Entre las voces y las sombras

Twitter @aldoalejandro

Las nubes ocultan cosas. Lo sé, las he visto.

Todas las tardes camino hacia algún sitio y no puedo evitar observar el cielo y, cuando las hay, busco entre ellas todas esas increíbles figuras dispuestas a los ojos de quien desee verlas; cuando resultan agradables sonrío y agradezco ser uno de los pocos con tal oportunidad. Me divierten los rostros de los animales y sus cómicas posturas mientras el viento o el movimiento terrestre hacen lo suyo hasta desaparecerles y ofrecer nuevas aventuras y tramas visuales.

Pero hay otras y al aparecer no resultan nada gratas: aunque los rostros deformes son, por decirlo de alguna forma, aceptables, hay otras “cosas” cuyas bestiales y amenazadoras deformidades pueden llegar a provocar ansiedad, horror, miedo.

Al alcance de la vista solo es factible buscar resguardo dentro. 

El exterior, aparentemente, representa un enorme riesgo…

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Los estudiosos nombran a esta singular característica “pareidolia”, un fenómeno psicológico por el cual es posible reconocer patrones significativos en situaciones ambiguas y aleatorias. 

El común le nombramos imaginación. No importa.

Hace unos días, por ejemplo, un par de estratocúmulos (nubes formadas a una altura de unos dos kilómetros desde la superficie terrestre, grises o blanquecinas con algunas partes oscuras), parecían avanzar una hacia otra y, dada la caprichosa composición, semejaban dos enormes personas a punto de abrazarse pero, conforme el andar seguía y el movimiento de la tierra y quizá hasta el viento allá en las alturas hacían lo suyo, en algún momento se unieron y parecían un enorme guajolote con las alas extendidas y, lo más curioso: como la tarde empezaba a morir, justo a la mitad del pescuezo de la imaginaria ave, por un momento, los rayos solares lograron atravesarlas.

Y entonces la magia sucedió. El ave estaba ahí, en las alturas, recibiendo la luz solar y proyectando enormes cantidades de energía, como si fuera algo intenso, heroico, valiente.  

¿Se imaginan un enorme pavo deambulando por los cielos con súper poderes dispuesto a dar la batalla al mal pero escondiéndose a finales de año porque el norteamericanísimo Día de Acción de Gracias y la muy amada Navidad son su personal kryptonita

Sí, también me ataqué de risa porque de inmediato pensé en la enorme cantidad de tonterías surgidas a partir de la visión de unas simples y comunes nubes.

Superhuilo, queridos lectores, solo podría ser producto de una imaginación malsana, enferma, destruida y necesitada de poder. No se burle, seguramente alguien ha pensado ya en darle vida, quizá hasta un gran puesto político o un buen sitio en la historia de los personajes caricaturizados existentes alrededor del globo… en la imaginación de unos cuantos…

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Las mejores nubes para encontrar cosas son los cúmulos, por su aspecto de algodón y contornos definidos, sumados a sus brillantes colores en la parte superior, permiten hallar de todo: manos, rostros, muecas, sonrisas, molestia, enojo… caos.

Una vez hallé un enorme pez mirando desde allá arriba a quienes les observamos desde abajo. No recuerdo el nombre de la especie, son unos de hocico alargado, comestibles y con dientitos al costado, como pirañas aplastadas tratando de simular sonrisas. Se movía a discreción entre un oso y un rostro de diabólicas intenciones. 

Ignoro si por el tamaño fue el primero en desaparecer, lo curioso fue el cómo, porque en algún momento se metió en la panza del oso y este se convirtió en la mandíbula abierta de un enorme monstruo de tres caras y gruñidos espeluznantes.

No, por favor, le pido el beneficio de la duda: “las condiciones climáticas son propicias para una leve precipitación pluvial en horas de la tarde”, eso había dicho la chica del clima en el noticiero del medio día. Claro que la veo. Si camino en lugar de usar el transporte público estoy obligado a saber si debo usar chamarra, rompevientos, impermeable o qué.

Además, no creo padecer de mis facultades mentales o ¿quizá sí? 

La lluvia amenazaba y se escuchaban los truenos a lo lejos, quizá ahí fue cuando me di la oportunidad de imaginar el ataque de un ser a todas luces despreciable creado acá dentro, entre las voces y las sombras…