El experimento regio

¿Qué tiene de parecido Jaime Rodríguez Calderón con la final regiomontana? Además, claro está, de que El Bronco también es regiomontano. Tanto Jaime Rodríguez como el club Monterrey y Tigres UANL, son el resultado de un gran proyecto político-empresarial. Suena confuso y hasta descabellado, sin embargo, vamos a irnos un poco más despacio.

Históricamente los estados del norte, tales como Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, se han sentido no sólo ajenos al resto del país, especialmente respecto al centro del mismo, sino que además, han formado una férrea fraternidad entre esta terna norteña.

Bajo este sentimiento, en 1840, formaron la República del Río Grande. A pesar de que dicha república resultó efímera, Mariano Arista acabó con las pretensiones norteñas al vencer a estos separatistas en la ciudad Camargo en noviembre de 1840, el resentimiento hacia el centro del país no menguó.

Aún con la consolidación del Estado mexicano, las diferencias y el descontento por parte de estos estados del norte respecto a la capital del país, han perdurado. El alto desarrollo industrial, su avance en los medios de educación y la infraestructura de estos estados, especialmente en Nuevo León, acentúan este conflicto. El progreso neoleonés lo lleva a contemplar al resto de la nación como un lastre para su economía; la capital de la república, por ejemplo, es vista como un vampiro que succiona los recursos económicos de su estado.

Dentro de este problema nos encontramos con la cuestión presidencial. Según cuentan las leyendas políticas, al presidente de México lo eligen entre un grupo empresarial muy poderoso que, por su ubicación, se les ha dado el mote de “El grupo de Atlacomulco”. Nuevamente es el centro de la república mexicana quien controla y no suelta el poder. (Cuidado, porque la sombra de Francisco I. Madero está presente).

Por ello, un grupo de empresarios poderosos de Nuevo León, donde destacan las empresas como FEMSA (Rayados de Monterrey) y CEMEX (Tigres), cuyo triángulo de poder es San Pedro Garza García, San Nicolás de los Garza y Monterrey, se han reunido para desplazar al grupo de Atlacomulco del poder. Para ello era necesario iniciar con un simple, pero peligroso y ambicioso, proyecto político: controlar su estado, Nuevo León. Para realizar sus experimentos, este grupo norteño colocó a Jaime Rodríguez Calderón como su conejillo de indias. Fue así que, mediante un expriísta resentido, crearon su “independiente”; era independiente del centro de la república pero no así de los intereses de los empresarios nuevoleoneses.

¿Por qué creen que tanto Televisa como Tv. Azteca hicieron un tremendo bloqueo mediático para aislar a El Bronco del resto de la audiencia nacional? ¿O el enorme desembolso de Nuevo León para que el clásico regio fuera vista a través de la transmisión abierta? Ciertamente las campañas electorales del 2018 servirán como termómetro que mida el poder de los empresarios regiomontanos; hay que sacar el experimento del laboratorio y llevarlo a mayores pruebas.

Este esfuerzo empresarial fue evidente en la pasada final de fútbol mexicano. La continuidad y las grandes inversiones económicas, son la clave del éxito regiomontano. Y tales esfuerzos rindieron frutos. La final entre Rayados de Monterrey y Tigres, representó ese desplazamiento de aquellos “pequeños” equipos del centro y sur de México. ¿De verdad creemos que el fútbol es un simple deporte?

Aquel balón que rodó, llevó consigo un significado más allá del espíritu deportivo. Siempre lleva intereses político-económicos. Dos regios llegaron a la final, ¿uno más podrá llegar a la presidencia?