Entre líneas

Según el diccionario de la RAE, leer entre líneas es ‘suponer en un discurso la existencia de un sentido no explícito’. Me parece de lo más poético ese entre líneas del que tanto se habla y tan poco se sabe. Un entre líneas que podría ser también una segunda lectura. O una lectura dentro de la lectura.

Me subyugan los libros que tienen múltiples lecturas. Textos plagados de lecturas entre líneas que me acercan al autor. El libro es pura comunicación. Tú escribes y yo reescribo. Yo cuento y tú recuentas. Cada lector reescribe el libro que está leyendo. Así pues, un libro tiene tantas versiones como lectores.

Escribir no es contar una historia. Escribir es hablar de lo que tienes dentro sin mencionar lo que tienes dentro. Escribir es mostrar tu universo personal del revés o de una forma abstracta o dándole la forma que más te gustaría o la que no te gustaría en absoluto.

Leer se asemeja mucho a escribir. Leer no es devorar una historia para ver qué pasa. Leer es buscar en la historia de otro lo que tienes dentro. Leer es penetrar en tu universo personal a través de la historia de otro u olvidarte de ti para acercarte al autor o simplemente soñar.

Hoy no hablo de un libro porque en este momento estoy leyendo mi Trilogía de Calpe. Ya he terminado la primera historia. Me ha gustado más de lo que esperaba. Disfruto más leyéndome que escribiendo. Escribir requiere esfuerzo. Leer también, pero menos. 

Volviendo con las lecturas entre líneas, creo que no es algo que se debe buscar ni a la hora de escribir ni a la de leer. Tanto la escritura como la lectura deberían ser espontáneas. Esto que estoy escribiendo, por ejemplo, surge casi solo y la verdad es que no sé de dónde surge.

Vale, sí lo sé. Surge de mí o de mis alrededores. Lo llevo dentro o pulula cerca de mí, y yo lo traslado al papel digital. Me gustaría tanto perderme entre líneas. O que un personaje mío se perdiera entre ellas. Supongamos que Ánder, vamos a llamarla así, empieza a descubrir un sentido no explícito en el extraño libro que está leyendo.

Un sentido no explícito que en realidad esconde otra historia. Ánder se pregunta si otros lectores también lo habrán descubierto. Durante días piensa en ello. Al final se convierte en una obsesión. Ya no es simple curiosidad, ahora necesita saber si otros lectores sienten lo mismo que ella.

Ánder funda un club de lectura. Ella ya ha terminado el libro, pero lo volverá a leer junto con sus nuevos amigos. Ha conseguido seis lectores, cuatro mujeres y dos hombres. Compra seis ejemplares más, los envía y empiezan a leer al unísono un viernes por la tarde. 

El domingo por la noche se reúnen por videoconferencia. Ánder está ansiosa. Dejará que primero hablen ellos. No quiere delatarse. No quiere que los otros sepan lo que esa novela significa para ella. Ánder está muy nerviosa. Ningún libro le había llegado tan adentro. Mira los rostros que componen su club de lectura. La charla va a empezar. Ánder cierra los ojos. Y se prepara para lo peor.