicano Oscar de Muriel

Conversamos con Oscar de Muriel, autor las novelas Muerte en San Jerónimo (Montena, 2019) y La Sangre es Tinta (Montena, 2019), obras que son parte de una serie de tres libros, ubicados en la época virreinal, y que tiene como protagonista a sor Juana Inés de la Cruz.


Desde muy pequeño me gustaban los libros de Sherlock Holmes, de Agatha Christie y los detectivescos que llegó a escribir Isaac Asimov […]. Siempre me ha encantado el elemento casi interactivo que tienen las novelas de misterio, son como acertijos donde uno intenta resolver el caso antes que el detective. Pero es cierto que el género no se ha explotado mucho en México. Hasta hace algunos años todavía había reglas no escritas de lo que se podía y no se podía publicar aquí.

Oscar de Muriel


Oscar, eres doctor en Química, realizas traducciones y también tienes una faceta como violinista, entre estas actividades aparentemente distanciadas por su naturaleza, agregas la literatura a tu experiencia creativa, ¿cómo sucedió esto, el fenómeno de la literatura en ti?

De hecho la literatura fue primero. Recuerdo ya estar escribiendo historias a los siete años, pero también me interesa mucho la ciencia desde niño (era feliz con mi juego de química Mi Alegría).

Creo que todo esto más bien ha complementado mis historias. Mi primer libro, La Sonata del Diablo, gira todo en torno a la música. Los conocimientos de química son muy útiles cuando quieres envenenar a un personaje o hacer que algo parezca sobrenatural sin serlo. También me ha ayudado mucho la formación académica: cómo meterme a bases de datos, a bibliotecas, a publicaciones especializadas, cómo leer referencias, etc. Todo eso agiliza mucho la investigación para mis libros. Y además me encanta leer de temas inusuales. Nunca sabes dónde vas a encontrar tu próxima gran idea.

Hay poca literatura mexicana (al menos que tenga los alcances de llegar a editoriales de importancia y librerías) enfocada a la novela de misterio, de confabulaciones; sin embargo tu escritura se enfoca en crear este tipo de tramas, ¿qué te llevó a inclinarte por este género?

No puedo negar mis influencias. Desde muy pequeño me gustaban los libros de Sherlock Holmes, de Agatha Christie y los detectivescos que llegó a escribir Isaac Asimov (que por cierto también era muy fan de Christie). Siempre me ha encantado el elemento casi interactivo que tienen las novelas de misterio, son como acertijos donde uno intenta resolver el caso antes que el detective. Pero es cierto que el género no se ha explotado mucho en México. Hasta hace algunos años todavía había reglas no escritas de lo que se podía y no se podía publicar aquí. Llegabas a las editoriales con novelas de ciencia ficción o fantasía y se reían de ti. Afortunadamente eso está cambiando.

En este sentido, ¿en qué o quiénes te inspiras para armar y desarrollar tus historias?

¡Ojalá esa pregunta tuviera una respuesta sencilla! La inspiración es un misterio. A veces encuentras ideas en lo que lees, en cosas que escuchas, en la gente que conoces (mucho del saborcillo mexicano en Muerte en San Jerónimo viene de mis experiencias de la infancia, de mis tías y de mi abuela), y a veces las ideas simplemente llegan cuando uno menos se lo espera.

Para novelas históricas siempre intento hacer la mayor parte de la investigación antes de armar la trama, y muchas de las ideas vienen de hechos reales. Por ejemplo, la solución al misterio de La Sangre es Tinta (sin arruinarles el final) salió de unos documentos muy interesantes de Góngora que encontré casi por accidente.

Y dentro de tales historias, aparece una novela, parte de una trilogía, que ha llamado poderosamente la atención de los lectores: Muerte en San Jerónimo en donde la poeta sor Juana Inés de la Cruz, enclaustrada en el convento de San Jerónimo, en la época de 1688, debe resolver misteriosas muertes. ¿Cómo llegas a pensar a sor Juana como una especie de detective?

No recuerdo el instante en que tuve la idea. Fue por ahí del 2013 y desde entonces empecé la investigación. Mientras más aprendía de Sor Juana más me convencía de que habría sido una detective excelente: además de tener muchos conocimientos científicos, conocía perfectamente la mente humana y sabía ganarse a la gente (en su correspondencia se nota la diferencia de tono para cada destinatario). Y en mis novelas ella no es una detective formal; no es como Sherlock, que puede llegar y preguntar todo directamente, sino que ella tiene que investigar “de ladito”; ver cómo abordar a la gente para que sin notarlo le den la información que ella necesita.

Además de que el convento es un sitio ideal para una novela de misterio. Aporta un elemento casi claustrofóbico y de misticismo perfecto para una novela negra: sabes que un asesino (o asesina) anda suelto, pero aun así los personajes principales no pueden salir. Y todo ocurre entre velas e incienso. Muy fantasmal.

Describes muy bien la época en la que sucede esta trilogía (la Nueva España de finales del siglo XVII): los mercados, el convento de San Jerónimo, la división de razas, el fantasma de la Inquisición, la vida en el convento, la atmósfera y realidad de los negros, indios, mestizos, criollos,  españoles, sus tradiciones y creencias, la comida y, por supuesto, a sor Juana. ¿Cuánto tiempo te llevó la investigación de un personaje histórico como sor Juan Inés de la Cruz y el periodo virreinal en que sitúas estas historias?

Investigué en mis ratos libres desde 2013, pero me zambullí de lleno en enero de 2017, cuando me dieron luz verde para la serie, ¡y todavía sigo! Me ayudó mucho haber leído sobre el virreinato desde antes; siempre me ha parecido una etapa fascinante de nuestra historia de la que no se habla mucho en las escuelas. Como bien dices, quise retratar todas las razas y clases sociales, por eso es que Sor Juana tiene dos “Watsons”: una novicia criolla de buena familia (Alina) y una doncella indígena recién salvada de las milpas (Matea), y cada una aporta sus propias preocupaciones y sueños a la trama.

También ayudó que ciertas partes de la Ciudad de México (el mismo ex-convento de San Jerónimo, por ejemplo) siguen en pie y uno puede pasearse e imaginar cómo sería la vida entonces.

A Sor Juana como personaje la armé a partir de sus propios escritos, de lo que sus contemporáneos escribían de ella, y de ahí fui llenando los espacios vacíos. Me encantó darle ciertas excentricidades que ella misma admite haber tenido.

La comida fue especialmente deliciosa de investigar, y es de los elementos que la gente más me dice que disfruta. Sabemos que a Sor Juana le encantaba cocinar y que usaba los guisos para explicar conceptos científicos y filosóficos.

La segunda novela de esta serie es La Sangre es Tina que se desarrolla poco tiempo después que Muerte en San Jerónimo y en la que sor Juana ya no investiga asesinatos de monjas sino la desaparición de don Carlos Sigüenza y Góngora, por motivos muy misteriosos relacionados con un libro que puede cimbrar a la iglesia, ¿qué más nos puedes comentar acerca de este segundo libro?

Quería que el segundo “caso” fuera totalmente diferente al primero. No caer en la fórmula. El primer libro transcurre casi todo en el claustro, pero en éste se ve mucho más la Ciudad de México: la catedral, el palacio virreinal, los hospitales, etc. Hasta incluimos un mapa del periodo.

También quise ahondar en la figura de Góngora, que ha sido muy injustamente olvidado. Era realmente nuestro Da Vinci, y a él le debemos crónicas, publicaciones científicas, excavaciones arqueológicas y un largo etcétera. De hecho me frustra no poder hablar del final del libro, porque encontré detalles fascinantes sobre él.

¿Qué nos podrías adelantar de la tercera y última entrega de esta serie? ¿Para cuándo la veremos publicada?

Saldrá en 2020 y se llamará La Prisión de las Tinieblas. El caso también será completamente diferente, esta vez más relacionado con la situación política y social de toda Nueva España. Todo sucederá unos dieciocho meses después de La Sangre es Tinta, en 1691, que fue un año terrible: hubo inundaciones, sequías y hasta un eclipse de sol. Los personajes principales (Alina, Matea y por supuesto Sor Juana) también habrán cambiado y evolucionado un poco tras bambalinas.

Qué sigue para ti, en el terreno de la escritura creativa, después de esta trilogía, ¿qué nuevas historias quisieras o tienes pensado escribir?

Me faltan aún dos libros de mi serie Frey y McGray, que saldrán en 2020 y 2021, y que espero ya al fin poder traducir esa serie al español. También estaré llevando a Sor Juana a Reino Unido, donde ya me la están pidiendo (todavía no sé cómo voy a traducir cosas como “cara de chinicuil”).

Después de eso tengo varios proyectos en mente, en otros géneros y periodos históricos, pero todos están muy en el aire. ¡Ya te estaré contando por ahí del 2022!


Oscar de Muriel

Nació en la Ciudad de México. Es Doctor en Ingeniería Química, escritor, violinista y traductor. Es autor de la serie Frey & McGray, la cual fue publicada inicialmente en el Reino Unido y ya ha sido traducida a cinco idiomas. De dicha serie, en México están publicados los primeros dos tomos: La sonata del diablo y La fiebre de la sangre.

Actualmente divide su tiempo entre México y el norte de Inglaterra y se dedica de tiempo completo a escribir. La sangre es tinta es la segunda entrega de la trilogía de misterio inspirada en sor Juana Inés de la Cruz.