Emaús (Baricco)

Seda. Sin sangre. Tres veces al amanecer. Novelas cortas. Obras maestras. Magia en estado puro. En Emaús también hay magia, quizá no tanta como en las otras, pero sí la suficiente.

«Se marcharon a las montañas y no quisieron que nadie los acompañara. Una tienda de campaña, escasas provisiones, ni un libro siquiera, ni música. Prescindir de todo es algo que ayuda —nada como la indigencia para llevarle a uno cerca de la verdad».

Alessandro Baricco hace malabares con las palabras, también con las que no escribe, qué difícil es saber qué contar y qué no contar, qué difícil es saber cómo contar, y cómo no contar, qué difícil es callarse en el momento preciso.

«El chico lo entendió mal, entendió que el hombre quería saber si la había visto, así, en general, en la vida —si había visto lo maravillosa que era. ¿Has visto a Andre? Como si se tratara de algo entre hombres».

Baricco cree en la excepcionalidad. Cree que las personas podemos ser excepcionales. Cree, incluso, que la persona más gris puede —en un momento dado— ser excepcional. Baricco cree en una magia que está al alcance de cualquiera.

«Desnuda, Andre se movía, y cualquier postura nuestra, en la butaca del teatro, era repentinamente inapropiada, hasta incluso dónde poníamos las manos. Los ojos los mantenía yo en el esfuerzo de contemplar toda la escena; pero ellos, en cambio, buscaban el cuerpo en sus detalles, para aprehender ese regalo imprevisto».

Emaús explora la ingenuidad juvenil. Emaús explora el catolicismo ciego. Emaús es dolor pero también esperanza. Emaús es una tragedia sin final que nos obliga a mirar más allá. Emaús como la historia de un amor imparable.

«Dice que nunca ha existido un antes de Andre, porque éramos así desde siempre. Por tanto no nos corresponde ninguna nostalgia, ni disponemos de un camino para volver atrás».

Las historias de Baricco están llenas de agujeros, son historias con trampa, con muchas trampas, y estos artificios literarios nos transportan —deberían transportarnos— a un mundo donde todo es posible dentro de lo posible.

Emaús es una historia heroica. Los dos protagonistas alcanzarán —de alguna manera— la quimera soñada. Resulta claro que nunca morirán —salvo en gestos pasajeros y en momentos olvidables—. Y tampoco dudan de que más afilado que cualquier clase de miedo se revelará su caminar.