Cada hora mueren 9 mexicanos por cáncer, es la estadística fatal que fue pronunciada por el Secretario de Salud, José Narro Robles en el día internacional contra el cáncer (http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2017/02/04/cada-hora-mueren-9-mexicanos-por-cancer-narro). Posteriormente agregó: se puede prevenir y curar, pero falta cuestionar el cómo.
En México, de acuerdo a estadísticas del INEGI (http://www3.inegi.org.mx/sistemas/sisept/Default.aspx?t=mdemo125&s=est), el cáncer ocupa el tercer lugar como causa de mortandad, mientras que en Estados Unidos ya se ubica en el segundo lugar.
Resulta por lo tanto, imperante conseguir en el menor tiempo posible, soluciones para tan misteriosa y fatal enfermedad, pues como se ha dicho en innumerables foros y espacios, es algo que puede curarse siempre y cuando se detecte tempranamente.
Y es aquí donde nos interesa reflexionar en esta ocasión, aportar algo desde la teoría pero sobre todo, la práctica psicoanalítica.
Y es que si partimos de los estudios realizados al cáncer, identificaremos una constante que no deja mentir: en la mayoría de los casos, se presenta una baja en la vigilancia inmunológica del sujeto.
Hasta hace pocos años, no se tenía en cuenta la importancia que recae en el sistema inmunológico de la persona, de las defensas del cuerpo y su relación con la salud psíquica.
En términos generales, existe una relación entre el sistema inmunológico –función a cargo de las células llamadas leucocitos o glóbulos blancos-, y los factores psíquicos.
En un primer acercamiento, se tiene cuenta de cómo la producción de serotonina, dopamina y adrenalina de una persona, se relaciona con las actividades defensivas inmunológicas.
Es decir, que cuando un sujeto mantiene actividades regulares de ejercicio y recreación donde se estimule la producción de las sustancias dichas, se abren posibilidades de activar fuertemente el sistema defensivo del cuerpo.
No es extraño que las personas que llevan una vida activa, ya sea por medio del deporte o de un trabajo no estático, se noten más joviales y con energía, además de menos enfermizas.
Y es que regresando al tema del cáncer y de la preocupante estadística presentada en días recientes, valdría la pena cuestionarse precisamente sobre las maneras de prevención y detección.
Lo que consideramos, es a razón de nuestra práctica clínica que sostiene una revelación interesante que ha sido constatada por diferentes psicoanalistas, incluso por la propia psicología clínica.
Cuando se presentan episodios depresivos en el sujeto, se proyecta al mismo tiempo, la emergencia de enfermedades de tipo viral o bacteriana, entre otras.
El sujeto se ensimisma en una especie de egoísmo narcisista, sabiéndose el centro del universo, y se pierde la vigilancia hacía el cuerpo, incluso hacía algunas funciones vitales.
En esa pérdida de la vigilancia se pierde también la inmunidad, como la misma definición de inmune lo indica, ya no puede operar el dejar fuera de. Cualquier cosa puede atravesar las barreras debilitadas.
Y es en esa no operación del sujeto, en esa no actividad, que incluso las células pueden liberarse en desorden, anárquicamente, reproduciendo no más que lo que acontece en el sujeto.
La célula se dispone a pervertir el código de producción limitada con el que fue ordenada desde el principio, no acata ni se limita a mantener con vida un órgano o el cuerpo, sino que se lanza más allá de sus funciones.
Algo que en psicoanálisis se nombra como la perversión de la Ley; el renegar de la Ley. La Ley de morir, cosa que a nivel inconsciente el sujeto no estima en absoluto. Hay una certeza de inmortalidad que se ve reflejada en esa reproducción anómala de las células.
El cáncer sería una manifestación de como ella, la célula loca, presa de su egoísmo exacerbado, no se subordina a ningún orden.
Ante la inactividad del sujeto, ante los episodios de melancolía o depresión, que no es otra cosa más que el bajar las defensas, las células corresponden con un excedente de movilidad y de vitalidad.
El problema es que ella, la célula con ese comportamiento alocado, destruye su casa, lo corrompe como dice la raíz etimológica de la palabra cáncer –Karkinos, corroer, corromper-.
En suma, hablamos y sostenemos que existe una relación inseparable entre psique y soma, de lo cual se advierte que el cáncer como cualquier otra alteración del cuerpo, tiene su origen en lo psíquico.
La enfermedad surge cuando hay una decadencia en el deseo de vivir del sujeto, el cáncer indicaría una manera de responder al sujeto decadente en esa movilidad corruptiva.
Freud en su artículo titulado Psicoterapia –tratamiento por el espíritu- (1905) propone: el sujeto biológico muere cuando el sujeto psíquico deja de desear.
La depresión y con ello, la enfermedad, es una expresión del sujeto que ha dejado de desear, y eso es algo que en efecto, sí puede ser escuchado y atendido a tiempo, en esa premisa de salud pública que pretende prevenir.
Prevenir desde la infancia con los niños tristes y solitarios, prevenir desde la rebeldía y confrontación de los adolescentes; escuchar al sujeto que viene anunciando desde tiempo atrás su poco amor a la vida, es de eso de lo que se trata.