“Dios en la Las Crónicas de Narnia” por Carmen Victoria Livas Salinas

Introducción

Crítico, novelista y catedrático de Literatura Medieval y Renacentista, Clive Staples Lewis (1898-1963) era un prodigio en su campo de trabajo al hacerse acreedor de Premio Gollancz Memorial de literatura en reconocimiento a su estudio de la tradición medieval en La alegoría del amor en 1937. Su vida siempre giró alrededor de la Historia, la fantasía, la mitología (sobre todo la nórdica) y, después de convertirse al cristianismo, la religión. Esta temática se incluiría en sus obras, por ejemplo, su trilogía Más allá del planeta silencioso y Esa fuerza maligna, entre otros.

Definitivamente el destino de Lewis cambiaría cuando repentinamente una imagen llegó a su mente: un fauno llevando un paraguas en la mano. Como explicaba Lewis posteriormente de haber escrito la serie: «Veo escenas y paisajes… No tengo idea si éste es el modo habitual de escribir cuentos, y mucho menos si es el mejor. Es el único que conozco: lo primero que aparece son las imágenes».

Además, Douglas Gresham, hijastro de Lewis, afirmó que durante la Segunda Guerra Mundial el profesor ofreció su casa de campo como refugio para algunos de los niños que tomaron el tren para alejarse de los intensos bombardeos. Estas circunstancias darían pie al proceso de escritura de la colección de libros que le valdría la Carnegie Medal en 1957.

Muchos de los que hemos sido deleitados con la saga de libros Las crónicas de Narnia o por lo menos hemos visto las películas, conocemos las bases de la historia: Se narran principalmente las aventuras de los hermanos Peter, Susan, Edmund y Lucy Pevensie cuando inesperadamente llegan a la Tierra de Narnia a través del armario del misterioso profesor Kirke. Destaco la presencia de los hermanos en la historia porque junto con el león parlante Aslan, protagonizan o son mencionados en seis de los siete libros.

Otros personajes, cuya importancia detallaremos posteriormente son Digory Kirke (como niño en El sobrino del mago; como un profesor ya anciano en El león, la bruja y el armario, y como Lord Digory en La última Batalla); Polly Plummer (como niña y amiga de Digory en El sobrino del mago y como Lady Polly en La última Batalla) el rey Caspian X (siendo niño en El príncipe Caspian, en su adultez y vejez en La travesía del Viajero del Alba y la Silla de Plata, y una pequeña aparición en La última Batalla) y los amigos Eustace Scrubb y Jill Pole (como niños en La silla de Plata y como Rey Eustace y Reina Jill en La última Batalla).

La historia tiene mucho más trasfondo que las aventuras infantiles en el país fantástico llamado Narnia. Aunque su género es narrativa fantástica, notamos que está fuertemente inspirada en La Biblia. Es importante enfatizar que después de la conversión, Lewis se centró en la existencia de Dios y la salvación de los hombres. Los personajes principales y muchos de los sucesos son similares a los de “la historia más grande jamás contada”.

El siguiente ensayo no es de origen persuasivo o moral y no se centra en ninguna religión en particular, es meramente comparativo entre la similitud de la obra de Lewis y Las Escrituras.

Aslan /Dios y Cristo

Aslan como auténtico protagonista de la saga, es el creador de Narnia e hijo del Emperador Allende de los mares, es decir, Dios y Cristo a la vez. Su personificación se hace evidente en su introducción a la historia como “Señor de las bestias” , y siendo el dador de vida a un mundo en medio de la nada y llenarlo de seres vivos y no vivos en El sobrino del mago; su muerte y resurrección a manos de Jadis para salvar la vida de Edmund Pevensie, el hermano traidor en El león, la bruja y el armario y, en La travesía del Viajero del Alba, no puedo dejar de mencionar uno de los diálogos más hermosos de la saga sostenidos por Aslan, Edmund y Lucy Pevensie, momentos antes de enviarlos por última vez a su mundo:

“—No se trata de Narnia, eso tú lo sabes —sollozó Lucy—. Se trata de ti. Allá no te veremos. Y ¿cómo podremos vivir sin verte más?

—Pero si me van a ver, mi amor —dijo Aslan.

—¿Estás…, estás allá también, Señor? —preguntó Edmund.

—Sí —repuso Aslan—, pero allá tengo otro nombre. Ustedes deben aprender a conocerme por ese nombre. Esa fue la verdadera razón para que ustedes vinieran a Narnia: para que conociéndome un poco aquí, pudieran conocerme mejor allá”.

La creación del mundo

El primer libro de la heptalogía (aunque el 6° en publicarse) fue El Sobrino del mago. Las referencias a la Biblia comienzan con la creación de Narnia. La creación del país ficticio por Aslan, tenía como propósito ser un regalo para todas las criaturas vivientes (algunas mudas, otras parlantes) y tratarse con cariño y amor los unos a los otros.

1 Génesis lo referencia así: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. Y en Juan 13:34: «Un mandamiento nuevo les doy: ‘que se amen los unos a los otros;’ que como Yo los he amado, así también se amen los unos a los otros”.

Sed como niños

Aunque varían en cada novela, los protagonistas siempre son niños. Llegaba un punto de la historia en que los niños que compartían protagonismo con Aslan, dejaban de visitar Narnia porque comenzaban a volverse mayores y necesitaban aprender de su propio mundo. En muchas de las novelas del género Fantasía, se habla de poseer un corazón puro e inocente para permanecer en un mundo que, más que evitar la maldad, busca erradicarla por completo. Ser como niño es la llave para mirar la vida con más simpleza y felicidad. Así es mencionado en la Biblia en 1 Corintios 14:20:

“Hermanos, no seáis niños en la manera de pensar; más bien, sed niños en la malicia, pero en la manera de pensar sed maduros”.

Jadis y las tentaciones  

En el capítulo 13 “Un encuentro inesperado” en El sobrino del mago la Bruja Blanca o también llamada Jadis, habla a Digory así: “¡Eres un estúpido! ¿Sabes qué es esa fruta? Te lo diré. Es la manzana de la juventud, la manzana de la vida. Lo sé porque la he probado; y noto ya esos cambios en mí misma que sé que jamás envejeceré ni moriré. Cómetela, muchacho, cómetela; y tú y yo viviremos para siempre y seremos el rey y la reina de todo este mundo…”.

La cita claramente se refiere a la rebeldía y sublevación. La bruja Jadis funge como el “león rugiente” que busca corromper a la humanidad e influenciarla. Igualmente son tentados Adán y Eva por la serpiente que los incita a comer del árbol prohibido en Génesis. En este caso la tentación radica en el conocimiento absoluto, llegar a la perfección absoluta.

Por naturaleza el hombre es ególatra y perfeccionista sintiéndose impotente al no poseer atributos divinos y se ha imaginado un mundo en que es un dios. José Constante Bolaños señala en su ensayo sobre La rebeldía humana en Albert Camus que “Dominador de la Naturaleza, se siente señor del Universo, penetrado de una conciencia de superioridad, de seguridad en sí mismo, que le invita a rechazar cualquier idea de supeditación”.

Resurrección después de la muerte

“La gente estaba allí mirando; y hasta las autoridades se burlaban de él” (Lc 23, 35). La cita bíblica se refiere a las burlas de Cristo antes de ser crucificado por su condición de “Elegido” como salvador de la humanidad y se le desafío de forma burlesca a demostrarlo. La filosofía por excelencia del ser humano consiste en “ver para creer” y ningún personaje famoso iba a ser la excepción. Lo comprobable a través de la ciencia, hipótesis y teorías para la comprensión basándonos en la observación, es el camino irrefutable hacia la verdad.

En el capítulo 14 “El triunfo de la bruja” en El león, la bruja y el armario, Jadis y su bando rodearon a Aslan y se dedicaron a humillarlo mientras lo preparaban para sacrificarlo. Dicho acto de amor es una clara alegoría de la pasión del Hijo de Dios de manera que vemos al León representándolo.

En ambos casos, el condenado resucitó de la muerte demostrando el poder del bien sobre el mal aunque es innegable que la unión de opuestos son siempre son necesarios para el equilibrio: agua y tierra; protagonista y antagonista; introversión y extroversión; enérgico y apacible, etc.

Sucesos que marcan el fin del mundo

Desde la creación de Narnia, Aslan sentenció en el capítulo 15 “El final de esta historia y el inicio de todas las demás” en El sobrino del mago: “Y pronto, muy pronto, antes de que seáis ancianos, grandes naciones de vuestro mundo estarán gobernadas por tiranos a quienes importará muy poco la felicidad, la justicia y la compasión como a la emperatriz Jadis”.

Esta predicción se ha visto reflejada desde luego en los tiempos de Lewis bajo el régimen nazi de Hitler (mediados de los años 30- 1945) que consistió en persecuciones racistas de judíos que fue extendiéndose desde Rusia a toda Europa y cuyo castigo serían trabajos forzosos en condiciones inhumanas hasta la muerte los campos de concentración.

Posteriormente, ocurrieron la Guerra Fría (1947-1991) y conflictos entre países orientales como Israel y Palestina (1947-1949). Actualmente en pleno siglo XXI, es muy obvio el acreciente odio y racismo que se ha vuelto más marcado y ha desencadenado algunas guerras entre varios países desde la toma de presidencia en E.U.A en Enero de 2017.

¿Quiénes son los 144 000?

En el libro de la Biblia “Apocalipsis” hay una cifra de suma importancia: 144 000. Interpretada de distintas maneras podemos desglosar las palabras clave de los personajes que intervienen para entender el significado de la cita:

«Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente.» (Ap 14:1).

El Cordero se refiere a Cristo. Tal y como se nos revela en el siguiente versículo:

Al pasar Jesús, Juan lo miró y declaró: «¡Miren! ¡Ahí está el Cordero de Dios!». (Juan 1:36).

El Padre es Dios:

¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos! El mundo no nos conoce, precisamente porque no lo conoció a él. (1 Juan 3:1).

144 000 son hombres y mujeres de Cristo, las elegidas para cumplir con una labor durante el período de la Tribulación que consiste en el Juicio Final y para gobernar junto a él.

Los humanos que han vivido o visitado Narnia en algún punto de la historia se convirtieron en reyes y reinas a excepción del Rey Caspian X y su descendencia. Los “hijos de Adán” y las “hijas de Eva” llamándose así a todos los niños protagonistas por el solo hecho de pertenecer a la raza humana, que son sacados de nuestro mundo cuando en Narnia reinaba el desorden y los contratiempos como guerras e invasiones, y son escogidos para gobernar junto a Aslan.

La religión señala que Dios considera a los humanos como seres a imagen y semejanza suya y, por lo tanto, se le da un lugar especial por encima de otras criaturas. Sin embargo, los que demuestran ser verdaderos seguidores, demuestran fe, lealtad y sobre todo, mantenerse firmes en la adversidad. Digory Kirke, Polly Plummer, los hermanos Pevensie (tres de ellos) y los amigos Eustace Scrubb y Jill Pole son llamados “Los siete amigos de Narnia” el lazo que los une fue que, cada uno de ellos fue hilo conductor de la novela, además de la representación que dejan en la historia de la humanidad basada en la Biblia desde sus inicios hasta el fin del mundo. Digory y Polly en el Génesis de Narnia acompañándonos de los primeros reyes Frank y Helen quienes fungieron como “Adán” y “Eva” y, presencian cómo el mal empieza a germinar en el mundo.

Los hermanos Pevensie representaron a los “apóstoles” de Cristo / Aslan. Peter Pevensie, el hermano primogénito, toma el lugar del apóstol Pedro, como Sumo Monarca del país y sobre los otros reyes de Narnia, incluso tiene las “llaves” de la puerta que separa el mundo mortal e inmortal (el mundo que termina con la muerte y el mundo de la vida eterna, respectivamente); Edmund Pevensie el hermano traidor quien no duda en  aliarse a la Bruja Blanca (el demonio) a cambio de un poco de poder. La situación es parecida a la del apóstol Judas Iscariote, quien vende a su maestro a cambio de 30 monedas de plata. Sin embargo, ambos se arrepienten:

“Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que {Jesús} había sido condenado, sintió remordimiento y devolvió las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos.” (Mateo 27:3).

Eustace y Jill junto a Tirian, último rey de Narnia, son los primeros de los “Siete amigos de Narnia” que aparecen en La Última Batalla. En pleno apocalipsis, su misión es liberar el país de las mentiras y tiranos usurpadores (el mono Triquiñuela decide cambiar las cosas en Narnia y suplanta a Aslan con un asno disfrazado de león llamado Puzzle). Y, finalmente, presencian el fin del mundo y de todo ser viviente y el Juicio final donde se termina de confirmar a Aslan no solamente como un animal parlante más cuando a los protagonistas les confirma están muertos:

“Vuestros padres y todos vosotros estáis, como acostumbráis a llamarlo en el País de las Sombras, muertos. El trimestre ha finalizado: empiezan las vacaciones. El sueño ha terminado: ha llegado la mañana.

Mientras hablaba, ya no les pareció un león”.