Ensayo «Shinigami: La voluntad de morir en Bleach» por Areli Gladys González

Pensando en el concepto de Mudyoo (impermanencia) podemos aceptar la muerte, desde el budismo, como un movimiento más de la vida que transforma la existencia de cualquier ser sensible. Nos aproximamos así a lo que nos ofrece Bleach (2004) con todos sus dioses de la muerte o死神 [Shinigami]; no nos ha de sorprender la pluralidad divina latente en Japón, ya que desde el Kojiki, sintoísmo primitivo, leemos que el origen de la isla ocurrió, luego de aparecidas la mayoría de deidades, por los dioses Izanagi e Izanami, progresivamente, sin perder oportunidad, permitían la existencia de nuevos dioses. Resulta impresionante su grado de fertilidad ya que incluso cuando Izanagi se baña de su mugre nacen dos dioses: Yaso maga tsu hi no kami y Oo maga tsu hi no kami (Oo no, s.f.); de esta manera, en un principio y hasta nuestros días, se habla de Japón como la tierra donde caminaron los dioses o el camino de los dioses; mismo que compartieron con los humanos; podemos decir, que ambas “razas” fueron ciudadanas de un mismo Estado. Pues bien, en el primer capítulo observamos cómo estas entidades puramente espirituales afectan el mundo de los vivos con el fin de proteger a las 魂 [tamashī], almas humanas. Ello no quiere decir que su labor sea la de matar o dar la muerte, tampoco la de impedirla. Lo que importa son las tamashī. Recordemos la escena en la que Sora (hermano mayor de Orihime, muerto hace tres años) vuelve al mundo de los vivos con la forma de un hollow (alma degenerada) para consumir la tamashī de su hermana; sin embargo, interfiere Ichigo (Shinigami sustituto de Rukya) para liberarlo del sentimiento, generalmente tristeza u odio muy profundos, que lo mantiene sujeto a una realidad a la que ya no pertenece (cap. 3). Claramente advertimos que el Shinigami no realiza juicio alguno sobre las acciones del que muere sino que su función se inclina hacia la de guía, a él le importa que el alma se dirija al lugar que le corresponde, mismo que en nada se asemeja con un infierno o paraíso, es simplemente el mundo de las almas o Yominokuni (Tanaka, s.f.).

La labor de guía del Shinigami tiene una función similar a la del maestro espiritual tibetano al que de igual manera le preocupa el destino del recién fallecido iniciado en el Dharma. En resumidas cuentas, aquel recita una serie de instrucciones al oído del practicante para que éste, en estado de Bardo, logre satisfactoriamente la liberación espontánea (Padmasambhava, s.f.), en otras palabras, la muerte no concluye con la cesación funcional de los órganos, existe algo en un grado metafísico a lo que el mortal puede acceder y afectar.  Desde el Kojiki (712-720) se habla de un partir hacia o “salir al otro lado”, y por el sintoísmo sabemos que se trata de tres lugares posibles: kegare lugar contaminado, “Nirai kanai situado en los confines del mar y la cima de una montaña observable desde la comunidad rural próxima a la cual se encuentra” (Shuuichi, 1987, p. 133). Vida y muerte coexisten sin ninguna dificultad para el pueblo japonés.

Morir no atemoriza, tampoco se rechaza; sin embargo, no deja de ser un acontecimiento triste. De igual manera no se huye del Shinigami. Su existencia es necesaria en la medida en la que afecta a la tamashī. Hablamos de tres tipos: plus (alma humana que acaba de partir), demi-hollow (alma humana anclada al mundo de los vivos por un sentimiento perturbado en camino de convertirse en hollow) y hollow (alma que ha perdido su corazón, para convertirse en un espíritu que actúa por instinto). Su responsabilidad con las primeras es la de dirigirlas a La sociedad de almas (Yominokuni) impidiendo que vaguen por el mundo de los vivos eternamente; es decir, les permiten la conciencia de muerte; con los demi-hollow  ejercen la habilidad de purificación, eliminan el vínculo que las degenera y les permiten regresar al estado de plus; sin embargo, los hollow han de ser aniquilados junto con  sus culpas (罪 [tsumi]), entendamos este término como los actos irracionales impulsados por el deseo impetuoso de llenar el vacío que fundamenta su forma de existir.

No olvidemos que son los hollow los oponentes principales de los Shinigami por el hecho de estar en una búsqueda constante e indiscriminada de almas para consumir. Este propósito puede involucrar a los vivos provocándoles una muerte dolorosa o atropellada. Como ya se dijo, morir no es algo a lo que se opongan los Shinigami, tampoco a decidir el momento: lo que ellos protegen es la manera de morir además de la decisión de morir del que muere. Rukya responde a Ichigo cuando este se sorprende ante la terrible consumación del hollow al que ha derrotado, que los Shinigami solo pueden purificar después de la muerte, si el hollow en vida cometió crímenes mortales entonces nada se puede hacer (cap. 5). Vemos que los Shinigami no poseen una especie de fuerza divina omnipotente o irrevocable sobre las almas o sobre los vivos, al contrario obedeciendo la ley del Inga Oojoo (Shuuichi, 1987) (aproximadamente causa e intencionalidad, también karma) los humanos dirigen su vida y por tanto su muerte. No obstante, Rukya también nos dice que los pensamientos (deseos) de los vivos modifican el destino del que muere, comprendiendo el después, si en vida no se pudo, la oportunidad se prolonga. Interesa, pues, una muerte digna.

El temor está dirigido principalmente, sino únicamente, al alma y no al hecho de morir. Pero se teme al alma descontenta por haber sufrido una muerte injusta (Tanaka, s.f.). Pensemos en los demi-hollow y hollow. Rumiko en su Inuyasha (2001) nos ofrece una escena clave: Sango (exterminadora de monstruos) encara a Naraku (semi-demonio) en defensa de su hermano menor Kohaku, y expresa que no permitirá que muera hasta que haya superado su dolor (cap. 181, kanketsu hen). No olvidemos que Kohaku ha vuelto a la vida gracias a un fragmento de la perla de Shikón que Naraku manipula. Tampoco pasemos por alto el motivo de su pena: haber asesinado a sus compañeros de lucha, a su padre y haber herido a Sango. Ella quiere mantener con vida a su hermano hasta disolver las emociones-pensamientos que perturban su corazón (advertimos con el uso de este término que también referimos la mente puesto que por la influencia china en Japón, se creía que en el corazón  se generaban los pensamientos), su propósito es dar una muerte justa; de lo contrario el alma de Kohaku vagaría inconsciente de su muerte. Dos son los momentos determinantes: el antes y el después, cómo se vivió y a dónde se dirige cuando se muere. Si bien, aunque Sango demuestra preocupación por su hermano menor tiene un objetivo oculto: vivir en paz consigo misma, no arrepentirse por haber hecho nada perjudicial. En otras palabras, el después (“partir al otro lado”) involucra directamente al vivo ya que es éste en quien habitará el recuerdo del que parte, hay que hacer lo posible para que sea uno agradable. El estado del corazón del que vive como del que muere es crucial para designar el rumbo de ambos luego del acontecimiento.

La sociedad de almas que en japonés se lee “Souru sosaeti” se integra por los kanjis de cadáver尸 [shikabane], alma 魂 [tamashī] y frontera界 [sakai] (Kubo, 2002, p. 180). Literalmente tenemos La frontera de las almas de los cadáveres; se trata de una frontera mental que marca los límites entre la realidad natural y la dimensión de los pensamientos. El Yominokuni se encuentra en la memoria, son todos esos recuerdos. El mundo de las almas, el que piensan los vivos para los muertos, de otra manera ninguno descansaría. Con la fusión del budismo y el sintoísmo en el periodo Heian se comienza a creer en el poder de las almas (Tanaka, s.f.) (hollow) de tal manera se vuelve necesario el apaciguarlas. Interviene, entonces, la mano del Shinigami. En todo ello hay una constante: la determinación de morir como se quiere, además de una conciencia de muerte lo que implica la eficacia de morir, responsabilidades del Shinigami. Queremos decir, que se haya concluido el proceso de la manera esperada. Si no hay juicio divino cabe la posibilidad de plantear uno humano, pero individual, aunque claro, con la participación de las contingencias que están fuera del alcance de los mortales. Individual en la medida en la que un sujeto no se encuentra con la impotencia de efectuar voluntariamente sobre sí mismo. Así resuena la exigencia de Ichigo (alma modificada) luego de confesar a Ichigo (sustituto de Shinigami) que su origen se debe a un experimento que había sido cancelado por su carácter inhumano, que se tiene la libertad para decidir cómo se vive y cómo (cuándo) se muere (cap. 7). Utiliza el término 権利 [kenri] (Kubo, 2002) el cual connota la oposición a una obligación, tenemos entonces un discurso que enfatiza un grado de libertad que no puede ser violado por ningún otro.

No es gratuito su carácter samurái, vivir para la guerra, aquí combatir continuamente contra las almas corrompidas. Un fuerte sentido del deber (Giri) está siempre presente. El Bushido sirvió para la formación de guerreros excepcionales que precisamente hicieron de la guerra su profesión; ellos sabían que para serlo necesitaban de una estricta y noble disciplina (Inazo, 1909) la cual se nutrió de principios budistas, específicamente del zen, confucianos y mancianos. Fortalecían su cuerpo al mismo tiempo que su espíritu. Cuatro son los preceptos principales: justicia (rectitud), benevolencia, honor y lealtad.

Ahora bien el guerrero Shinigami enfrenta dos batallas: la primera para defender su vida, la segunda para defender su orgullo (名誉 [meiyo] honor) (cap.9). Lleva impregnado en sí no solo su deber como guía de almas, un deber de profesión; también el de no traicionarse, un deber personal. En todo momento muestra lealtad ante su señor o superior, éste ha de ser merecedor de tal, puesto que representa otra forma en la que se mide la honorabilidad del guerrero que la demuestra. Así, si el soberano actúa cobardemente (不名誉[fumeiyo]) y el samurái consciente de ello lo sigue su calidad moral termina por ser la misma. Antes de obedecer una orden hay que cuestionarla desde la razón, sin olvidar en ningún momento que la lealtad hacia uno mismo determina el honor. Del mismo modo sabrá cuándo es adecuado sacrificar la vida y el corazón. Estos preceptos, que los mejores samuráis asimilaron en su vida, los colocan como los indicados para dar la muerte, en combate por supuesto, ya que ellos están capacitados para decidir el justo momento para morir o perdonar una vida. Aunque su profesión se dio durante la guerra no se convirtieron en máquinas de muerte, contaron con el “bushi no nasake (la ternura de un guerrero)” (Inazo, 1909, p. 48).

En la ceremonia de seppuku, también conocida como harakiri, (suicidio a causa de una traición o crimen) el guerrero perforaba su abdomen, evidentemente esto no le traía la muerte instantánea, por lo que lo asistía un verdugo real (Sorachi, 2015, cap. 14) (el mejor espadachín al servicio del shogunato [gobierno]), este se encargaba de degollarlo antes de que sintiera dolor y sufriera. Ikeda Asaemon, diestro espadachín, hereda tal responsabilidad pero sobre todo el  Kimoarai: técnica que consiste en realizar un corte muy fino que impide, al dejar una pequeña sección de  piel unida al cuello, que la cabeza caiga al suelo (cap. 15). Acto que honraba al que moría, aun tratándose de un criminal. ¿Por qué honrarle de esta manera? Asaemon, como el linaje de verdugos precedente, tiene en alta estima la espada que blande, ya que ésta no realiza cortes ciegamente, la guía su corazón; espada y verdugo no se diferencian. Puesto que no cualquiera está capacitado para terminar con la vida de quien ha corrompido su alma o en términos de Gintama “perdido su humanidad”, el hecho de que el espadachín consiga realizar un corte impecable que impida la muerte de células coloca a Asaemon en el sitio privilegiado, es decir a la manera del Shinigami de Bleach, su dominio del arte indica que solo él puede cortar las culpas del sentenciado. Aquel muere redimido. Observamos que solo un humano tiene la capacidad, hasta cierto punto responsabilidad, de restituir la humanidad del que la ha perdido, también que una cualidad que distingue al corazón humano consiste en  una bondad innata casi divina. Cuando el que muere se ve en la penosa situación de no conseguir una muerte digna, otro que entienda su condición podrá asistirlo: nadie merece morir inhumanamente, nos dice Asaemon. Por otra parte, se retoma el mito del Shinigami, describiéndolo como ladrón de almas que aparece súbitamente y por la espalda (cap. 15). Sin embargo, el Shinigami que nos dibuja Tite Kubo se aproxima más al carácter del verdugo real. Lo humaniza para que su configuración acepte los rasgos del samurái; su labor no es cualquiera ni sencilla requiere de una empatía en el mismo grado que su 度胸 [dokyō] (valentía), compostura imperturbable del espíritu (Inazo, 1909) para actuar con justicia.

Ya se ha dicho que Ichigo ocupa el papel de sustituto de Shinigami (Rukya), y que estos pertenecen a una región puramente espiritual; no obstante el joven estudiante de preparatoria transgrede esa frontera y envaina su propia zanpakutō. La cualidad cuasi-divina que enseña el sintoísmo sobre el alma humana, Ichigo la lleva al extremo cuando demuestra un poder y habilidades superiores a las de Shinigami con trayectoria. Pero también presume una libertad mayor a la que podría aspirar el kami (神). En una ocasión Rukya pone a prueba su sentido del deber (Giri) hacia la Sociedad de almas: si Ichigo decide ayudar al alma de un pequeño amenazada por un hollow habrá superado la prueba; en efecto, desenvaina pero advierte que lo ha hecho porque así lo ha querido. Estos personajes subrayan continuamente que aunque hay situaciones o fenómenos impredecibles e inevitables para el hombre su condición no le impide superarlos ni modificarlos. El Shinigami sabe andar por el camino de la muerte; humanamente samurái nos muestra una forma para enfrentarla, las condiciones bajo las cuales será digno morir.

Si bien aún no tenemos la capacidad de decidir si queremos o no nacer o cuándo y dónde nacer, podemos determinar la manera en la cual morir. Nos encontramos con la libertad de aprender a morir o mejor, vivir para morir. Bleach a través de la labor del Shinigami nos prepara para el duelo; por el vacío del hollow entendemos el olvido como el temor a morir, ya que las plus en la Sociedad de almas representan cada uno de los pensamientos que el vivo genera del fallecido.

 

 

Referencias

 

Nitobe, I. (1909). Bushido El alma del Japón. [Traducido al español]. Madrid: Biblioteca científico filosófica

Kubo, T. (2002). Bleach. Tokio, Japón: Jump comics

Kubo, T. (escritor) Abe, N. (director). (2004). Sustituto de Shinigami. Bleach. Japón: Pierrot

Oo no, Y. (s.f.). El dios Izanagi y la diosa Izanami; La purificación del dios Izanagi y el nacimiento de sus tres augustos hijos. Kojiki (pp. 55-56 y 65-68). Madrid: Trotta Pliegos de oriente

Padmasambhava, (s.f.). El libro tibetano de los muertos Bardo-Thodol. Recuperado de https://clea.edu.mx/biblioteca/El-libro-tibetano-de-los-muertos.pdf

Shuuichi, K. (1987). El concepto de la muerte en Japón. Estudios de Asia y África, 22 (1 (71), 132-139.

Sorachi, H. (escritor) Miyawaki, C. (director). (2015). Shinigami de día y Shinigami de noche. En Matsuyama, S., Saito, T. y Miura, S. Gintama°. Japón: Bandai namco pictures

Takahashi, R. (escritor) Aoki, Y., Koiso, S., Sugimoto, S., Kayo, T. y Hishinuma, Y. (directores). (2001). El meidō perfecto. Inuyasha Kanketsu-hen. Japón: Sunrise

Tanaka Nishiwaki, T. (s.f.). Sentido de la muerte a través de  la historia literaria japonesa. Recuperado de http://academiamexicanajaponesa.com.mx/

 

Semblanza:

López González Gladys Areli (28 de mayo de 1994, Tijuana B.C.), actualmente estudiante en la Universidad Autónoma de Baja California campus Tijuana, matriculado en la Lic. en Lengua y literatura de Hispanoamérica. Por otra parte, he realizado algunas publicaciones de carácter poético en revistas independientes físicas y electrónicas (Espiral, Socializarte y Simulacro); además de haber publicado un poemario titulado Virgo en 2015 por la editorial Poiesis.