Entrevista a Álvaro Hernando por Xánath Caraza

Esta semana para Revista Literaria Monolito una entrevista a Álvaro Hernando.  Álvaro nació en Madrid y desde muy temprana edad fue un lector voraz.  Desde los primeros días escribe poesía, aunque sus publicaciones se enmarquen inicialmente en sus dos caras profesionales: periodismo y educación.   Gran parte de su creación se desarrolla en forma de diálogo con creadores (ilustradores, compositores, bailarines, fotógrafos, pintores y escritores) como Berta Salvador, Enric Riu, Javier Schejtman, Igor Gayarre o Clara Luna, entre otros.  La experimentación es importante para un autor que está absolutamente convencido de que el escritor no puede completar el mensaje de sus versos por sí mismo, sin la co-autoría re-creativa del lector.  Entre sus obras encontramos: Mantras para bailar (2016, Editorial Pandora Lobo Estepario, Chicago) y los poemarios inéditos: Geografia del Alma, Chicago Express y La Herida Eterna. Además, este polifacético autor escribe microrrelatos, piezas teatrales, guiones y letras musicales.  Su estilo parte de una verosímil naturalidad descriptiva, para, desde el conocimiento de la escena, invitar a un juego de complicidad, con olores, sonidos, texturas que se evocan inequívocos y sensibles, con pensamientos genuinos.

 

¿Quién es Álvaro?

Maestro, inmigrante privilegiado.

¿Quién o quiénes te introducen a la lectura?

Mi padre me regaló Las fábulas de Lafontaine. Luego llegaron los cómics semanales de Shazam o Superman.
¿Dónde fueron escritos los primeros poemas? 

El primer poema nace en Madrid, con 8 años de edad. Decidí publicar hace dos años. Luego llegó el encuentro con Miguel López Lemus y su editorial en Chicago, Pandora Lobo Estepario. Siento emoción y pudor a partes iguales.

¿Tienes poemas favoritos de otros autores?

Muchos. Algunos de españoles en activo, de enorme belleza, como Tulia Guisado, de emergente y poderosa lírica; o Miguel Veyrat, maravilloso e inspirador; Hilario Barrero, de sensibilidad extrema. Ausentes ya: José Hierro y Miguel Hernández.

Y decenas más de todo el mundo: Kavafis, Rosalía de Castro, Rilke, Elvira Daudet, David González, Dante, Wolfe, Brezmes, Gloria Fuertes. Nunca unos sin los otros. Faltan mil más.

Los versos que os comparto son de Hierro. Una declaración de intenciones ante las encrucijadas de la vida:
«Serenidad, tú para el muerto
que yo estoy vivo y pido lucha.
Otros habrá que te deseen:
ésos no saben lo que buscan.
(…)».
Creo que la vida sin pasión es de una mediocridad tal que debería ser castigada con la inmortalidad. La serenidad, en estos tiempos de lo políticamente correcto, se busca como un refugio poco iluminado del que la mayoría no quiere salir. Frente a esa serenidad yo busco pelea, con instinto suicida, si se necesita.

¿Cómo es un día de creación literaria para ti?
Suelo grabar mis ideas, transcribiéndolas y trabajándolas después. Cuando llegué a los EE.UU. tenía varios cuadernos repletos de poemas y cuentos. Los fui ordenando en invierno. Escribo todos los días, da igual hora y lugar.

¿Cuándo sabes que un texto está listo para ser leído?
Mis textos son inacabados, los cierra el lector. La madurez me llega tarde. Mis tres primeros poemarios son una muestra de esta evolución. El cuarto llega tras un encuentro con el escritor Carlos Jiménez Arribas, quien, tijera en mano, destroza mis poemas. Fue valiente y sabio. Desde entonces busco imágenes diferentes, más complejas, diciendo más con lo que callo.

¿Qué tanto hay de España en lo que escribes?
Hay corrupción y afán de reconocimiento en mi poesía. También mucha lealtad, honestidad y altruismo. Todo es contradicción. España es pura contradicción. Mis poemas son un producto ibérico made in USA.

¿Cuál piensas que es tu papel como poeta? ¿Crees que hay alguna responsabilidad?
Soy leal a la verdad, la belleza y a la justicia social. Si nos otorgan voz usémosla para ayudar. El compromiso importa.

¿En qué proyectos estás trabajando ahora?

Tengo dos poemarios en proceso (Lobo Estepario), otro camino de una editorial en España y varios en el cajón. Sigo trabajando en dos obras de teatro, una novela corta y un conjunto de cuentos que se me resisten. ¿El proyecto más curioso? Un guión para un poético cortometraje, basado en el cuadro de El Bosco, El jardín de las delicias.

¿Qué consejos tienes para otros escritores que comienzan?
No se puede escribir bien poesía en prosa sin leer los libros de Carlos Jiménez Arribas y de Hilario Barrero.

¿Hay algo más que quisieras compartir?
Agradecimiento hacia Miguel López Lemus (editor), Marcos Gómez Rodríguez -el Vasco que recuerda a El Bosco- y Nuria Arévalo (correctores). Mención aparte para Carlos Jiménez Arribas y Tulia Guisado.