El poder de la Nostalgia

“Ever since he had first lay in the autumn leaves
before his grandmother’s house many years ago
and heard the wind and saw the empty trees.
It had made him cry, without a reason.
And a little of that sadness returned each year to him.
It always went away with spring.”

Ray Bradbury

 

Octubre es un mes complicado; existen muchas profundidades del otoño que todavía nos son desconocidas y nos mantienen al tanto del viento fresco y las hojas que caen especialmente este mes.

Es más sencillo comprender el resto de las estaciones; la primavera, por ejemplo, da un equilibrio emocional, se espera un clima tranquilo y existe una suavidad en el aire que arrulla el alma. El verano viene con el calor y las ansiadas vacaciones, esta etapa es la favorita de muchos porque se asocia con el descanso y la despreocupación. El invierno puede tomarse como una etapa de regalos, festejos, promesas y renovaciones. Pero el otoño está aliado con los opuestos; se festeja a los muertos, se busca el miedo, se comprende la mortalidad, y aunque se ansía el futuro, es fácil aferrarse al pasado. Estos sentimientos casi no se nombran y poco se comprenden, por lo que sólo un puñado de artistas ha podido retratar con exactitud sus dimensiones.

Puedes nacer en un mes de verano, pero tu alma ver la luz en octubre. Pocos comprenden la naturaleza errante de esta estación y del mes que más la define. Muchos escritores han dedicado cartas de amor a los atardeceres sepias y las lunas llenas que acompañan una de las festividades más sensibles del año.

Y es que festejar a los muertos, aceptar que vuelven al menos una vez al año y que les debemos respeto eterno, es una acción casi obvia cuando se reconocen los límites del cuerpo y la imposibilidad de probar el más allá. ¿Cuál es el motor fundamental de estos festejos? La nostalgia, el recuerdo absoluto de momentos perdidos que pueden hacer reír y llorar a la vez.

No es sólo una memoria, es una recreación, un acto teatral que puede apreciarse mejor desde la literatura, cuando alguien más puede poner en palabras las sensaciones que no logramos clasificar.

Ray Bradbury, probablemente, es el mejor ejemplo literario. Él descubre las facetas de este mes y sus personajes nacidos de las sombras. Con October Country se adentra en las almas que se reflejan en esta estación y que constantemente tienen una moral gris, una actitud voluble y una violencia interna que motiva acciones perfectamente planificadas.

De alguna manera, este libro de cuentos busca ser la parte terrorífica tan necesaria durante este mes. En cambio, en su libro Halloween Tree busca rescatar los orígenes de la tradición y reconoce que el resto del mundo tiene tendencias similares cuando se trata de recordar a los muertos. Además, dentro de esta pequeña historia también se vislumbra la mejor forma de combatir el miedo y la maldad del mundo, y es que la amistad infantil se vuelve la única opción de salvación.

En su novela Something Wicked This Way Comes enaltece la fuerza de la niñez, pero también el poder de la nostalgia que sólo un alma vieja puede tener. Añorar otra edad es el mayor error que el hombre comete y es producto del ingenuo pensamiento de que ciertas edades definen ciertas felicidades. El recuerdo de “tiempos mejores” provoca la mayor de las tristezas.

La nostalgia tiene un poder de curación, pero también es un vacío peligroso. Los recuerdos duelen, pero en su dolor, en el gozo de la memoria, recae la verdadera opción de vivir. Llorar sin razón por el sufrimiento de no estar en un lugar desconocido es tan necesario para el alma como lo es el llanto por el ser amado que debe partir y alejarse irremediablemente. El corazón se estruja por las posibilidades del mañana y de la realidad que nunca alcanza a llenarnos, que a veces promete, y a veces te hace olvidar los sueños de infancia.

Octubre es un mes misterioso porque es un ciclo en sí mismo; nace la muerte, la abrazamos y la dejamos ir a principios de noviembre con la esperanza de un reencuentro sin necesidad de tocarla, de que el próximo año estaremos más listos, seremos más buenos y más sabios, como si eso nos alejara de ella y nos permitiera vivir un poco más.

Pero luego viene el deseo de estar cerca de aquellos que se fueron, no podemos soltarlos, así que elegimos el sufrimiento del ayer y la nostalgia finalmente cobra un sentido místico que eventualmente se agotará como las hojas durante esta estación.