“Oídlo, barbiespesos o barbones:
el respeto exigimos sin desvío,
somos ya más en número y razones
y el voto marcará nuestro albedrío”.
Griselda Álvarez
Machismo. Tema tan mencionado, tan referido, tan criticado, tan necesario que se erradique de nuestro pensamiento social, pero tan complicado que suceda: es el centro de nuestro diálogo esta ocasión.
Hace un par de noches (19 de junio), las redes sociales nos alertaban sobre un acto de violencia de género en contra de la escritora coahuilense Esther García. Mediante un video transmitido en vivo por su cuenta de Facebook, mostraba su rostro sangrado y acusaba a su ex pareja como responsable de la agresión en su contra; la transmisión del mismo, parecía haber sido interrumpido por el autor de los golpes, o su cercanía con la víctima.
Luego de ello, la escritora estuvo desaparecida, por lo que se veía la movilización en su búsqueda. Horas más tarde fue dado a conocer que se encontraba ya resguardada con familiares y había una denuncia en contra de Pedro Alberto Silva Campos, a quien según parece, no se le ha localizado.
Con el hashtag #NoEstásSolaEsther se mostraba el apoyo de diversas instituciones, mujeres y hombres que lamentaban la violencia y exigían justicia. Por ello, Tú y yo nos pronunciamos en contra de la violencia a la mujer. No queremos más maltratos físicos ni psicológicos, no queremos más niñas violadas y localizadas en una combi, no queremos más tocamientos en el transporte público, pero sobre todo no queremos comentarios que denosten nuestras denuncias.
¿Hasta qué punto las prácticas comunes en el arquetipo del mexicano fomentan el machismo? Diría yo que totalmente. Según el estándar social, el hombre debe convertir a la mujer en objeto, cosificarla y luego adorarla, incluso en contra de su voluntad: muestra de ello son los piropos en la calle.
Según Tú, es muy sencillo poder evidenciar las perversiones humanas desde la distancia, pero en el interior del problema, pocas veces se pueden descubrir. Tiene razón, entera razón, y es por ello que el machismo se encuentra tan interno en nuestro inconsciente colectivo.
¿Pero qué haces Tú cada que ves a una jovencita que sufre acoso verbal? Hay mujeres que han pasado la mayor parte de su vida siendo atacadas con este tipo de expresiones, son ya tan cotidianas que todos los días escuchamos o somos víctimas de chiflidos, sonidos que buscan llamar nuestra atención, la resonancia de besos en el aire, los “chiquita, mi amor, preciosa”, autos que se detienen y avanzan lentamente al lado, autos que vuelven a dar vuelta en la calle para atacar la tranquilidad… entre tantas otras prácticas que, en ocasiones no pasan de lo verbal, pero que tienen gran repercusión en la integridad de la mujer.
No: no nos sentimos halagadas de recibir los piropos de desconocidos. No: al contrario, nos sentimos agredidas. No: no nos lo buscamos por no darnos a respetar. No: no es nuestro deber el comportarnos de determinada manera para que el hombre no se vea favorecido con faltarnos al respeto. No: no es por nuestra vestimenta, ni por nuestra forma de caminar. No: no es por caminar a solas. No somos culpables de la violencia en nuestra contra, es algo que se debe entender.
Los piropos son sólo el inicio del problema, la primera muestra del ataque. Si permitimos que estas prácticas que parecieran tan insignificantes sigan su curso, la perversión humana seguirá cobrando la vida de muchas mujeres.
Tomemos en cuenta que, si tenemos adolescentes que creen en la firme convicción de que el feminismo es una forma de agresión al hombre, entonces algo estamos haciendo mal.
Y el discurso se puede alargar, no sólo en las calles o en personas con bajo nivel educativo encontramos atisbos de violencia. Cuántas veces no escuchamos frases que se refieren a la mujer como un ser “complicado”, “imposible”. Esto también puede ser considerado un pensamiento machista, sin embargo, nos parece una gran gracia compartir imágenes en donde se muestra a una mujer indescifrable, a quien se le debe leer la mente… entre otro tipo de díceres populares.
Todos, de alguna manera, contribuimos a la violencia de género, la pregunta es: ¿qué cambiarás Tú para dejar de fomentar el machismo?
Nota: la fotografía sólo ilustra lo encontrado en redes sociales.