Ensayo “Fresas sin crema: la diéresis silenciada de Julio Herrera y Reissig” por Ruth Paola García Saucedo

El poema se quiebra

para que el amor reconozca en su propia sustancia

la unidad de lo múltiple

y pierda su vergüenza.

Roberto Juarroz

De Un poema quebrado

La poesía se lee y se piensa. La poesía se recita y resuena en la caja de voz. Dentro del complejo imaginario herreriano hay símbolos, temas, un tratamiento elegante y musical de la lengua. Herrera escribió ensayos donde revela sus preferencias y opiniones literarias, documentos cercanos a ser manifiestos como los escritos por Poe o Baudelaire. Expresa la voluntad de ser novedoso y original, una aburrición del romanticismo y en cuanto al simbolismo se muestra expectante, en el fondo sabe que nacerá y se quedará en la poesía modernista. Desde las primeras páginas de sus ensayos resalta una preocupación discreta por el oído, la armonía y la lectura del poema.

Según Beatriz Amestoy[1], la fascinación del poeta por la poesía francesa se observa desde sus primeros trabajos, inicia toda una escuela de escritores que seguían las teorías de Mallarmé. Herrera realizó extenso trabajo literario, la traducción incluida. En las notas de traslación escritas de Nina, poema de Zola, defendió la diéresis silenciada. La necesidad aclaratoria surgió por la palabra «ensueño», oportunamente, pues ensueño era también el lenguaje poético al que aspiraba el poeta.

Lo novedoso llegó entre las curiosidades del modernismo, como el rompimiento de la regla. Herrera y Reissig propone y mantiene las distintas posibilidades de lectura del poema, si la perfección de éste en cuanto a composición y pulido es tal, entonces lo natural será un abanico de peticiones que el mismo poema hará al que lo interpreta. Dicho esto se debe aclarar la definición de la diéresis, sin silenciar todavía: «el término diéresis designa un recurso poético de división silábica que consiste en convertir en hiato un diptongo. En la pronunciación, la división de una sílaba en dos podría ser entendida erróneamente como un alargamiento» (André Fiorussi 39). Reissig pues, primero aboga por cambiar y jugar con la acentuación y tono de las palabras según lo requiera la estrofa.

Recetas previas (estado de la cuestión)

Irónicamente, se mencionará a José Gómez de Hermosilla[2], autor que recibió ataques por parte de los modernistas y principalmente de Rubén Darío debido a que su obra fue utilizada en el ámbito pedagógico. El argumento de dichas alusiones fue la postura contra el academicismo[3]. Gómez de Hermosilla trata en Arte de hablar en verso y prosa (1826) el tema de las diéresis en el lenguaje poético, presenta a la diéresis junto a la sinéresis y a la sinalefa, las puntualiza pero agrega que si se utilizan las tres o alguna de ellas, el verso perderá valor. Juicio determinado por los criterios neoclásicos del autor y del que difieren muchos de los poetas modernistas. Escribe:

(…) en general el verso en que no hay ninguna de las tres, es mas armonioso; el que tuviese las tres juntas, seria detestable; el que reuniese las dos últimas, ó la primera y alguna de las otras, ó muchas sinalefas, duro y arrastrado, á no ser que en cualquiera de estos casos se construya así expresamente para hacerle imitativo (122)[4].

André Fiorussi en el texto La diéresis silenciada de Julio Herrera y Reissig (2019)[5], hace una clara definición del concepto y de cómo entenderlo musicalmente, complementa así la noción de ritmo en la poesía, principalmente modernista. Explica que Ressig lo que promueve principalmente en la traducción de otros versos y desde luego, en la lectura de poemas cualesquiera, es una «elasticidad armónica». Compara la diéresis con la nota pedal, en música. La nota pedal es una función, una nota que persiste a pesar de los cambios armónicos que en ocasiones es ajena a la armonía misma[6]. Ejemplos algunos son El clave bien temperado de Johhan Sebastian Bach o en Sonata para piano no. 30 de Beethoven.

En el texto de Fiorussi se menciona una analogía de Mario Álvarez sobre el uso del pedal (la nota y la parte del instrumento) en el piano y la sonoridad de los versos de Herrera y Reissig:

(…) por medio de técnicas verbales asociadas al prolongamiento de sílabas, a la repetición de sonidos vocálicos y consonánticos, a ecos, reverberaciones y paronomasias, el poeta es capaz de producir ritmos ambiguos, fluctuantes y sugestivos; además, (…) puede inscribir en la estructura de los versos algunos aspectos propios de la performance, es decir, de la declamación en voz alta (39).

Concluye que mientras los científicos y estudiosos positivistas de la época de Herrera intentaban con ahínco encontrar las leyes del ritmo, el poeta modernista buscaba el ritmo de las leyes.

Después de una analogía musical de la poética de Herrera y Reissig, el autor español Mauro Cadove en el artículo Teoría del aceite y la sartén (2010)[7]hace otra bella relación: poesía y cocina. Luego de contar lo que el poeta pretende lograr con el retiro de la crema, describe un pasaje que es pertinente citar:

La abuela está enseñando a su tercer nieto a cocinar tortilla de patatas. Las instrucciones, por concretas —tantas patatas medianas, tantos huevos—, son fáciles hasta que dejan de serlo. En efecto, llegado el momento la abuela ha dicho, tan tranquila: «Y ahora, en una sartén, pones el aceite». Se encienden alarmas de todos los colores en el hipotálamo del nieto, quien, confundido, pregunta: «¿Pero cuánto aceite, abuela?». Ella contesta sabia y simplemente: «Lo que te pida». El nieto no comprende. «Abuela, ¿y cuánto es eso?», dice, y se siente engañado. «Pues lo que te pida, tú mismo te das cuenta». El nieto no dice nada. Fin de la viñeta.[8]

Así es como Cadove ejemplifica uno de tantos aportes de Herrera no sólo a la escritura y traducción de la poesía, sino también a la comprensión y lectura de ésta. El argumento «la poesía pide y el lector da», complementa y responde la problemática del artículo siguiente.

Óscar Hahn en Julio Herrera y Reissig o el indiscreto encanto de lo cursi[9] se plantea que lo cursi es más bien un exceso, no una característica estética con juicios de valor arbitrarios. Por ejemplo, asumir que el «mal gusto»[10] existe dentro de la literatura y la poesía, ya sea para huir o acercársele como lo dijeron Octavio Paz y Pablo Neruda. El primero refiriéndose a los poetas modernistas y el segundo hablando de la creación poética como tal. En su texto, Hahn menciona que Federico García Lorca declara: «la extravagante, adorable, arrebatadoramente cursi y fosforescente voz de Herrera y Reissig», contrasta con los autores antes mencionados, pues la connotación no es necesariamente negativa.

Según Hahn, lo cursi está contenido en la distancia que hay entre la pretensión y el logro. Ahora, no hay nadie quien decida lo logrado y lo no logrado más que el lector. Puesto que el autor pretende, la voz poética (quien habla) cree que cumple con seguridad lo que se formula y el lector lo toma como una actitud ridícula. Óscar Hahn refiere que Félix Martínez Bonati dice que en el fenómeno lírico está lo representado (lo que se dice) y lo expresado (cómo se dice), esto intensifica lo dicho. Lo cursi se encuentra en la dimensión expresiva.

No hay crema en la despensa

La propuesta de Herrera era quitar la crema de las vocales, así calló a la diéresis. No sería necesario si el lector comprende el valor del verso, un valor perfecto que el poeta se encargó de alcanzar. El verso español necesita más sílabas, por naturaleza. Resulta conflictivo al traducir versos franceses al español, el traductor debe compensarlos. Para dejar esto más claro, Fiorussi muestra cómo Reissig lo resuelve en el poema El sueño de Canope de Albert Samain:

Acodados en la mesa y en la sombra sumergidos,

Del alto terrado a pico sobre el golfo macilento,

Los amantes, escuchando los eternales ruidos,

Ante la tarde que muere, observan recogimiento.

Alcis inmóvil sueña, con la cabeza inclinada (42).

Para que el tercer verso concuerde con el primero, por el principio de paralelismo, debería haber diéresis en el diptongo de la palabra «ruido». Con la diéresis ya silenciada como le defendía Herrera, debería leerse: Los-a-man-tes,-es-cu-chan-do // los-e-ter-na-les-ru-i-dos[11] (43).

Es importante mencionar que si bien este fenómeno es utilizado por el poeta uruguayo en las traducciones que realizó, en los poemas de su autoría, no lo hizo tan frecuentemente ya que al buscar la perfección modernista, no era necesario, ya estaba la forma castellana bien labrada desde su concepción.

En el plano de lo expresivo, Herrera se atreve a pedir licencias con el objetivo de afinar el verso lo más que se pudiera. Sin embargo, en la dimensión representativa radica la elegancia del autor. En El ama, la imagen evocada es simplemente una mujer realizando entre metáforas las actividades asignadas a su género en la primera estrofa:

Erudita en lejías, doctora en la compota,

y loro en los esdrújulos latines de la misa,

tal ágil viste un santo, que zurce una camisa,

en medio de una impávida circunspección devota…[12]

En la segunda estrofa[13] se revela que la imagen es de una mujer madura, la señora que se hace cargo de lo más esencial de la vida, la creadora de la cálida llama exclusiva del hogar. Los conceptos del ángel del deseo y el ángel del hogar atribuidos a las mujeres[14], son propios del modernismo. En la tercera estrofa se reconoce que no hay quien la recompense más que el cielo y las imágenes retienen su sencillez:

Hada del gallinero. Genio de la despensa.

Ella en el paraíso fía la recompensa…

Cuando alegran sus vinos, el vicario la engríe

En la cuarta y última estrofa se retoma la calidad divina de lo femenino y lo relaciona con la acción de cocinar:

ajustándole en chanza las pomposas casullas…

y en sus manos canónicas, golondrinas y grullas

comulgan los recortes de las hostias que fríe.

Las efigies aludidas son elegantes porque son sencillas, no son épicas historias ni complicados acontecimientos para figurar dentro del lenguaje poético. Los elementos temáticos y simbólicos desde luego están presentes y son parte de todo el evento poético. En cuanto a la representación, es sólo una mujer friendo en la cocina, son la siesta, el sauce, el consejo[15].

Las licencias y audacias que toma el autor son dentro de la dimensión expresiva: hacer verbos de sustantivos, quitar la crema de la diéresis, ver la lengua no sólo como un conducto de lo perfecto, sino también como un juguete o una masa de harina posible de moldear como se prefiera. Reissig lo expresa mejor en la última estrofa del poema El almuerzo:

otro distrae el ocio con pláticas sencillas…

Y de la misma hortera comen higos y fresas,

manjares que la Dicha sazona en sus rodillas.[16]

Últimas meditaciones

Títulos raros, signos quitados, imágenes sencillas o soberbias son permisos que regalan la literatura y la poesía. Entre tantas reglas y manifiestos suele olvidarse que la literatura no es un riguroso espacio que deba ser leído e interpretado de una sola manera, que las formas que existen no son correctas ni incorrectas, simplemente son. En un mundo en el que existe el arte y el artista, debe existir también el conmovido, pero sin atributos obligatorios y específicos.

La poesía es un ejercicio complementario y dinámico, el poeta lanza las palabras, las ordena, las significa y las adorna; el lector las atrapa, las reordena, las piensa, las canta y las vuelve a leer. Unos las asocian con el aceite y la sartén, otros con el pedal del piano, algunos con las muchas joyas del burgués, habrá quien las relacione con las fresas sin crema.


Referencias

Amestoy Leal, Beatriz. La obra poética de Julio Herrera y Reissig: su universo imaginario.

Montevideo: Biblioteca Nacional, 2008, Web.

Cadove, Mauro. “Teoría del aceite y la sartén”, Rinconcete, 2010, Web.

Fiorussi, André. “La diéresis silenciada de Julio Herrera y Reissig”, Rhytmica 17.17, 2019, p.53, Web.

Gómez de Hermosilla, José. Arte de hablar en verso y prosa, tomo II. Madrid, Imprenta Real, 1826, Web.

Hahn, Óscar. “Julio Herrera y Reissig o el indiscreto encanto de lo cursi”, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, n. d. Encontrado en http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/julio-herrera-y-reissig-o-el-indiscreto-encanto-de-lo-cursi/html/de5ee3db-3441-41da-8a3d-4557e5401d96_3.html

Herrera y Reissig, Julio. “Julio Herrera y Reissig”, A media voz, n. d. Encontrado en http://amediavoz.com/herrerareissig.htm#EL%20ALBA

Juarroz, Roberto. “Roberto Juarroz”, A media voz, n. d. Encontrado en http://amediavoz.com/juarroz.htm

Rodríguez Alvira J. “La nota pedal”, Teoría, No Publisher, n. d. Encontrado en https://www.teoria.com/es/aprendizaje/funciones/adorno/09-pedal.php


Semblanza:

Ruth Paola García Saucedo. Originaria de Guadalupe, Zacatecas, recientemente ha concluido el octavo semestre de la Licenciatura en Letras en la Universidad Autónoma de Zacatecas. Ha colaborado en publicaciones de poesía y cuento por parte del Congreso Nacional de Estudiantes de Lingüística y Literatura y en la revista La Sílaba, respectivamente. Participó en la organización número XVIII del CONELL como ponente. También ha trabajado como correctora de estilo en el Programa Editorial de la Universidad Autónoma de Zacatecas y en el grupo editorial Paradoja Editores. Tiene estudios de traducción y comprensión en inglés, latín, griego y náhuatl. Sus temas de interés son la traducción, la corrección de estilo y la poesía escrita en español de los últimos tres siglos.


[1] En La obra poética de Julio Herrera y Reissig: su universo imaginario (2008).

[2] También hallado como Josef Gómez de Hermosilla.

[3] Información encontrada en el texto de Fiorussi.

[4] En el tomo II.

[5] Publicado en Rhytmica, revista española de métrica comparada.

[6] J. Rodríguez Alvira, encontrado en https://www.teoria.com/es/aprendizaje/funciones/adorno/09-pedal.php

[7] Publicado en la revista Rinconete.

[8] Encontrado en https://cvc.cervantes.es/el_rinconete/anteriores/marzo_10/09032010_01.htm

[9] Encontrado en http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/julio-herrera-y-reissig-o-el-indiscreto-encanto-de-lo-cursi/html/de5ee3db-3441-41da-8a3d-4557e5401d96_3.html

[10]Atributo completamente arbitrario y subjetivo.

[11] Acento prosódico en las letras cursivas.

[12] Encontrado en http://amediavoz.com/herrerareissig.htm#EL%20ALBA

[13] La segunda estrofa textual se omite en el presente texto.

[14] Beatriz Amestoy dedica un capítulo de esto aplicado a la poesía de Herrera y Reissig.

[15] La siesta, El sauce y El consejo son poemas de Herrera y Reissig.

[16] Recuperado de https://www.poesi.as/jhr03003.htm