Esta vez visité el mismo teatro de mi último escrito, el Teatro Experimental de Jalisco, e involucraban de igual manera a países que participaron en la Segunda Guerra Mundial como lo fue Polonia y Rusia (en ese entonces la Unión Soviética) pero fue diferente… no tanto a nuestra realidad pero sí de la obra previa.
Esta fantasía planteada, acerca de un anatomista polaco que vive en el sótano resguardado con su madre con carácter agresivo en plena Segunda Guerra Mundial, donde no pueden salir sin ser fusilados, que encuentran la oportunidad de huir al revivir un cadáver de un soldado alemán, es una buena paradoja de nuestra realidad, de la guerra y violencia que se vive en México y en otros países del mundo, en éste entonces.
Esta obra fue escrita por el dramaturgo Martín Giner, ganador como ‘Mejor Dramaturgo’ por la obra ‘Oniria’ en los Premios Latea, premio argentino por la Casa de Cultura de Salta, Argentina. Se destaca por el género de la comedia, mismo género perteneciente a ‘Disección’. Asimismo, realizada por Make Project de Guadalajara.
A los espectadores nos dejaron entrar a partir de la segunda llamada. Al entrar, un humo invadía las sillas. El tecladista Emm Ceballos ya estaba en su puesto, sentado en la esquina, listo para deleitarnos de música original, y había un escalofriante cuerpo tapado, parecido a una momia, en el escenario.
Al inicio, se presenciaba un ambiente de miedo, ante la expectativa de que los hechos tuvieran que ver con un monstruo, por el humo y poca iluminación. Al pasar los minutos y la obra formaba color de risas de los espectadores, la gente se volvió más receptiva y las carcajadas abundaban en el teatro. Y cómo no, si el trío de personajes: el Cadáver (Alberto Magaña), el Anatomista (Armando Amezcua), y la Madre (Lucía Cortés), hacían una narración desde su perspectiva al escribir un diario personal.
Hubo una escena en especial donde las carcajadas florecían como los pensamientos (las flores) en plena primavera, escena en la que la Madre, con la ayuda de su hijo el Anatomista, hacían un performance con unos títeres, representando lo que alguna vez pasó un día cuando podían salir a las calles, restringidos ahora por la guerra y la violencia. Simulaban con los títeres una conversación de la Madre con una amiga suya, recurso que usaban para sobrellevar la guerra. Buena paradoja de nuestra realidad, de la guerra y violencia que se vive en México, mientras no salimos de nuestras casas y nos divertimos viendo títeres, como la televisión.
Además, la relación entre la madre con un carácter agresivo y un hijo con espíritu científico y metódico, pacífico, como lo es el del Anatomista, es un vínculo que hace de la narrativa interesante, chistosa y logra conectar con los personajes que se sientan identificados. En medio de, se encuentra la actuación de Alberto Magaña con el personaje del Cadáver, que al ya no tener más órganos, ni cerebro, posee una actitud infantil ante las situaciones, se sorprende de todo y es muy curioso, asimismo le ayuda a la Madre a sacar toda su furia al acuchillarlo y no poder herirlo.
Otro recurso muy interesante es la utilización de unos muñecos que representan cada personaje, y nos muestran una perspectiva animada de algo que físicamente no sería posible, con un motivo más emocional de ver lo que al personaje le está ocurriendo.
Disección / A. André Sanfar
Esta historia, en parte, nos habla de la relación de madre e hijo, el rencor, el apoyo, las disputas, que puede existir entre ellos y la guerra y muerte que sufrieron las personas en la Segunda Guerra Mundial tras intentar huir de tal miseria. Además, nos hace reflexionar sobre la lucha psicológica y el estado mental al estar en un ambiente social y personal de violencia.
