Entrevista con el poeta y editor Andrés Cisneros de la Cruz

Conversamos con el poeta y editor Andrés Cisneros de la Cruz sobre el proyecto editorial independiente Verso Destierro, su compromiso con la literatura, el libro electrónico; así como de su faceta como poeta y promotor cultural.

 

Andrés Cisneros de la Cruz. 1979. Poeta. Libros: Vitrina de últimas cenas (2007), No hay letras para escribir tu epitafio (2008), Como la nieve que dejan los muertos (2009 y 2010), Ópera de la tempestad (2011), La perra láctea (Inferno Ediciones, 2012) y Fue catástrofe (Rojo Siena, 2013). Estudió Letras Hispánicas en la UNAM y Comunicación Social en la UAM. Es segundo lugar en el Certamen Internacional Relámpago de Poesía Bernardo Ruiz, 2008, mención honorífica en el Concurso Nacional de Poesía El Laberinto, 2004, y en el Concurso Nacional de Poesía Jaime Sabines, 1999. Y segundo lugar en Premio Nacional de Poesía Temática Tinta Nueva 2011. Incluido en 40 antologías, entre ellas, Descifrar el laberinto (2005), el Anuario de Poesía 2007 (FCE, 2008) y Las semilla desnuda (2010). Organizador del I Debate Independiente de Crítica Poética 2013, del Torneo de Poesía (Adversario en el cuadrilátero), de los Miércoles Itinerantes de Poesía, y compilador de 40 Barcos de Guerra y de Torneo de Poesía 2007-2010. Antología de poetas sobre el cuadrilátero (2013). Colaborador del programa Luces de la ciudad y Radio Etiopía.

 

I

¿Qué te impulsó a sumergirte en el mundo de la edición independiente?

El mundo de la poesía independiente no existía tal como lo conocemos ahora, hace diez años. En aquel tiempo era como un trazo disperso de proyectos que no les interesaba en lo absoluto enfrentarse con el «espacio central» de la poesía, y los que tenían la intención, se quedaban en el intento. Al menos en la Ciudad de México, estaban las revistas y proyectos que venían de los 90, y que ya consolidados tenían una perspectiva muy confusa de lo «marginal» y lo «oficial», porque en sus revistas encontrabas poetas muy bien acomodados en el sistema, así como poetas universales, latinoamericanos, estadounidenses (pues venían de este vínculo todavía latente de la tradición que generó El Corno Emplumado, en relación estrecha con los beat), y el espacio para voces recientes no estaba definido, o llanamente, no había espacio para estos poetas emergentes. Es decir, las posibilidades para publicar sin ocupar los aparatos estatales o universitarios eran casi nulos, pues los fanzines y autopublicaciones corrían de manera sesgada y sólo entre los mismos grupos que los producían. Con ese panorama, crear una revista de poesía independiente que uniera el libro objeto, el conflicto, así como la investigación y difusión de grupos literarios no conocidos, y la publicación de autores emergentes, era necesario y sobre todo urgente. Así surge la idea de formar Verso Destierro.

 

¿Cómo nace el proyecto de Verso Destierro y qué busca transmitir a los lectores con las obras que publica?

Es en ese momento cuando decidimos (Adriana Tafoya y un servidor) entrar de lleno en una investigación de campo para buscar todo ese panorama poético que de primera instancia no era visible. Y de 1998 a 2002 nos dedicamos a conocer, entrevistar, indagar entre grupos underground, así como en reuniones poéticas en ciudad Neza, Iztapalapa y zonas alejadas del centro de la ciudad de México; en el Tianguis del Chopo, en las calle de Argentina, en Gante, etc., y encontramos lo que andábamos buscando: otra forma de hacer poesía que no era una réplica de la «tradicional poesía» publicada en los aparatos ya instituidos. Y es ahí donde nace Verso Destierro como revista; un proyecto que no sólo era un espacio para voces emergentes, sino también para poetas que pese a su calidad, no tenían un lugar en el «escaparate» de la historia general de la poesía, pero sobre todo lo que concebimos fue un proyecto de conflicto, que «obligara» a la gente de a pie a voltear hacia la poesía que estaba por surgir en ese campo de batalla que estábamos generando, y al mismo tiempo que pudiera abrir la expectativa del lector general de librería y darle una visión ampliada del espectro poético nacional. Lo que creamos no fue un proyecto marginal, sino de empuje; con la firme intención de catalizar ese hervidero de impulsos aislados y ser un umbral para su crecimiento, y al mismo tiempo donde se planteara de manera estructural un pensamiento autónomo para la concreción de otras formas de vida y crítica. Por eso a Verso Destierro lo acompaña la frase: «poesía para evolucionarte y ser».

 

Verso Destierro sale a la calle -en diversos foros al aire libre y espacios cerrados-, a hablar, decir la poesía, y en ello encontrar público, ¿por qué de esa iniciativa?

Lo que hizo posible que naciera Verso Destierro es el hecho de que se distribuye de mano en mano, y que incluso antes de nacer, tanto Adriana como yo, renunciamos a nuestros trabajos anteriores, para sobrevivir netamente de la poesía y reunir el dinero para lo que sería el primer número de Verso Destierro en 2004, con el tema de «Existencia». Desde 1995 para mí la calle y la poesía han sido un modo de vivir, sobrevivir y hacer vivir la poesía, y desde el año 2000 no aventuramos a soltar las amarras del mundo instituido para encontrarnos de frente, únicamente con nuestro trabajo editorial y poético con la gente; y la gente está en la calle, en las plazas, en los cafés, cantinas, en el metro: por eso gran parte de las personas que hemos ido conociendo a lo largo de estos doce años ha sido en los espacios públicos y no en las reuniones culturales. Decidimos abandonar los trabajos convencionales para sobrevivir y dedicar 100% de nuestro tiempo a la poesía para vivir.

 

¿Qué opinas del libro electrónico, de las plataformas digitales que están generando especulación con respecto a la futura eliminación del libro-objeto? ¿De qué manera afronta la “modernidad” Verso Destierro?

Para Verso Destierro el libro objeto ha sido siempre su motivo de ser. El reto para nosotros era generar un libro objeto que al mismo tiempo pudiera tener un tiraje de 2 mil ejemplares, y por eso cada número de la revista tiene un diseño distinto y es un objeto en sí; pero también lo realizamos con la idea de que los lectores convencionales lo puedan adquirir y su costo no se excediera. Porque ha pasado eso también, que un libro, únicamente por ser uno de cien, aunque la calidad no sea óptima, te lo venden al triple de precio. Para nosotros la idea es hacer un libro de arte, bello, de buena calidad y sencillo para que sea accesible.

Respecto a las plataformas digitales, puedo decirte que las ocupamos. Son complementos importantes y que agilizan la promoción y difusión de la poesía, así como los eventos en general, y que por supuesto tienen su encanto. Pero la edición digital está en su etapa primaria. Hacer un pdf y publicarlo no es editar digitalmente, es tener un libro digitalizado. Editar de manera digital libros es todavía algo que no se alcanza a vislumbrar. Por ahora es un soporte para el libro tal como lo conocemos. El editor (en particular el editor independiente) del futuro tendrá otro tipo de retos y que tienen que ver con la generación de softwares de hardwares emancipatorios. Porque el editor oficial ocupará los hardwares y softwares confeccionados exprofeso. Porque las empresas tienen el dominio de las estructuras que ocupan casi todas las personas en su computadora y han ajustado todo para que se automaticen las actualizaciones de software que son usadas para «incluirse» en una red social, pero también al capital activo y vida laboral del país; por eso los editores independientes del futuro tendrán que ser programadores para buscar modos de hacer libros en formatos y estructuras diferentes. Holográficos tal vez; libros laberinto o realidades virtuales de palabras (donde partitura e interpretación se concreten, ¿por qué no? en un mismo plano) y planteen inherentemente retos ontológicos. Al final el punto crucial del creador y el editor (que es otro tipo de creador) es: ¿para qué haces las cosas?, y preguntarse si las estructuras ya confeccionadas sirven para el propósito de tu creación.

 

II

 

Para ti, ¿qué es la poesía?

Es un lento y largo proceso de desenajenamiento. Y en cada paso se requiere un acto de transformación: creaciones que darán soporte al proceso de tus reestructuraciones. La poesía es evolución; pero la evolución no es total. El desarrollo humano es un ecualizador en el que caben todos los estados por los cuales ha cruzado a lo largo de su historia; y ese ecualizador puede percibirse tanto socialmente, como en el individuo. La poesía es una herramienta para transformar la realidad.

 

¿Quiénes son tus influencias y por qué escribir poesía?

Cuando uno se casa con una idea de influencia se une a una escuela, de la cual podrá derivarse o integrarse, pero que asume como punto de partida para la ontogénesis. Sin embargo la influencia, desde mi punto de vista, no se asume como una particularidad, sino como parte de un cauce sensorial completo. Para mí las lecturas que perduran profundamente son las que logran empatizar con mi propia guerra y me aportan herramientas para entender o vislumbrar con mayor claridad el entorno estético que me contiene. La literatura rusa fue un impacto, Gorki y Dostoievski, Chejov, luego Strindberg, o en España (las crónicas poéticas de Azorín) o el esperpento de Valle Inclán, lo monstruoso de Dámaso Alonso; lo grotesco de Buero Vallejo, las lecturas de Beckett, Sartre, Camus, Ionesco, aquella antología de poesía inglesa realizada por Isabel Fraire, o de la poesía francesa el Adán negro, surrealismo del trance, del ritual social. Walt Whitman y León Felipe, César Vallejo y Miguel Ángel Asturias, italianos, Papini, Calvino, en el cine, Tarkovski, Fellini, Ripstein, Greenaway, Egoyan, Agelopoulos, Kieslowki, Jodorowsky, etc., y Yolanda Lastra con su sociolingüística. En la poesía mexicana cuando descubrí a Enrique González Rojo Arthur, Ramón Martínez Ocaranza y Orlando Guillén, cambió mi panorama; me hizo revisar de otro modo a los estridentistas, poeticistas e infrarrealistas; a la misma Espiga amotinada. Leer a poetas como Horacio Espinoza Altamirano, Norma Bazúa, Abigael Bohórquez, Max Rojas, Aurora Reyes, te cambia. Porque escribir poesía es abrir el pozo de tu mente para que puedas ver desde afuera el caudal de tus pensamientos, la figura de tus emociones: hacer un balance y trazar en el plano de una página (un árbol) el diagrama de tus transformaciones. El esquema de tu propia arquitectura. La crítica al árbol cerebral, la poda de la flor de los pensamientos.

 

¿Qué sigue para ti en el corto plazo como editor y promotor cultural y tanto más como autor?

Esto apenas comienza. La poesía mexicana tiene tantos caminos sin explorar que como editor el trabajo es arduo para revisar «las historias» de la poesía mexicana, tanto en lo poético como en lo social; y la poesía se está reestructurando, está en un momento vital, donde tomará muchos caminos, y sobre todo cambiará la forma de leerse, porque lo que se consideraba centro en un futuro será sólo un fragmento de lo que será la poesía. Por eso, con Verso Destierro estamos realizando Debates de Crítica Poética Independiente y crítica de facto. La visión dictatorial quedará atrás en algún momento, si la idea de «independiente» no se estanca en ser solo un «margen» o una modo «alternativo» de publicar, sino que en realidad el poeta asume su autonomía como una forma de vida, una estética particular que garantizará una proliferación de especies poéticas, una riqueza nunca antes vista en el jardín de la poesía. De igual modo las estructuras se enriquecerán, el Torneo de Poesía Adversario en el cuadrilátero, que es el único en el mundo en plantear la poesía cual «deporte intelectual», tomará su importancia, y por qué no, tal vez en un momento estará como deporte, no como loas al deporte, sino como deporte dentro de los Juegos Olímpicos. Eso más que un reto, es una posibilidad, y México será sede de ese epicentro. Y la poesía será y es testigo de la forma en que libramos la guerra más violenta y cabrona que puede haber, la de transformar la vida.

 

Nota: la presente entrevista se publicó originalmente en nuestra edición XIII.