De los restos obtenidos tras el debate con Tú

 

Pero muy en el fondo comprendes que la intuición es

una especie de coraza, de ponerse detrás del muro para llorar.

Samperio, “Bodegón”

Me estoy cansando de Tú, siempre tan predecible, tan sumido en su propio lodo, tan desgraciado y tan atado a su país, M.

Ayer tuvimos nuestro más reciente debate, de esos que interfieren con los límites del espacio personal y terminan en más de un moretón. Se ha molestado porque le acusé de ser un seguidor de modas.

Pero a final de cuentas, ¿qué somos sino ello?

Todo empezó cuando, apresurado, se despedía de mí para ver los resultados de los Premios Oscar. “Pero tú ni vas al cine”, recuerdo haber mencionado, y con justa razón. Entonces se volvió a mí con más furia que aquella ocasión en que me burlé de su falso feminismo por marcar la casilla a favor de todas las mujeres electas para los distintos puestos del gobierno.

“Acaso crees que por el simple hecho de ser mujer ya van a apoyar a esos sectores desvalidos de la sociedad, ¿crees que se manifiestan feministas? Si la mayoría de ellas no tienen ni idea de lo que ha sido el movimiento y sus preocupaciones actuales”…

Palabras más, palabras menos, esa ocasión originé en él un sarpullido que le cubría el cuerpo entero; pero sé que dudó de sí, sé que estuvo pensando en ello cada vez que los brotes en la piel le pedían a gritos su atención. Eso me confirmó la influencia que puedo llegar a tener sobre él.

En fin, decía yo que Tú, eufórico, envilecido por la acusación en su contra, trató de contrarrestar mi opinión con la descripción de no sé qué actor que dijo no sé qué cosa en contra del muro de Trump, pero yo qué iba a entender –interpeló– si no vivo en M. y a lo único que asisto al país es para satirizarlo. Luego aprovechó el impulso para hablar de mi realidad, que debería ser una maravilla andar creando personajes ajados para instaurar con ellos una analogía social, sin darme cuenta que sus sentimientos se vuelven humanos, que por más que intentan no les permito huir de esa situación, que es mi culpa toda su desgracia.

Tú creía haber encontrado el hilo negro, y aunque no fuera así, quería creerlo, culparme a mí de todo y poder, para después de la rabieta, sentarse a disfrutar de la diversión a propósito de La la land y la poco mencionada Rogue One. Pero no se lo permití.

Aproveché esa furia y lancé una pregunta al aire, que sabía le afectaría para el resto de la semana: ¿y qué opinas de que Calderón haya donado parte de su pensión para con ello, contribuir a mejorar la imagen de su esposa, una posible candidata para el año entrante? ¿Es el nivel de empoderamiento femenino que buscabas? Platiquemos…

Desde entonces, no he vuelto a saber de Tú, seguramente está buscando los argumentos necesarios para demostrarme que más allá del poder, están las buenas intenciones y no debo criticar acciones, sino agradecerlas. Por eso ya tengo un contraargumento: ¿por qué será entonces que el ex presidente no lo había hecho antes? Sé que eso lo destruirá.

Lo que Tú no sabe, es que quizá yo no esté tan distante de su realidad, quizá estoy más en M. que él mismo. Pero eso no lo sabrá, no hoy.