Diálogos con Tú. Parte I.

¿La ola no tiene forma?

En un instante se esculpe

y en otro se desmorona

en la que emerge, redonda.

Su movimiento es su forma.

Paz, Octavio

 

 

Los diálogos con Tú se han vuelto más profundos, hemos dejado un poco de lado las diferencias y nos enfocamos en crear una misma intención teórica. Propongo:

El día que un inventor revolucione la manera de hacer zapatos, sabremos que el mundo ha comenzado a cambiar. Y no hablo de la creación de tenis de plástico reciclado, ni sandalias que al desecharlas se conviertan en una planta, no. Hablo de un zapato común y corriente, como esos que hoy llevas puestos Tú.

Seguramente Tú no te habrás percatado del gran fraude de normalización social al que has sido sometido. ¿Que cómo sucede tal hazaña? Verás…

La búsqueda de la belleza nos ha llevado a crear el ideal de la similitud. Entre mayor estandarización, mayor perfección. Y, aunque salga algún creyente a decir que es mentira, que en la actualidad la industria de la belleza presta mayor atención por esos cuerpos “diferentes”, a continuación me dispongo a explicarle por qué todo ello no es más que una farsa que apunta hacia el mismo destino imposible: la simetría.

Es bien sabido que todas las personas tenemos, por naturaleza, la informidad en las partes de nuestro cuerpo: un brazo más desarrollado que el otro, un seno pequeño, uno de los ojos más apagado y menos grande, más vello en una de las dos piernas y para rematar, una de las cuales es más larga que la otra.

Asimismo sucede con tus pies, uno de ellos es más rechoncho, o más largo o con más juanetes que han dado paso a la creación de un tercer dedo. Y, sin embargo, nos obligan a calzarnos con la misma numeración en ambos pies.

Ay de aquél que se atreviese a vandalizar las cajas de zapatos y llevarse –en un ideal revolucionario– diferente numeración para cada pie, porque la policía de las buenas costumbres lo atacaría con una persecución constante de “por culpa suya se ha mermado un par de zapatos”, “ni a la caridad hemos podido donar su fechoría”.

Por eso es que andamos por el mundo con el mal humor a cuestas, porque el zapato izquierdo ha hecho de las suyas en el talón y ahora la piel se inflama con una masa acuosa en su interior.

¿Cuándo será el momento en que el zapato derecho se adapte en comodidad a nuestras necesidades?

Por eso insisto, cuando alguno de esos grandes diseñadores decida crear líneas de producción que vayan por encima de la norma, que busquen adaptar el producto a las necesidades del cuerpo humano, y no al contrario, ese día la sociedad va a evolucionar. No seremos más sujetos en búsqueda de la identidad, llevaremos en nuestros pies la fortuna de ser únicos, no habrá revoluciones que no podamos vencer. ¿Idealista? Quizá, pero a duras batallas, extremas soluciones.

¿Que si lo mismo ocurre con el amor? El día que encuentres ese par de zapatos que, sin necesidad de forzar tu pie, ni de poner banditas en él, calce a la perfección. Cuando sientas que encontraste el soporte perfecto y al mismo tiempo caminaras entre nubes, ese día sabrás que Tú nunca antes habías amado.

 

Entonces, ¿crees que has sido víctima?, ¿o has sido impulsor parte de esa producción en masa a la que perteneces?