El sexo o el placer

Esta noche quiero darte todo a ti en la oscuridad
Hay mucho que quiero hacer y esta noche quiero ponerlo a tus pies
Porque chica, yo fui hecho para ti y tú fuiste hecha para mi
KISS

Sexo animal, sexo salvaje, sexo por placer, sexo por venganza, sexo por discordia, sexo por poder, sexo por contrato, sexo por dinero, sexo por justicia, sexo por uno mismo o hacia uno mismo, pero ¿Dónde queda el sexo por amor? ¿Dónde queda lo íntimo y lo placentero? ¿Dónde es placer y dónde empieza la lascivia? ¿El placer sexual es el mayor placer por excelencia? ¿Todo placer es sexual o amoroso?

Nietzsche decía: “La predicación de la castidad es una incitación pública a la contra naturaleza. Todo desprecio de la vida sexual, toda impurificación de la misma con el concepto de «impuro» es el auténtico pecado contra el espíritu santo de la vida”. La castidad es ahogar al deseo, pero este vuelve siempre a nadar. El sexo es la forma en que la vida muestra su fortaleza y poderío. El sexo se nos presenta hoy en múltiples formas, razones, visiones y hasta contratos. Se ha ido liberalizando poco a poco pero al mismo tiempo también se ha estado dogmatizando.

Ahora en vez de ser la iglesia la que nos informa o educa que es moral o inmoral, son las grandes corporaciones o empresas las que forman el gran imaginario social acerca de la sexualidad, si lo vemos de una forma muy sincera, simplemente hemos cambiado la correa por una de otro color. Si nos observamos detenidamente, ¿cuánto de nuestro pensamiento sobre el sexo viene del exterior?

Veamos las series, las películas normales o pornográficas, la música, el internet, la televisión, la radio o el periódico, ¿cuánto de los medios audiovisuales han formado e idealizado nuestra idea de placer? ¿Es realmente es así el placer? Nos decía Michel Foucault que el poder no se tiene; se ejerce. El poder domina cuando normaliza nuestras prácticas. ¿Cuántas cosas, ideas y pensamientos ya estaban en la norma cuando nacimos?

El gran problema actual del sexo, y por actual me refiero a los últimos 300 años, es que se transformó de una necesidad biológica a una necesidad personal, la cual debe ser siempre y totalmente a nuestro gusto y forma, como si fuera una materia de consumo, un artículo que puedes conseguir en tu supermercado más cercano. Esto hace que hombres como mujeres, más estas últimas, se cosifiquen y codifiquen como un producto.

Pero no somos código de barras, somos seres que caminan, que piensan, que desean, que cambian sus gustos, que un día somos fulano y el otro somos mengano, que un día sentimos placer de una manera y otro día de otra forma. ¿Cómo nuestros nuevos maestros podrán normalizar eso? ¿Cómo nos van a cuadrar nuestro instinto sexual? ¿Cómo fue que se reflexionó acerca del comportamiento sexual? ¿Por qué tiene esta forma el sexo hoy? ¿En qué medida el sexo se implicaba en distintos tipos de relaciones, como ámbito de experiencia moral? ¿Cuándo se transformó de una unión por placer a una fuerza social?

Muchas veces somos desconocidos para nosotros mismos, nunca hemos querido encontrarnos ni buscarnos, parecemos lo más lejano a nuestro ser, un barco sin brújula ni farol. Nuestra sexualidad es conocernos, desnudarnos en el sentido más profundo de la palabra, no solo de ropas sino de fundamentos y metafísicas, saltarnos los dogmas y los raciocinios. Dejar desprovisto el alma de alguna cubierta que nos ayude a escondernos.

El placer es quererse y conocerse, ¿cómo podremos dar lo que no tenemos? El placer es un acto de autocomplacencia, de autodeterminación, de satisfacción por satisfacer. Es un derecho el de disponer libremente del propio cuerpo y no tratar de atarse a los paradigmas sociales, sino de establecer destinos y fundamentos.

Ciertamente el sexo es un arma y un instinto genético de supervivencia, somos animales dispuestos a la voluntad de poder; pero pensemos más allá del bien y del mal, pensemos más allá del absurdo. Porque si nos vemos así seremos sujetos con predisposición a la carne (según la Biblia), veamos más allá del devenir constante, miremos más allá de la continua y fatídica repetición. Es buscar el mismo goce en el instante mismo del júbilo. Es ser nada más feliz, lo que deberíamos tomarlo como un deber y exigirlo como un derecho, aunque nos sea negado infinidad de veces.

El sexo o la sexualidad es una de las formas más inmediatas de la vida, es un acto dionisiaco o de creación, por lo cual debemos tomarlo seriamente en su práctica y no tan serio en su teoría. El sexo es aquella red que nos vuelve a atrapar en nuestra mortaja animal, un paroxismo febril. La sexualidad es aquella parsimonia que nos permite olvidar toda nuestra historia por un momento de goce. Un letárgico e iracundo grito de vida.