Ensayo: «Cuerpo y Queerpa del lenguaje no sexista» por Andrés Claros

La discusión sobre un lenguaje no sexista, inclusivo y no exclusivo ha tomado una fuerza increíble en el último tiempo, no obstante, la dirección del problema ha perdido su rumbo. Las traducciones del inglés al español de language como lenguaje y lengua sin distinción como conceptos iguales ha creado una confusión que no muchos se esmeran en corregir, empezando por el foco del debate: el lenguaje sexista. A lo largo del texto se intenta demostrar la imposibilidad de luchar contra el lenguaje sexista o una lengua sexista, más bien, debe ser contra el discurso y la enunciación sexista.

En primer lugar, es necesario entender el lenguaje como una facultad exclusiva e innata del ser humano que permite la comunicación entre nosotros mediante un número finito de elementos que combinados dan una infinidad de signos (doble articulación). Cualquier propiedad que se desprenda del uso del lenguaje es también una facultad exclusiva e innata del ser humano, por lo que afirmar que el lenguaje es sexista, es afirmar que el sexismo es exclusivo e innato del ser humano. Dicha concepción de las personas nos devolvería a la teoría de la tabla rasa, por ende nos lleva a afirmar que no existe “lenguaje sexista” y en el caso de que exista, sería inútil intentar erradicarlo, el concepto debería ser “Lengua sexista”, por descarte inmediato. Antes de todo, es fundamental tener definiciones claras, aunque sean funcionales de lenguaje, lengua y sus alcances, además de: significado y significante, que provengan de la lingüística y ponerlas en contraste o robustecer el concepto desde otras ciencias sociales como la antropología, sicología, sociología, semiología, siempre en conjunto, nunca separadas y tratadas particularmente. Hay un tremendo error conceptual/metodológico de entrada que impide desarrollar o empezar la discusión que es el nombramiento: lenguaje sexista.

El siguiente ejercicio que se debe plantear es la diferenciación de algunos conceptos, como la diferencia entre género sexual, dado por factores biológicos (genoma humano) y género gramatical como valor intrínseco de las palabras. Además, es preciso hacer una separación entre el uso gramatical de la lengua y el social, que si bien no son excluyentes, no pueden ser tratados ni analizados de la misma forma ni particularmente desde una sola ciencia. Por último, el “sexismo en el lenguaje” es un discurso derivado y que visibiliza el sexismo en la sociedad y debe entenderse el foco de discusión desde esta perspectiva, el empoderamiento y reivindicación de la mujer. Cuando se habla de reivindicación de la mujer es necesario saber qué categorías se están disputando o discutiendo, al respecto, Jéssica Alfaro en La retórica del poder (2005) señala tres puntos esenciales de la lucha feminista actual: “El mito de la mujer madre, la supremacía de lo abstracto por sobre lo concreto y la complementariedad de roles que oculta el problema político de fondo” (p 109).

Al parecer (para no sonar tajante ni grosero), no se han considerado estos breves pero simples antecedentes, de lo contrario ya tendríamos una (re)definición y una (re)lectura de  “Lenguaje sexista”, para empezar y ver sus alcances, proyecciones, debilidades, etc. Sin embargo, el discurso político detrás de la discusión no ha aceptado (y lo veo difícil) esta grieta en la construcción de sentido, discusión que ha llegado resquebrajada a universidades y sectores intelectuales quienes han “aportado” al debate con la elaboración de guías para un lenguaje no sexista, las cuales también han sido apresuradas en sus conclusiones y proyecciones. Ignacio Bosque en su texto Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer (2012) señala que el principal inconveniente es abordar este tema de forma descuidada y poco rigurosa emitiendo guías de lenguaje no sexista sin la participación-colaboración de lingüistas y en cierta medida despreciando sus trabajos y criterios. Bosque además dice que los aspectos en común de dichas guías es la metodología que usan, la cual consiste en tomar como base premisas verdaderas y dar a entender que quien niegue su errada conclusión está negando dichas premisas. Una de éstas, puede englobar y resumir al resto: es necesario entender la igualdad social de hombres y mujeres y lograr una visibilidad de la mujer. La discusión toma la siguiente directriz: cualquier manifestación verbal que omita la suposición del léxico, la sintaxis y la morfología que deben por obligación hacer presente y de manera explícita la relación entre género y sexo  será considerado un elemento sexista. Bajo esta lógica, Van Dijk en Discurso y manipulación (2006) sirve para explicar el proceso usado. El autor habla sobre la manipulación del discurso de los grupos dominantes por sobre los dominados, usando técnicas que dificulten la comprensión de la información o la aceptación total y empoderamiento del discurso. Aquí encontramos una variante, pues la manipulación no es de un grupo dominante, sino de un grupo que aspira a serlo, que está en plena disputa de poder y necesita la aceptación/imposición de su discurso por la población en general para lograr su objetivo. De esta forma quien no esté a favor será considerado un enemigo o un inconsciente político y social. En ambos casos deben o deberían aceptar o más bien acatar el proceso lógico establecido ya que responde al sentido común y a una especie de compromiso social, político, ético y reivindicatorio, aunque por detrás se oculte un ejercicio coercitivo el cual dicen rechazar.

El problema radica en visibilizar a la mujer en el contexto que sea. La categorización que se propone la podemos apreciar en el siguiente ejemplo, que aunque parece una ridiculización del discurso, es real:

 

«Sólo los venezolanos y venezolanas por nacimiento y sin otra nacionalidad podrán ejercer los cargos de Presidente o Presidenta de la República, Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva, Presidente o Presidenta y Vicepresidentes o Vicepresidentas de la Asamblea Nacional, magistrados o magistradas del Tribunal Supremo de Justicia, Presidente o Presidenta del Consejo Nacional Electoral, Procurador o Procuradora General de la República, Contralor o Contralora General de la República, Fiscal General de la República, Defensor o Defensora del Pueblo, Ministros o Ministras de los despachos relacionados con la seguridad de la Nación, finanzas, energía y minas, educación; Gobernadores o Gobernadoras y Alcaldes o Alcaldesas de los Estados y Municipios fronterizos y de aquellos contemplados en la Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional. (Roca, tomo 89, 2009, p78)».

 

Otro ejemplo esclarecedor de la necesidad de visibilizar a la mujer/lo femenino en cualquier contexto y la necesidad de establecer un límite del uso/aceptación es la campaña de 31 minutos Tulio anuncia el “verano para todos y todas”. Ante la situación, Bosque plantea lo siguiente:

 

«Seguiría siendo pertinente la simple pregunta de dónde fijar los límites ante el “problema de la visibilidad de la mujer en el lenguaje”. Si la mujer ha de sentirse discriminada al no verse visualizada en cada expresión lingüística relativa a ella, y al parecer falla su conciencia social si no reconoce tal discriminación, ¿cómo establecemos los límites entre lo que su conciencia debe demandarle y el sistema lingüístico que da forma a su propio pensamiento? (p 10)».

 

Un argumento contundente y definitorio mediante una conjetura que debe o debería al menos exigir una re-evaluación y planteamiento del discurso que afirma la necesidad de un discurso y actuación inclusivos en desmedro de un lenguaje no sexista o una lengua no sexista.

 

A nivel local, en la región de Tarapacá, Chile, encontramos la presencia de pueblos andinos como el Aymara y Quechua en la población, los menciono y pongo de ejemplo debido a la siguiente situación: ambos pueblos ancestrales tienen una cosmovisión distinta a la occidental, para ellos es importante marcar y establecer diferencias con valores bivalentes. Esto se refleja en la concepción del clima, donde sus estaciones son el húmedo y el seco. Sin ir más lejos, en el pueblo de Matilla, la iglesia está separada del campanario, construcción que responde a marcar la diferencia entre el hombre y la mujer, el día y la noche. El comercio incluso estaba marcado de forma dicotómica, separando estos pueblos altiplánicos con los camanchacos de la costa. En definitiva, estos hablantes que presentan diglosia no hablan como en el ejemplo mostrado anteriormente del periodista venezolano o el periodista Tulio Triviño, haciendo visible ambos géneros en cada ocasión o neutralizando sobremanera las oraciones, podríamos acusarlos a ellos de falta de conciencia o no entender el asunto y la necesidad de marcar ambos géneros o en su defecto un género neutro para la comunicación si su cosmovisión está basada en la visibilidad de ambas partes. Cabe preguntarse hasta qué punto es necesario forzar las estructuras lingüísticas para cambiar el uso social que se proyecta en los hablantes.

Ha quedado claro que el término Lenguaje sexista no es el planteamiento adecuado. ¿Acaso Lengua sexista lo es? Es trascendental leer y (re)leer el Curso de lingüística general de Ferdinand de Saussure, en primer lugar por los alcances que hace a la lengua desde la inmutabilidad del signo. Saussure plantea que la masa está atada a la lengua tal cual es por el carácter arbitrario del signo. No hay razón lógica, racional, causal o natural para querer cambiarlo, pues la multitud de los signos lingüísticos necesarios para construir o cambiar cualquier lengua se deberían cambiar infinitos elementos. Esta imposibilidad esta enraizado en el carácter complejo del sistema de signos lingüísticos del cual las personas no tienen un conocimiento acabado de su propia lengua, basta hacer referencia a la lucha por el lenguaje no sexista y su conceptualización para darnos cuenta de aquello. Por otro lado debe estar presente la reflexión propia del propio lenguaje, alejado de  cualquier tipo de organizaciones, considerando algunos aspectos como la automatización (concepto formalista), la dicotomía oralidad/escritura, el carácter complejo del sistema, la doble articulación, la incapacidad e imposibilidad de definir al elemento que define y establece la realidad, el español no como lengua madre, sino como lengua impostada en período de conquista española; y bastaría hacer un  repaso de la literatura latinoamericana o sus autores para ver que en su mayoría (por no decir totalidad) problematizan la realidad a través lenguaje y el lenguaje mismo a diferencia de la literatura española. “Axolotl” de Julio Cortázar es un buen ejemplo de cómo la enunciación se pasea entre el yo, tú y la desterritorialización, dejando claro que el lenguaje no es un lugar seguro ni estable. En este sentido, deberían ser los especialistas quienes cambien el sistema y por ende la lengua no sexista, pero dicho acontecimiento dejaría fuera a la masa parlante, la esencia de la lengua.

Situémonos en una sala de clases donde hay 29 hombres y una mujer, el profesor dice: buenos días, alumnos. En la misma sala de clases, caso contrario, hay 29 mujeres y un hombre, el profesor dice: buenos días, alumnos. Si bien la invisibilidad de la mujer es un caso a considerar en el contexto, lo es también cuestionarse por qué el género masculino sirve como neutro y globalizador y el femenino no. Por qué no se puede usar indistintamente ambas formas sin que nadie se sienta ofendido o menoscabado, ya que si nos reconocemos como iguales (y si no, es por qué obedece a un problema de sexismo paradójicamente) no habría conflicto. La problemática yace en la comunicación inclusiva, y el cambio social comienza con el reconocimiento de un cuerpo-ente distinto a mí como igual, de forma más clara: reconocer y aceptar el cuerpo y la queerpa.  Es decir, actuar el signo lingüístico y darle práctica y legitimidad al discurso de la igualdad, ya que no hay victoria si hay igualdad en estos términos comunicativos y siguen habiendo femicidios, discriminación, violencia, represión, etc. Debe ser una tarea paralela. En esta perspectiva el debate ya no se centra en lo gramatical, dejando atrás las dificultades señaladas, sino en discurso, contexto y actuación. En el año 2016, Marina Ascencio, una joven de 11 años, ha entrado a la palestra nacional al exigir su ingreso al Liceo Instituto Nacional (IN), colegio exclusivamente de hombres, en una carta interpelando a la presidenta de la república de Chile Michelle Bachelet, a la alcaldesa de Santiago y el rector de dicho establecimiento. Hace tres años atrás, Illich Silva Peña en una columna de opinión del diario El mostrador  ya planteaba la situación de un IN mixto[i]. Atingente al caso, María Fernández en su texto “Las mujeres en el discurso pedagógico de la historia” señala que la invisibilidad de la mujer es recurrente y ocurre en distintos niveles, sumándose a este fenómeno la impersonalización, pasividad, anonimato y representaciones de la mujer en relación con sus atributos físicos o materiales. Su estudio analiza cómo la figura de la mujer ha sido relegada de importancia en los textos escolares que entrega el gobierno de Chile pese a que el mismo gobierno en la década del noventa se propuso eliminar la educación sexista y se hizo una campaña para promover la equidad de género en el sistema escolar. Con anterioridad señalé en este trabajo que es necesario evaluar la situación del problema desde una perspectiva amplia, por tanto la pregunta que nace desde el otro extremo de la lengua; es decir, el social (en oposición al gramatical) es la siguiente: ¿podrá una guía políticamente correcta de lenguaje no sexista que se centra en la visibilidad de la mujer en cuanto a lo gramatical o en su defecto la neutralización de género en enunciados netamente comunicativos combatir o dar solución a la invisibilidad de la mujer en el discurso histórico de la tradición? Si pese a todo, alguien respondiera que sí, debería como ejercicio reflexivo/crítico leer Amuleto de Roberto Bolaño, que narra la historia de Auxilio Lacouture encerrada en el baño mientras los militares mexicanos hacen ocupación de la Unam. Encerrada en el baño Auxilio repasa su vida y sus posibilidades de vida, el relato gira en torno a ella, lo gramatical y social le dan preferencia pues ella es la protagonista y centro del relato; sin embargo, a final de la historia ella misma cuenta cómo su leyenda se ha tergiversado al punto de que no fue la madre de los poetas jóvenes la que sobrevivió sino un hombre dejando vacía su hazaña y su discurso. Hay otras obras de Bolaño como Putas asesinas o 2666 en las cuales se problematiza la victimización del hombre sobre la mujer.

 

Algunas consideraciones a ser tomadas en cuenta:

 

Bibliografía:

-31 minutos (28 de enero de 2015). “Tulio anuncia el “verano para todos y todas””. Recuperado en https://www.youtube.com/watch?v=zOd6qV97A-I

-Alfaro, Álvarez, Jéssica. (2005). La retórica del poder. Miradas respecto del feminismo, las mujeres y lo social. Análisis del discurso de la Iglesia CatólicaAthenea Digital. Revista De Pensamiento E Investigación Social, 1(7), 105-113.

-Bosque, Ignacio. (Marzo, 2012). Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer. Trabajo presentado en pleno de la corporación de la  Real Academia Española, Madrid, España.

-Fernández Darraz, María Cecilia. (2010). Las mujeres en el discurso pedagógico de la historia: Exclusiones, silencios y olvidosUniversum (Talca)25(1), 84-99.

-Salinas Meruane, Paulina, & Lagos Lira, Claudia. (2014). Género, discurso crítico y violencia simbólica: un trinomio epistemológico en la prensa chilena entre 2006-2011Comunicación y sociedad, (21), 181-212. Recuperado en 20 de septiembre de 2016.

-Van Dijk, Teun. (2006). Discurso y manipulación: Discusión teórica y algunas aplicacionesRevista signos39(60), 49-74.

 

[i] Comentario con relación a la columna: «Por qué el Instituto Nacional debe ser mixto». Visto en:www.elmostrador.cl/. Consultado 20/09/2016.