En México, Dios ha muerto

En 1882 el filósofo Friedrich Nietzsche escribió su obra La gaya ciencia, en esta obra apareció una de las frases con la que más se le reconoce a este autor alemán: “Dios ha muerto. Sigue muerto. Nosotros lo matamos.” Esta expresión sigue causando controversia hasta nuestros días. Pero viendo y viviendo en un estado caótico como el actual, me parece que vale la pena volver a tomar en cuenta esta emblemática declaración.
A Nietzsche no le importaba discutir la existencia o la inexistencia de Dios, al igual que para nosotros tampoco es tema de debate en esta columna, sino que quiso poner en relieve, el hecho de que Dios ha dejado de ser la fuente de todo código moral para la sociedad de su tiempo. Ante esta desintegración de la moral que provenía de la religión, el ser humano quedó con un vacío de toda base moral.
La pregunta pertinente sería, ¿esto a qué viene al caso? Bueno, si vemos las estadísticas resulta que México es un país donde la mayoría de su población declara profesar alguna religión cristiana: sean católicos, protestantes, carismáticos, etc. Sin embargo, ¿por qué siendo un país con una mayoría cristiana, es a su vez una nación violenta, donde la corrupción impera y la impunidad reina? Nuevamente tendríamos que decir: “Dios ha muerto. Sigue muerto. Los mexicanos lo matamos.”
Pero no estamos refiriéndonos a un homicidio de Dios de manera literal, sino que como sociedad a pesar de declarar que se profesa una religión, lo cierto es que nuestra moral es inexistente. De aquí que sea extraordinario el hecho de que la PGR ya ha iniciado una investigación en contra del cardenal Norberto Rivera por encumbrimiento de pederastia. Pero tampoco este hecho es propio de la Iglesia Católica, también las iglesias evangélicas han tenido que lidiar con sus ministros pederastas.
¿Qué decir sobre la construcción de templos con dinero del narcotráfico? En un templo en Pachuca, Hgo., se sigue mostrando en su placa que ese edificio fue construido con la contribución de Heriberto Lazcano Lazcano. Pues el dinero manchado de sangre se purifica cuando es dedicado para la obra de un Dios al que hemos asesinado.
La grave desintegración de la moral cristiana ha llevado a tomar el nombre de Dios como bandera del crimen, so pretexto de que su lucha es también una lucha divina. Ejemplo de esto son los Caballeros Templarios, cártel fundado por Nazario Moreno “El Chayo” quien adoctrinaba a los miembros de ésta organización con pasajes bíblicos. “Dios ha muerto…Nosotros lo matamos.” Pero otro caso, y uno muy reciente, es el vídeo grabado por un sicario del Cártel del Golfo, donde se aprecia cómo oran el Salmo 144 antes de ir a un enfrentamiento contra sus rivales. Pidiendo la protección divina de un Dios muerto. Pues la moral cristiana es casi inexistente.
Pero aquellos sacerdotes y ministros que intentan “resucitar” a Dios volviendo a practicar y enseñar la moral cristiana, la correcta y no la distorcionada, son tundidos por la sociedad así como también por las respectivas instituciones a las que pertenecen. El padre Solaide, quien cansado de injusticia alzó su voz y se puso presto para denunciar todo acto de corrupción, es tachado por la sociedad como un insurrecto. O el exsacerdote Alberto Athié quien se atrevió a denunciar al cardenal Rivera. Durante el gobierno de Erique Peña Nieto se han reportado al rededor de dieciocho sacerdotes asesinados, sin contar los más de quinientos ministros extorsionados.
La base moral en México no sólo está deteriorada, sino también distorcionada. ¿Cuántos de nosotros tomamos clases de Cívica y Ética? ¿Por qué esas materias han quedado en el olvido? La única base moral que restaba era la religiosa, pero hemos visto que ésta también está completamente distorcionada. Los cristianos reformados y evangélicos han reportado un mayor crecimento de feligreses, pero ¿en qué ha servido para avivar y fortalecer la moral?
Esto es un problema profundo, no exclusivo de un sólo grupo o sector. Es alarmante ver cómo la corrupción reina en el mundo laico y eclesiástico. Donde nadie denuncia o actúa y quienes sí lo hacen son castigados por ser “renegados”.
Nuestra sociedad necesita recuperar la moral, y si se presume que México es un país con mayoría religiosa, entonces tiene que recuperar también su moral religiosa pero que de verdad se muestre una verdadera base moral. Pues ésta parece recuperarse únicamente cuando el Papa viene de visita, pero es algo que poco ha significado para el restablecimiento de la base moral católica, por mencionar el ejemplo de la fe que más se profesa en este país.