Entre el bien y el mal: Trump

Republican presidential candidate Donald Trump speaks to supporters as he takes the stage for a campaign event in Dallas, Monday, Sept. 14, 2015. (AP Photo/LM Otero)

Pues la pesadilla ha iniciado con Donald Trump, sin embargo ¿por qué creer que con Hillary Clinton todo iría bien? Eso es algo que llamó mi atención. Todos los medios mexicanos lloraban al ir viendo los resultados electorales del pasado 8 de noviembre. En las redes sociales miles de mexicanos mostraban proclamas a favor de Clinton.

Y el escenario que pudimos contemplar fue un cuadro apocalíptico al estilo de Miguel Cabrera; por un lado aquella virgen llena de luz tratando de custodiar a su pequeño hijo (al mexicano) y por el otro lado vemos a la temible bestia que pretende devorar al pequeñuelo (o sea, al mexicano).

Sin embargo, y desde mi punto de vista, toda esta concepción no fue más que una mera manipulación mediática. El hecho de hacernos ver que la única salvación para nuestro país no se encontraba al interior del mismo sino que estaba en Estados Unidos y su próximo presidente, eso es una patada al hígado. Nos mostraron la lucha entre el “bien” y el “mal”; nos vendieron la idea de que con Hillary la relación bilateral se fortalecería, pero si ganaba Trump… ¡Qué Dios nos agarre confesos!

No estoy defendiendo a D. Trump pues sus discursos xenófobos y misóginos es algo que no se puede defender pero tampoco me gusta la idea de tener que defender a Clinton porque ella era “mejor” para México. Y por ello me gustaría rescatar algunas propuestas de campaña de Trump y colocarlas en la realidad.

Donald Trump dijo que él construiría un muro, ya sea de cemento, adobe o lo que sea pero él prometía un muro fronterizo que fuera tan alto para que los mexicanos no pasaran de manera ilegal y para colmo, el gobierno mexicano pagaría dicho muro. Yo pregunto ¿dónde está lo nuevo y perverso de Trump? Podrías decir, el hecho de que México pagara ese susodicho muro, sin embargo ya existe un muro fronterizo; tramos de él atraviesan por Baja California y Sonora.

Para rematar esta situación, dicho muro inició su construcción bajo el mandato de Bill Clinton, así es, el esposo de Hillary, la paladín mexicana; quien por cierto, durante su campaña por la candidatura demócrata a la presidencia en el 2008 aseguró que ella construiría un muro fronterizo, tal como lo hizo su esposo.

Trump prometió el deportar alrededor de 11.3 millones de indocumentados, y yo vuelvo a preguntar ¿dónde está lo novedoso? Durante el mandato de Obama, aquel presidente que prometió crear leyes para proteger y darle la nacionalidad a millones de indocumentados, se deportó cerca de 2.8 millones de indocumentados, estas cifras van desde 2009-2016.

Yo pregunto ¿de verdad creemos que Hillary habría impulsado leyes migratorias favorables para esos millones de indocumentados?

En cuanto al TLC Trump no dijo que eliminaría aquel tratado, habló de reformar el TLC para que le fueran de mayor beneficio a su país y a sus habitantes y se no se lograba algo positivo, entonces sí, le daría el adiós. Pero tampoco hay nada nuevo en ello. La propia Hillary Clinton, en repetidas ocasiones, había dicho que se tenía que reformar aquel tratado para que le diera mayores beneficios a Estados Unidos y a Canadá.

Podríamos decir que la bestialidad de Trump se encuentra en sus discursos marcados en un profundo, y algo deformado, nacionalismo que hace que raye en lo racista, empero el racismo ha estado enraizado en la mentalidad estadounidense; en cada época la xenofobia se mezcla con el racismo para atacar a un sector de la población a la que, los denominados “blancos”, responsabilizan del malestar por el que pasa la nación. Pero Trump no destapó a los grupos raciales, los grupos raciales encontraron una causa en Trump y no a la inversa.

La bestialidad de Trump se trata de ver en el populismo que profesa políticamente pero ¿no Obama se había declarado populista? Entonces, ¿cómo está el asunto? A Trump le gusta estar entre las pasarelas, los reflectores y micrófonos; toda esta campaña mediática en contra del ahora presidente electo le ayudó a su imagen.

Los medios pretendían asustarnos de los riesgos de que un hombre así fuera presidente, pero dónde quedó Clinton. Nadie habló mal de ella, al contrario, hablaron del perdón que ella le dio a Bill. ¡Vaya, qué mujer!

Pero tenemos que bajar estos discursos políticos a la realidad, tanto estadounidense como mexica, para darnos cuenta que ni uno ni otro eran “buenos”, si los queremos ver así, para México.

Las promesas de uno son promesas que se basan en los planes que ya están. Deportaciones, muros, reformas a tratados económicos internacionales, nada de esto es nuevo, la diferencia es el ejecutor.

Lo que sí nos tiene que preocupar con Trump es que no sea objeto de pretexto del mal funcionamiento del gobierno mexicano; Trump no debe de ser la excusa de nuestros padecimientos; si hay crisis económica en México no digamos que es culpa de Trump, han sido nuestros políticos los responsables del mal manejo administrativo. No culpemos al exterior de lo que no podemos hacer como país.