Entrevista con el poeta mexicano César Cañedo

Entrevista con el poeta mexicano César Cañedo: conversación que ronda su contacto con la poesía, sus más recientes obras y a los elementos sociales a los que se está enfrentando la literatura, la poesía, LGBTTTI.

 

Sobre César Cadeño

Poeta, atleta, profesor y jota. Miembro de la casa de Vogue House of Apocalipstick. Fundador y codirector del Seminario de Literatura Lésbica Gay, UNAM. Es candidato a Doctor en Letras por la UNAM. Organizador y coordinador del Coloquio de Letras Diversas de la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM. Actualmente se desempeña como profesor de literatura, además de impartir talleres de creación literaria. En la UNAM imparte clases sobre teoría quer, corporalidades y literatura. Ha dado charlas, conferencias magistrales y ponencias sobre temáticas de diversidad sexual y literatura.

Ha publicado poemas y cuentos en diversos medios impresos y electrónicos. Tiene dos poemarios: Rostro cuir (Mantra, 2016) e Inversa Memoria (Valparaíso México, 2016). Una muestra de su poesía ha sido antologada en el libro Afuera. Arca poética de la diversidad sexual (Diablura Ediciones, 2017).

 

¿En qué momento ocurre tu primer contacto con la poesía?

Fue con el libro 100 poemas para declamar o algo así, una antología que editaban mucho y que me encontré en casa de mis abuelos cuando iba en la primaria. Entonces ahí conocí las joyas sonoras de nuestra tradición y me encantaron, había mucho Darío, por supuesto, y también Nervo, Nájera, Peza, y algo de ahí se me quedó. Entrené bien el oído de chiquito.

 

¿Quiénes son tus influencias literarias?

Mi Jotísima Tribidad está compuesta por Abigael Bohórquez, Salvador Novo y Pedro Lemebel.

 

¿A quién busca encontrar tu poesía, la esencia de tus poemas?

A mí, a una idea de mí en constante transformación, caótica y rebelde. Mi poesía se mueve mucho en lo vivencial, muchos de mis poemas son pensados para alguien en específico, afectos, cuerpos, amistades que me han marcado y eso importa a la hora en la que escribo.  Me gusta también escribir para reconciliar las partes de mí que en distintos momentos y por diversas razones había escondido.

 

Tú eres un poeta desinhibido, pero no en un sentido de rompimiento sino de continuación de este despertar de la diversidad sexual en el entorno social y literario –con tu poesía-, ¿estás de acuerdo en esta percepción o qué te ha llevado a conseguir esta libertad que en sí misma significa, después de todo, la igualdad?

No podría hablar de igualdad, sino de diferencias, de equidad, de diversidades, desencuentros y motivaciones distintas. “Hablo por mí diferencia” decía Lemebel, y es que sólo podemos hablar desde ahí, desde nuestra voz auténtica. Por eso mi voz es deshinibida porque he aprendido que para poder ser tengo que mostrarme, ya sea para compartir o para confrontar; es decir, mostrar que hay otros modos de ser y habitar el mundo -a veces rompe o confronta, aunque lo que busque sea simplemente encarnar otra manera de disfrutarme y expresarme, la mía.

 

Inmersos en el contexto de literatura LGBTTTI o específicamente en la literatura gay, ¿a qué se está enfrentado esta literatura en la actualidad, esta poesía? ¿Qué valores o elementos poéticos encuentras en ella?

Nos estamos enfrentando a la normalización, a que a las recientes generaciones nos resulte muy difícil encontrar un “para qué” crear desde la disidencia, a un sistema que nos adopta para hacer un mercado con nuestras identidades y todo esto lo tenemos que (re) negociar y encontrar estrategias para subvertir, incluso desde la literatura. Me parece que una estrategia es no estar conforme con la identidad, evitar suscribir las prácticas y actitudes de la masculinidad hegemónica (blanquear lo “gay”, volverlo barbado, con poder adquisitivo, joven), y también evitar representar siempre eso en el arte, evitar que sean los mismos cuerpos, la misma erótica, y dar paso a otras maneras de hacer y compartir poesía, a representar otras realidades, a cuestionar más lo que entedemos que somos  y a encarnar expresiones más disidentes y abiertas como jotas, locas, obvias, maricas, (para el caso “gay”). La poesía, al permitir tanto el juego con el lenguaje permite también reconstruir esas otras realidades. También se presta al juego con la poesía performática, y a entablar diálogos con otras artes (crear canciones, hacer videos, conectar con la danza) para impactar nuestro aquí y ahora. Me parece que el valor de estas literaturas diversas está en la conciencia de una ética que está al mismo nivel que la estética y que la politiza, que nos compromete a mostrarnos inconformes con las identidades en general y con la que decidimos agenciar en particular. Nuestra relación con la escritura es otra, escribimos para existir, para desafiar, para representar lo que nos conforma, lo que nos apasiona, lo que nos pesa, así como nuestras prácticas de afectos y deseos, no vamos a escribir de cualquier cosa ni de aquello que se considera “bello” para todxs, es decir despolitizado.

 

Volvamos a tu obra, háblanos un poco de tu libro Rostro Cuir

Rostro cuir es mi primer poemario, publicado por la editorial independiente Mantra y me encanta. La edición es modesta, artesanal, con poca distribución y aún así su circulación ha sido sorprendentemente buena. Hablo ahí del dolor y del gozo, de lo que significó sentirme en un cuerpo incompleto y diferente y cómo pude reconciliarme con ello y después crear desde ahí. De niño me pesaban mucho las miradas por haber nacido con una malformación en la oreja, y ahora me encanta que me vean, me descubro exhibicionistas. Las miradas que yo interpretaba como de rechazo, asco, reprobación, ahora las veo como de curiosidad, deseo, gusto por lo diferente y desconocido. En Rostro cuir aparecen 17 poemas, muchos muy entrañables. Debo decir algo más, Rostro cuir no fue planeado, yo esperaba la publicación de mi primer poemario (que terminó siendo el segundo, Inversa Memoria) cuando recibí la invitación para publicar e hice una apresurada selección de mis poemas que finalmente me ha dado muchas satisfacciones y me ha conectado con mucha gente que ahora es parte imporante de mi vida.

 

En fechas recientes la editorial Valparaíso Ediciones publicó tu obra Inversa memoria, ¿qué nos puedes contar acerca de este libro?

Inversa Memoria es el poemario que yo soñé y construí para ser mi primera publicación, aunque el orden de publicación también se haya invertido, lo cual resulta ahora muy simbólico y lindo. Está compuesto por 31 poemas con un orden y una intención bastante trabajadas. Lo construí como una antología falsa, de hecho la idea del proyecto llevaba por título “Autología”, y de ahí que las secciones sean los supuestos poemarios que habría de escribir hasta mi muerte; demás, algunos de los poemas de Rostro cuir también están en Inversa Memoria, con lo que el juego de la “antología” cobra otras dimensiones. Muchos acontecimientos son escritos desde el anhelo, desde la reescritura del pasado y el futuro, y si mi inversa memoria no me falla, algo se ha cumplido y algo más se cumplirá de ahí. Es un poemario entrañable, trabajé mucho, varios años, en él, me apasiona y me ha dado grandes satisfacciones. Estoy muy contento y agradecido por haber sido incluido en la colección de la Nueva Biblioteca de Poesía Hispánica de Valparaíso México y Círculo de Poesía porque es un catálogo con alto impacto, distribución y circulación, y además la recepción que ha tenido el poemario me ha dado muchas satisfacciones y orgasmos.

 

¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?

Mi pasión y horas de trabajo están dedicadas por el momento a terminar mi tesis de doctorado, sobre algunos libelos muy divertidos de finales del XIX en México, de un periodista olvidado que se llamaba Adolfo Carrillo. Ya quiero acabar esa tesis para seguir  con mis proyectos más literarios. Sigo explorando a mi mentora poética, Abigael Bohórquez, en mis recientes trabajos que espero se concreten en un poemario.

 

***

 

Hablo

 

Nací sin una oreja.

Y mi abuelo en sus manos

presentándome al mundo malformado,

y mi madre diciendo: ¡hay que arreglarlo!,

y mi padre diciendo: ¡yo lo pago!,

y mi abuela, tan solo: ¡qué belleza!

y ese niño incompleto creció y se hizo poesía

incompleta.

He aquí mi cántico sulfúrico.

La misericordia me llegó del culo

y me encendió las noches

en que mi cuerpo

incompleto

mi amor

incompleto

mi rostro

incompleto

se encarnaban

de la diferencia.

Con el pegamento

de los compañeritos del kínder

y el gesto inclino de Jesús abierto

y machacado en su compasión por mí,

como Dumbo de circo

sin todo lo que le sobra,

pásele a ver a la mujer araña,

pásele a ver a la carcacha humana,

pásele a ver al joto de este barrio,

pásele a ver al que será joroba,

sábana de miedo,

pesadilla de ridículo,

flor de asco,

estrella de tres picos,

chuequito,

arrancado del cielo de la simetría

perfecta, de la griega belleza,

del cerrado monumento.

Sin aristas, con cachos,

retazado de versos,

siempre copia fiel de incompletud completa.

Cuir antes de lo queer,

torcido de selección natural,

herencia de un patriarcado que te esconde,

pelo largo para ocultar sus fallas.

 

Y se me abrió el poema

como la flor de loto en que me siento

para no ser original

ni registrado made en el Olimpo

porque sería un exceso

que yo con tantas marcas

buscara lo perfecto

en lo absoluto de un culo sin flatos,

en las constelaciones de la noche Ocolome,

en el río Fuerte, que siempre es el mismo río, porque la presa no abre la compuerta,

y empecé a sonar con voces impostadas

pedacitos de versos que eran de otros,

de Darío, de Novo, de Bohórquez,

de la víscera seca, del maizal en invierno,

de la princesa triste de labios de clítoris de fresa,

del zagal que se vino vino,

del marcial que se corre corre,

de los gachos y cursis románticos tan nuestros,

del dildo del hechizo que más quiero

y en medio de nosotrxs

mi madre oliendo a Dior

y un no sé qué que queda

que no que no

que Noa Noa

¿vamos?

 

Hay tantas metáforas en el mundo

que mejor las reciclo.

Hago oropéndolas de tantas tan perfectas

mamadas

y las vendo en la feria,

¿traes feria?

a peso si es barroco,

a cinco si es soneto,

a tres por diez Vallejo,

el César que me ganó

el derecho de ser único César

y entonces soy Cesárea de mi rostro

de mis versos y mis hombres

que esos sí, no reciclo.

Me enseñaron de niño

que una costilla,

un cartílago blandengue

(por más del Génesis que suene)

puede ser una oreja que no oye,

y no agradezco al cielo la ironía,

y llenarse de pelos que eran púbicos

para la alquimia de sonrisa perfecta

a la que se le nota el truco

como a mis ortosílabos,

versos que nacen del ano

que van a dar en el dar

que es el plaisir

de la petite mort jotuá

y así creí en la magia del poema

a mi manera.

 

¿Si un día no fueras mayate

qué querrías ser?

Mariposa.

Todo queda entre bichos

y entre bichis.

Y por la tambora

que si alguien no me entiende

cáigale a Sinaloa

donde se rompen los machos,

donde nací quebrado y descompuesto

en medio del narcosilencio

que te arrulla en las noches rorro nene.

 

Derramando poesía

igual que semen

en aleteos de chupa

rosa,

una tarde se entrega

otra despierta

a tanto amor

de espaldas,

y cobijo mis miedos

en toda mi asimetría,

tuércele al verso el rostro,

y mi sonrisa torcida

es la perla que brota de la pérdida,

de raspar el dolor en tantas burlas,

de soñarme poeta

y ser fallido

y encontrar gozo en ello.