Entrevista a Luis Alberto Ambroggio por Xánath Caraza

Luis Alberto Ambroggio ha sido calificado por la Revista de la Casa de América, como “«Representante destacado en la vanguardia de la poesía hispanoamericana en los Estados Unidos», es miembro de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, de la Real Academia Española y reconocido como Miembro Honorario del Instituto y Patrimonio Cultural Rubén Dario de León, Nicaragua. Con más de veinte libros publicados en los géneros de ensayo, narrativa y poesía, entre ellos: El arte de escribir poemas (2009), Cuentos de Viaje para siete cuerdas y otras metafísicas (2013), Estados Unidos Hispano (2015). Poemarios: Poemas de amor y vida (1987), Oda ensimismada (1992), Los habitantes del poeta (1997), Laberintos de Humo (2005), La desnudez del asombro (2009), Difficult Beauty (2009), La arqueología del viento (2011: 2013 International Latino Best Book Award), Homenaje al Camino/Tribute to the Road (2014). Todos somos Whitman/We are all Whitman (2016), En el Jardín de los vientos. Obra poética 1974-2014 (2014), Edición crítica de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, Carlos Paldao y Rosa Tezanos-Pinto, eds.,seleccionado como uno de los mejores libros del 2014 en Infobae, Argentina, Principios Póstumos (2017). Nominado en el 2015 para el premio internacional de poesía Reina Sofía. Antologías:Argentina in Verse (1996), Al pie de la Casa Blanca. Poetas hispanos de Washington, DC (2010), De azul a Rojo.Voces de poetas nicaragüenses siglo XXI (2011). Traducción: Ginza Samba (2014) versión bilingüe de la poesía selecta del poeta laureado Robert Pinsky, Antología de poetas laureados estadounidenses (2018). Algunos reconocimientos: Premio Simón Bolivar, Trilce, Beca Fullbright Hays, Orden de los Descubridores de la Hispanic National Honor Society, Doctorado Honoris Causa Tel-Aviv, Israel, declarado Hijo Adoptivo de la ciudad natalicia de César Vallejo.  Sobre su obra: El cuerpo y la letra (Mayra Zaleny Ed.: 2008), El exilio y la Palabra. La trashumancia de un escritor argentino-estadounidense (Rosa Tezanos-Pinto Ed.: 2012). Traducida a doce idiomas, su poesía ha sido elegida para el Archivo de Literatura hispanoamericana de la Biblioteca del Congreso.

Luis, ¿pudieras compartir con los lectores de la Revista Literaria Monolito un poco sobre tu libro Principios póstumos?

LAA: Como digo en mis palabras preliminares la compilación de estos dos poemarios y el título que los congrega, Principios Póstumos, surge dentro de los vientos whitmanianos y vallejianos que han agitado mi vida, porque ambos son partes de esa búsqueda de fábula, exitosa y fracasada, en el camino libre de la complicada existencia. Me fascina la realidad ambigua del reciclaje, de que la vida es un préstamo y pago, siempre un círculo de recompensa; existencias que al morir se convierten en nueva vida, alimentando las Hojas de hierba de Whitman y cómo Kierkegaard maneja el concepto de repetición con un sentido de recreación. En fin, el sentimiento de que el final es un comienzo, la muerte también se transforma de algún modo en nueva vida, el reciclaje del espíritu, el cuerpo como abono de nuevas vidas que a su vez alimentan otras existencias y, por lo tanto, un Yo que vive en todos, en la naturaleza, en el universo.

De niño, ¿quién te acerca a la lectura?

LAA: Mi madre, siempre profesora, que a los once años, viendo mi predilección por la poesía y, estimulada por su colega profesor en la Universidad de Córdoba, el vallejiano Juan Larrea, me regaló una antología de César Vallejo. Son curiosas las vueltas de la vida ya que hace unos años me nombraron hijo adoptivo de la ciudad natalicia de César Vallejo.

¿Cuándo nace Luis Alberto Ambroggio como poeta?

LAA: Desde niño me gustaba la lectura de poemas, además de los entonces consabidos libros de Julio Verne, Salgari  y otros escritores populares en los años cincuenta Recuerdo que en los primeros años de secundaria, siempre salía segundo en los concursos de poesía por escribir en versos libres y quien me ganaba lo hacía con sonetos. El estudio de filosofía provocó aún más el cultivo del género poético para expresar con pasión y brevedad profunda esas inquietudes humanas que nos inspiran. No sé cuándo el poeta nace o se hace, pero esos son los contextos de ambas situaciones para llegar a lo que  Juan Ramón Jiménez afirmaba de “que la poesía es el encuentro después del hallazgo”; en realidad creo que para mí es siempre la elegía o celebración de una búsqueda de lo que fuimos, lo que somos, lo que deseamos ser.

¿Quisieras compartir algo más con nuestros lectores?

LAA: En Principios Póstumos sólo intenté expresar con pasión y emoción el continuo cosquilleo de esas vivencias en el proceso, apropiándome de metáforas, experiencias, imágenes, alegorías, símbolos, todo lo que me permitiera respirar con autonomía la racionalidad de esa locura, acaso el juego ontológico de la verdad incierta que nos define y encierra en las aproximaciones de Michel Foucault y Max Weber. Por eso, construí con palabras ilusas el Circo de cada día, la magia, payasadas, risas e increíbles escenas cotidianas que festejamos en medio de su asombrosa complejidad, en este viaje fascinante en cada uno de sus actos entre alegrías, tristezas y el oxímoron de todos los contrarios, paradojas, inauditos reencuentros. Y a su vez, en La enseñanza del giro, poeticé lo que uno aprende en la curiosa suerte de nuestro destino previsible e imprevisible en el correr, circularidad del tiempo y sus estupores. Nunca se trató de un ejercicio de explicación sino simplemente del difícil balbuceo de pálpitos, una voz arisca de carne humana que explora íntimamente el misterio y fabrica la escultura de la revelación  solitaria que nos acompaña en la sobrevivencia, con la felicidad sibilina de las palabras, de su contenido azaroso y rebelde.

¿Pudieras compartir algunos poemas de Principios póstumos con nuestros lectores?

Elijo dos de la primera parte El circo de cada día:

TRES ACTOS DE CIRCE

1.

Hija de titanes, sol y océano,

hechicera, me sedujo esta diosa

a recorrer la prestidigitación de sus leyendas.

La vi convertir a sus enemigos en animales,

lobos son, leones lisonjeros, perros,

que rodean el brillo de su palacio,

halo de piedra en el bosque de la isla Eea.

Me ilusiona morar ufano

en la carne de su telar

para que no se desvanezca mi cuerpo.

Se adueña de los sentidos

con la selva de sus encantos,

suspiros que montan

la levedad de las brisas

y por igual enamoran 

a hombres y dioses.

Me fascina la varita fuerte,

celosa de sus caprichos;

las pociones de sus venenos y placeres,

que transforman animales, amantes,

padres, acaso hasta al Mago sublime de los viajes,

Ulises, Odiseo, cuando llega con la vela desplegada

de su curiosidad y las estrofas.

2.

Porque en su viaje de conquistas,

también lo atrae a Odiseo y su nave,

y luego altera, con calidez hospitalaria,

a sus griegos en cerdos,

excepto por Euríloco, guardia astuto,

que no entra en el desesperado

manjar de los embrujos.

Éste le avisa a Odiseo, su jefe,

sobre los trucos transformantes de Circe;

y Hermes, mensajero de los dioses,

le da el secreto para vencer

las artes maléficas de la bella anfitriona:

tomar la planta moly antes de beber

los jarabes que Circe le ofrezca.

Así lo hace y deja sin efecto

el poder brujo de su vara.

Espada en mano pacta con ella

que sus hombres volverán a serlo.

Y cae bajo su hechizo de mujer

bebiendo con ella por un año

los placeres del atractivo,

en las playas del amor y el deseo,

sin olvidar a Penélope.

Nacen hijos, otras magias de sirenas.

Guardo para siempre

en mi corazón este pasaje.

Y en la ilusión de un hipnotismo

bestial con Hesíodo me pregunto:

¿Seré yo también un hijo

de Odiseo y de Circe,

esposa además de Zeus?

¿Seré hermano de Fausto, Latino,

camino a Ithaca u otra roca errante

en este feliz mundo de locuras?      

3.

He recorrido en el cerco

de páginas, la carpa de mi dicha,

estos actos de hadas,

leyendas, enamoramientos, rutas

y en mi peregrinación por el poema

beso el libro de Homero,

me purifico en la inmortalidad

con Circe y los argonautas,

Odiseo y Penélope.

No rechazo ningún amor

porque odio ser pájaro carpintero

o un monstruo de seis cabezas,

antes de ser tierra en la luz,

el corazón de las sombras.

Quisiera vivir la realidad de la leyenda

en el sendero transparente de los mitos.

Tengo una entrada para el Circo Circe

y veré allí nuevamente otros actos

de payasos insurrectos.

Los huecos se llenan.

CONTORSIONISTAS

“No entiende nada de literatura aquel que solo toma en consideración a los autores consagrados. Un cielo solo con estrellas de primera magnitud es una aburrida patraña. No es el firmamento”.

                                                           Bertolt Brecht

Uno quisiera impresionar con sus contorsiones

frente a la audiencia entusiasmada del mundo.

pero lo ubican, queriendo o sin querer,

en el grupo de los desaparecidos,

desconocidos, ignorados, sin agencia

por las posibilidades de porcentajes inexistentes.

Y no hay circo que los contrate o los festeje.

Despreciados por los dioses,

sin el amparo del equilibrio o la postura esperada,

sin togas, ministerios y escuelas,

se retuercen con el arte de la flexibilidad

por encima de la sumisión y el protocolo.

No son caducos. El pueblo los retiene.

Las contorsiones demuestran

con lujo de repeticiones

la extraordinaria sabiduría

de la aparente estupidez,

la petulante estupidez de la sabiduría,

siempre una rebelión de versos contra su dominio.

“A orgullo y estupidez  del mismo árbol

verás crecer”, viejo dicho.

Admirando las contorsiones

cabe precipitarse con hilaridad

en la competencia.

Tantas veces uno practica

la contorsión de un enamoramiento

y otras escribe un tiro al aire

camino al más allá.

Y dicen que le salió bien.

Saltibanquis, payasos, confabuladores,

poetas ventrílocuos y maldición en llamas.

La poesía no se vende como la riqueza

de ciertos nombres valiosos por la fama

que comercializan las agencias, las fábricas

de cánones, de libros sembrados al infinito.

Kristina Kireeva, o los del Circo del Sol ,

no se inmolan a los concursos;

reciben espontáneamente

los premios repetidos

del sonido de las manos;

pueblan de estrellas la luna ciega

o el firmamento del pueblo;

respiran sin consagración la pericia.

¿Quién hace aparecer el 0, como infinito

ausencia sin pecado o multiplicador de panes?

¿Porqué desaparece el 1 del milagro?

¿Cómo se levanta el 6 en un 9, el 11 de mi nacimiento,

el 2 que hacen un 3 y los miles del universo,

y la multiplicación de los viceversas?

El destino implica esas elasticidades,

la mañas de los juegos, inversiones, dobleces,

que no siempre resultan divertidas.

Y dos de la segunda parte La enseñanza del giro:

OTRAS SETENTA VECES SIETE

Siete horas de cielo,

siete horas divinas,

siete horas de amor,

siete horas en un cronómetro sin espadas.

¿Cuántas veces siete horas

alimentan una vida?

Siete horas dos vidas en una.

El continuo apogeo

del setenta veces siete

don fértil de la sorpresa

en la intemperie del milagro

que crea, perdona y resucita.

LA ENSEÑANZA DEL GIRO

Quisiera escribir la muerte

con errores de ortografía.

Decir en cambio, por ejemplo,

suerte,

fuerte

u otros giros del idioma,

de lo que murmura lo que siento,

de lo que desea la llama pura.

La esperanza nutre

la anécdota rebelde de la vida.

Todo tiene su vuelta

en la mitad de los volúmenes,

el hogar de la razón y el sentimiento,

quimeras y epifanías,

la alegría y la tristeza,

la vivencia y la nostalgia,

el pasado y el futuro de la biografía,

entre dos ojos abiertos.

Mientras el cuerpo se oxida

nacen pueblos nuevos y otras invenciones

que limpian casi todo.

El soliloquio gris se llena de compañía.

El final no es sino el comienzo

en el predio de los desbordes ancestrales,

el territorio inagotable del horizonte,

aprendizaje cotidiano del vivir, la muerte, lodos y flores

hasta el sepulcro fertilizante.

El tiempo y el espacio liman las incoherencias.