Ensayo «La serpiente furiosa y la sensación de las hojas de ginkgo» por Gouthama Siddarthan

Hace poco descubrí el cuento “Cat Person”, escrito por la escritora estadounidense Kristen Roupenian, publicado en The New Yorker en diciembre de 2017.

Este relato se ha basado en gran medida en uno de los mitos populares o en ideas erróneas acerca de la tradición india del símbolo del falo, asumiendo connotaciones de índole sexual. De hecho, en nuestra tradición folclórica, el falo es una deidad que hierve de rabia o se encoleriza debido a una indignación moral.

Si la palabra, ‘serpiente’, asociada al símbolo del falo, te hace recordar las emotivas palabras de una chica gitana a José Arcadio, en Cien años de soledad de García Márquez, después de observar con fervor patético su magnífico animal en reposo:» —Muchacho —exclamó—, que Dios te la conserve». Entonces eres un ave de mi misma bandada.

Ahora, entremos al New Yorker, llevando a la serpiente deslizándose sobre nuestros hombros.

Una revista de renombre mundial; un foro donde ser publicado es un sueño incansable para decenas de escritores globales; un centro de poder que dirige las tendencias literarias mundiales etc. Una gran revista literaria que ha presentado esta historia, “Cat Person”, que captó el foco de atención mundial, con innumerables lectores que aún la leen y la celebran. Un crítico describió oportunamente la enorme recepción que recibió dicha historia de la siguiente manera: “La historia ha provocado un atasco en el tráfico de las autopistas de Internet, mucho más pesado que el provocado por las fotos desnudas de Kim Kardashian publicadas en Paper Magazine”.

El mundo digital exageró acerca de la historia, mi curiosidad se despertó y me sentí ansioso por leerla. ¡Pero, ay! Más allá de todas las expectativas, la historia resultó ser una gran decepción, una historia de tercera clase, bastante común en cualquier diario amarillista. ¡Una historia muy trillada sin ninguna sutileza literaria con sólo una narrativa abierta!

La historia trata sobre las citas en la era digital. La autora emplea el descontento actual —el sexting aderezado con insinuaciones sexuales—, para avivar y modernizar su trama. Pero, lamentablemente, la técnica del sexting está desprovista de toda innovación y/o de perspectivas micropolíticas. ¡Tampoco tiene ninguna modernidad!

Aquí, vienen a mi mente algunos recuerdos sobre el notorio escritor porno tamil de tercera clase Sarojadevi, cuyos escritos encandilaron a los lectores hace mucho tiempo. Aunque es una comparación inapropiada, no puedo evitar recordar esos escritos vulgares. También en mi mente revolotean las páginas de La historia del ojo escrita por Georges Bataille, quien delineó nuevas perspectivas literarias, usando el lenguaje característico de una obra pornográfica.

En estos momentos en los que el mundo actual de la ficción está lleno de enigmas sobre la literalidad y la literalidad interior, me pregunto qué había detrás de todo este alboroto acerca de una historia trágicamente plana y sosa. Con la publicación de la historia “Cat Person”, The New Yorker, también parece haber sido apresada por la tendencia moderna del género popular barato, en el que todas las artes han degradado debido al creciente desarrollo de las frenéticas redes sociales. Cabe destacar que Kristen Roupenian acaba de debutar con su cuento.

De acuerdo con la tendencia invariable de que las generaciones más jóvenes sustituyan a las generaciones anteriores en todas las épocas, los jóvenes han estado incursionando en el ámbito literario global. ¡Cuánto anhelo en vano ver a estos millennials surgir con perspectivas literarias totalmente frescas, ascendiendo a gran escala y conquistando nuevos territorios!

En la última década, internet ha crecido a pasos agigantados y se ha convertido en la distorsión de la vida cotidiana del hombre digital. Pero no ha tenido lugar ningún gran logro literario que valga la pena en proporción al crecimiento gigantesco de la información y comunicación tecnológica. Mirando hacia atrás, el período 1960-2000, cuando internet era solo un sueño remoto más allá de la mente humana, uno puede apreciar, casi sin asombro, que, en esa era, se produjeron avances increíbles y alucinantes dentro del arte y la literatura en el mundo entero. En ese momento, en la escritura, en la pintura, en el cine y en varias escuelas de pensamiento, surgieron movimientos innovadores y poco convencionales como la vanguardia, estaban plagados de ideas frescas y nuevas perspectivas y una gran cantidad de «ismos» que no se pueden observar dentro de la corriente actual de la era de internet.

La mayoría de las corrientes que existen dentro de las redes sociales como Facebook, Twitter, etc. están desprovistas de profundidad, gran parte de los «escritores», si se les puede llamar así, están enfocados solamente en escrituras comerciales y poco profundas como grafitis que no están adecuadamente expuestas a la sutileza y a la estética de la literatura clásica en sus respectivos idiomas, o al menos, a los mejores escritos del siglo XX. Me pregunto si la ficción breve en cuestión es solo una punta de ese iceberg.

La escritura en la era digital que opera en el plano de la realidad moderna tiene un enfoque lineal de la vida que, de hecho, no tiene una dimensión única. La vida humana actual estalla en un espacio sin fin, ramificándose en incontables dimensiones. Pero es trágico que la escritura moderna se centre más bien en la cruel realidad de la relación hombre-mujer, encandilando a los lectores con un lenguaje sensualmente evocador de lo erótico, evitando totalmente explorar las sensibles dimensiones transversales de la vida humana.

La historia en cuestión, en lugar de convertir al lector en un simple fisgón de la embriagadora escena de los cuerpos de un hombre y una mujer convergiendo entre sí, debió profundizar en los misterios y el mesmerismo del paradigma de fisicidad hombre-mujer.

Ahora, ¡volvamos a Cien años de soledad de García Márquez!

Solo demos un vistazo a la forma en que García Márquez, ha construido la escena del rebelde José Arcadio y la gitana con quien mantiene relaciones carnales.

José Arcadio conoce a la chica gitana en medio de un drama circense que representa la trágica escena de un hombre maldito, que fue convertido en una serpiente tras desobedecer a sus padres.

José Arcadio no quiso «ver la escena de la mujer que tendrá que ser decapitada todas las noches a la misma hora durante ciento cincuenta años, como castigo por haber visto lo que no debía». Él y la gitana se besan y se quitan la ropa en una tienda de campaña, en un acto conscientemente desesperado.

Las imágenes de un hombre-serpiente maldito están entretejidas en el encuentro sexual de tal manera que el escenario proyecta su humor y tempo rutilante habitual, ostenta los aires sublimes de una gran obra literaria y mueve la historia a un plano superior de varias dimensiones.

Ahora, veamos otro texto.

Releí “La poética del sexo” escrita por Jeanette Winterson y publicada en el número 43 de Granta en 1993, titulada «Lo mejor de los jóvenes novelistas británicos de ficción».

Es un excelente texto que abunda en encantos poéticos, que explora la política del sexo y el cuerpo de la mujer y toca el cenit en la narrativa posmodernista.

La narración de historias modernas debe mostrar escenarios nuevos y frescos cuando se trata de las realidades de la vida humana. Así como escritos sobre la realidad sin realidad han sido elaborados durante mucho tiempo; ¿debemos seguir los pasos de tales escritores? La pregunta puede surgir en las mentes de los jóvenes. Pero, la alternativa por la que pueden optar no puede, ni debe ser la narración plana, seca y sosa, como lo demuestra ampliamente «Cat Person».

Según lo narrado por Kristen Roupenian, los eventos que describe contra el contexto del desarrollo tecnológico moderno son comunes en todo el mundo. En particular, en los países del Tercer Mundo, como India, las agresiones sexuales contra el cuerpo de la mujer se producen en mayor escala.

La pregunta principal debatida comúnmente en el arte y la literatura del siglo XXI es: ¿qué es el cuerpo de la mujer? Es una narrativa poderosa que puede llenar el vacío entre la imagen del cuerpo de la mujer construida por la sociedad en general, y la imagen que surge de un artista empapado en las perspectivas literarias modernas.

La exploración de cómo el cuerpo de la mujer en los tiempos de Simone de Beauvoir ha experimentado cambios respecto al cuerpo de la mujer de los tiempos de Roupenian puede contribuir en gran medida al desarrollo de la literatura moderna.

La historia de la escritora estadounidense Carmen Maria Machado, ‘The Husband Stitch’, publicada recientemente en la revista Granta, que ha obtenido protagonismo mundial, tiene todo lo necesario para ser una buena obra literaria, avivando mi espíritu.

El título es una evocación del imaginario de la crueldad del marido, quien cose los genitales de su esposa para tener satisfactorias relaciones sexuales con ella, después del nacimiento de su hijo. Pero el texto no tiene ninguna palabra que se refiera a esto. Pero existe un texto oculto, que sólo se puede descubrir mediante una lectura profunda y penetrante, que arroja mucha luz sobre el chovinismo masculino y la imagen machista incrustada en la conciencia de un hombre desde su nacimiento. Las palabras fluyen sobre el cuerpo humano de forma natural y serpentean de forma sobrenatural, fiel y profundamente. Esta es la historia del cuerpo humano; historia del cuerpo escrita para una cultura que busca recuperar el cuerpo de la mujer. Es una nueva historia que gira en torno al cambio de paradigma relacionado con el cuerpo de la mujer, que se está produciendo siguiendo el enfoque audaz de las feministas de hoy hacia la alegría sensual, voluptuosa y momentánea del cuerpo. Los cambios literarios actuales se reflejan en esta historia. Es un texto que revive la carne, las sensaciones físicas desde el punto de vista feminista. Pero la reconstrucción del cuerpo de la mujer casi no ocurre, volviendo la mirada de Nelson a las atrocidades cometidas en el cuerpo de la mujer. La historia describe con gracia y de forma original la angustia y agonía del cuerpo de la mujer siendo explotado por el hombre para sus propios placeres sensuales y egoístas.

 Jeanette Winterson ha transformado su historia, «La poética del sexo», en un texto moderno con la incorporación de la narrativa de la antigua mujer poeta griega Safo en el contexto de la isla de Lesbos y con evocaciones lésbicas.

Cómo me hubiera gustado que “Cat person» hubiera explorado el insondable vacío del Cabo Oriental de Sudáfrica y proyectara el enorme cuerpo de Sarah Baartman, conocida como Hottentot Venus, goteando como una mucosa interminable saliendo de una larga lengua.

Me gustaría reiterar con convicción que los sentimientos eróticos no se pueden despertar en la mente del lector empleando un lenguaje soso y seco. Antes de terminar, me gustaría citar algunos extractos del famoso capítulo 16, “En la alfombra de hojas iluminadas por la luna”, del novelista italiano Italo Calvino «Si en una noche de invierno un viajero».

(Hechizados con la calidad musical y lírica del capítulo, varios músicos han compuesto álbumes basados en él. Puedes disfrutar por un instante la sensación de las gotas de lluvia cayendo sobre las hojas de ginkgo, capturadas en el álbum compuesto por John Cage con el telón de fondo de la guitarra de Peter Söderberg…).

En este capítulo, a través de los personajes del jefe japonés, el Sr. Okeda, su esposa Madame Miyagi, su hija menor Makiko y el narrador, Calvino profundiza en las peculiaridades sexuales de la humanidad. Junto con los personajes humanos, las hojas de ginkgo también se convierten en un personaje. La historia avanza a un plano diferente, operando en varias dimensiones de la sensación erótica. Eso se puede percibir y disfrutar en los siguientes extractos:

“Las hojas del ginkgo caían como una lluvia menuda de las ramas y punteaban de amarillo el prado. Yo paseaba con el señor Okeda por el sendero de piedras lisas. Dije que me habría gustado separar la sensación de cada una de las hojas de ginkgo de la sensación de todas las otras, pero me preguntaba si sería posible. El señor Okeda dijo que era posible. Las premisas de las cuales yo partía, y que el señor Okeda juzgaba bien fundadas, eran las siguientes. Si del árbol del ginkgo cae una sola hojita amarilla y se posa en el prado, la sensación que se experimenta al mirarla es la de una hojita amarilla aislada. Si dos hojitas descienden del árbol, el ojo sigue el revoloteo de las dos hojitas en el aire que se   acercan y se alejan como dos mariposas que se persiguen, para planear al final una aquí y una allá sobre la hierba. Y lo mismo con tres, con cuatro y también con cinco; al aumentar más el número de las hojas que revolotean en el aire las sensaciones correspondientes a cada una de ellas se suman dando lugar a una sensación de conjunto cual la de una lluvia silenciosa, y —si un leve hálito de viento retarda la caída— la de una suspensión de alas en el aire, y después la de una diseminación de manchitas luminosas, cuando se baja la mirada sobre el prado. Ahora bien, yo, sin perder nada de estas gratas sensaciones de conjunto, habría querido mantener distinta sin confundirla con las otras la imagen individual de cada hoja desde el momento en que entra en el campo visual y seguirla en su danza aérea y en su posarse en las briznas de hierba.

“Quizá —agregué contemplando la forma de las hojas de ginkgo, un pequeño abanico amarillo con borde festoneado— podría llegar a distinguir en la sensación de cada hoja la sensación de cada lóbulo de la hoja».

La forma en que el narrador de la historia describe sus vínculos carnales con la esposa y la hija del Sr. Okeda deja al descubierto todas las posibilidades del lenguaje, lo que estimula la mente de los lectores. Ahí es donde Calvino, el gran artista, emerge triunfante.

Ahora, más del capítulo:

«Al pasar nuevamente bajo el ginkgo, le dije al señor Okeda que en la contemplación de la lluvia de hojas el hecho fundamental no era tanto la percepción de cada una de las hojas como la distancia entre una hoja y otra, el aire vacío que las separaba. Lo que me parecía haber comprendido era esto: la ausencia de sensaciones en una amplia parte del campo perceptivo es la condición necesaria para que la sensibilidad se concentre local y temporalmente, al igual que en la música el silencio de fondo es necesario para que sobre él se destaquen las notas.

“El señor Okeda dijo que en las sensaciones táctiles eso era cierto, sin duda: mequedé muy asombrado con su respuesta, porque efectivamente era en el contacto de los cuerpos de su hija y de su mujer en lo que estaba justamente pensando alcomunicarle mis observaciones sobre las hojas. El señor Okeda siguió hablando de sensaciones táctiles con toda naturalidad, como dando por sabido que mi conversación no tenía otro tema».

Las sensaciones estéticamente eróticas que esta novela ha despertado en mi mente no han podido ser más poderosas.

Mientras escribo o leo este fragmento en mi habitación, la luna envía sus rayos como espías a través de mi oscura ventana, y las hojas de ginkgo caen lentamente como mis sueños caen sobre la alfombra de hojas secas afuera, Ludmilla me interrumpe con sus curiosas miradas desde la cama, cierra su libro, apaga la luz y vuelve a poner la cabeza en la almohada.

«¡Querido, lector! ¿La forma india de tu serpiente silbando de rabia en tu hombro es similar a la sensación de las hojas de ginkgo?

«Podemos verlo en el siguiente capítulo», dijo Gouthama Siddarthan, ¡un lector!


Traducido por  Mariela Cordero.

Gouthama Siddarthan es un poeta, cuentista, ensayista y crítico literario que desempeña una activa vida literaria en Tamil Nadu (India). Tiene 15 libros publicados, que incluyen series de historias y ensayos. 10 de sus libros se han publicado en 8 idiomas (tamil, inglés, español, alemán, búlgaro, portugués, italiano y chino). Dirige la revista literaria ‘UNNATHAM’, que se enfoca en literatura del mundo moderno y cuyo próximo número especial sobre “narrativas latinoamericanas” se encuentra en preparación.

Mariela Cordero es una poeta y traductora venezolana. Su obra poética ha obtenido algunas distinciones como: Primer Premio Iberoamericano de Poesía Euler Granda, Tercer Premio Internacional de Poesía Alejandra Pizarnik, Primer Premio de Poesía de Poetas Hispanos, entre otros.