Ensayo “¿Cuál es la locura de Sancho Panza?” por Itzia Rangole

I

Se ha escrito hasta más allá del cansancio y quizás lo prudente sobre la locura de Don Quijote. El cual un día, por no tener nada que hacer, toma las armas e inicia un peregrinaje en busca de aventuras. Aunque poco se ha reparado en la insensatez de su fiel escudero.

II

El relato del hidalgo que vive en algún lugar de la Mancha, de cuyo nombre el autor no quiere acordarse, es mundialmente conocido. Alonso Quijano sucumbe ante la irracionalidad de tanto leer libros de caballería. El ocio, el enclaustro, las letras y la imaginación transformaron al noble en un demente. Su locura es de una clase tan particular que fue difícil para todos aquellos que le conocían el poder emitir un juicio al respecto.

Alonso Quijano, también conocido como el caballero de la triste figura por su rostro demacrado, o el caballero de los leones por su incauta imprudencia, pudo ser un insano con una extraña claridad mental o un hombre que de tan razonable resultaba un lunático. 

Sin importar cuál de las dos categorías se le asigne a la personalidad del Quijote, no se puede dudar de que ese lector voraz, ese falso caballero andante, hidalgo de baja estirpe, es —como se diría en lenguaje prosaico— un chiflado. Él veía las ventas como castillos, los molinos y tinas de vino como gigantes, las villanas como hermosas señoras, un caballo tísico como el más fiero de los corceles y una bacinica como una celada. Para él, todo aquello que de la realidad no cuadraba con su inventiva era producto de los crueles encantamientos de los hechiceros que le perseguían.

Quijano salió al mundo con la firme intención de liberar a los oprimidos, salvaguardar la honra de las doncellas, consolar a los dolientes y llevar justicia a los arbitrariamente condenados. En el camino perdió su dinero, su buena reputación y sus dientes; ganó golpes, insultos y burlas. De igual manera, en pleno desuso de sus facultades mentales escoge vagar desnudo entre los parajes de las montañas penando de amor por Dulcinea del Toboso. 

Para convertirse en Don Quijote, el hidalgo creyó con una fuerza apabullante que todas las historias de héroes que poblaban su entendimiento eran verídicas. Antes de iniciar su travesía, y ahogarse en las aguas de la enajenación, se bautizó a sí mismo y a su caballo. En su mente las quimeras se abrieron paso y triunfaron sobre lo auténtico. No obstante, su sirviente Sancho Panza sí veía al Quijote tal como este era: un hombre enjuto de razón imprudente. Ese es el problema. 

III

Sancho Panza, villano de un lugar de la Mancha, cuyo nombre nunca sabremos, conocía a Alonso Quijano, sin ser vecinos ni amigos, habían mantenido un trato amable el uno con el otro durante años. Sin reparar en la armadura improvisada o en el caballo desnutrido, Panza opta por confiar en el discurso del hidalgo, acepta la existencia de Amadís de Gaula y da por legítima la promesa de que va a obtener una ínsula como pago a su labor de escudero. 

El desvarío de Don Quijote se explicaba del mucho leer, del poco dormir y de una mezcla de ingenuidad, fantasía y nobleza, la alienación de Sancho Panza, en cambio, es extraña. El leal compañero de las desventuras del caballero andante era un sujeto analfabeta, casado, con cuatro hijos, pobre y campesino. Varios de los personajes de la novela —el clérigo, el abogado, los duques —justifican su comportamiento bajo la excusa de la <<simplicidad>>. Lo cual es falso.

La enajenación de Sancho Panza no responde a la sencillez sino a lo contrario. La locura del escudero, que anda en su rucio negándose a entablar batalla alguna, pero dispuesto a tomar todos los beneficios materiales de las hazañas de su amo, es laberíntica. 

IV

¿Qué es lo que provoca que Sancho Panza abandone su casa y a los suyos para asistir a un hidalgo que va en búsqueda de proezas que labren su nombre? Al principio la respuesta es evidente: obtener fortuna y huir de las responsabilidades. Adentrándonos en la historia, una vez que Sancho Panza se da cuenta de que en donde su señor ve gigantes, sangre, castillos y caballeros, únicamente hay molinos, barriles, vino, ventas y hombres, el escudero comprende que su amo está trastornado. Surge, entonces, una interrogante: ¿qué clase de persona acompaña por páramos desconocidos a un hombre sabiendo que este está loco? ¿Cuál es su motivación?

¿La inconsciencia? No. Sancho da testimonio ante la duquesa de que todo cuanto el Quijote aduce acerca de sus logros no son más que mentiras, fruto de una inteligencia perturbada. Sin embargo, a los días vuelve a jurar, ante la misma mujer, haber viajado por los cielos montado en un caballo mágico.

¿La codicia? Sí. Panza demuestra interés en la profesión de escudero al descubrir que puede llegar a gobernar una ínsula. Roba una bolsa con monedas de oro. Se plantea la posibilidad de abandonar al Quijote durante la noche, llevándose los suministros como pago por sus penurias. Insiste repetidamente en que se le asigne un sueldo, aún cuando no hay registro de tal cosa en los libros de caballería. Teme que el Quijote abandone las armas y se una a la iglesia, puesto que en dicho campo los bienes materiales no se reparten entre los civiles.

A pesar de todo lo anterior, cesa en sus demandas ante el temor de que Don Quijote se pueda deslindar de él. Rechaza asociarse con otro compañero que sí le ofrece, a cambio de su servicios, una recompensa tangible en un plazo determinado. Sobre todo, abandona el dominio de los terrenos que se le encomendaron para gobernar cuando ve todas las dificultades que implica un puesto de poder. 

¿La ignorancia? Aquí tendríamos que hacer una diferencia entre el hecho de desconocer información y la incapacidad de razonar, puesto que no son la misma cosa ni siquiera fenómenos semejantes. Sancho Panza era inculto en muchos aspectos —como lo somos todos los seres humanos —, lo cual provocaba que fuese crédulo ante ciertos juicios falaces. Esto no necesariamente conlleva que Sancho Panza no usará su intelecto, como muchas veces se le acusa. 

El escudero engaña con alevosía al hidalgo en, al menos, tres ocasiones. En la primera, emprende el viaje de regreso a su pueblo con la consigna de entregar una carta a Dulcinea del Toboso. Cosa que nunca realiza, pero de la cual relata cómo fue su cumplimiento con pormenores. La segunda artimaña del villano consta de su falso testimonio acerca de que Dulcinea del Toboso ha sido encantada ante los ojos del Quijote, por lo cual este es incapaz de verla en todo su esplendor. La tercera falsedad se desprende de su antecesora, Panza afirma haberse azotado tres mil trescientas veces para romper el hechizo que pesa sobre la doncella. 

Todo lo que el escudero inventaba tenía el propósito de ser leña para el fuego que era la locura del Quijote. Mientras que a la par, él que se cree cuerdo, alimenta sus esperanzas de que un demente lo dote de una cantidad de riquezas como nunca ha visto en su vida. 

La forma en que Sancho Panza aprehende el mundo y las razones que lo impulsan son un ir y venir. Es el mismo personaje el que descubre que la mente de su señor es insana; el que se cerciora de que el clérigo y el juez han embaucado al Quijote, valiéndose de su buena fe, para enjaularle; y el que discute con su mujer acerca de si es buena idea o no, debido a la diferencia de clases, el casar a su hija con un duque, siendo ellos pobres.

V

Ambos personajes están desquiciados y aunque su insanía puede tener distintas variaciones, en origen es la misma: tratar de evadir la realidad para lograr escapar de ella. Se niega lo insulso de la existencia y se le transforma en una historia donde la justicia prevalece, los entuertos son enderezados y la suerte se le brinda a todo aquel que esté dispuesto a buscarla. 

Don Quijote de la Mancha es una novela de dos héroes desequilibrados con un carácter que resulta mutuamente lenitivo. Al aunar su locura los dos se transforman por la eternidad en un valeroso caballero y en un fiel escudero. Los cuales al proteger el mundo se salvan a ellos mismos de un destino opaco e inapetente.