La semana pasada hablamos acerca de la reducción al presupuesto en educación y cultura. Hicimos un análisis sobre el discurso que anuncia dicha medida y la posible significación al respecto. Ya para el final de nuestra reflexión escribíamos un concepto clave que en esta ocasión quisiéramos ahondar, se trata del término Cúpula de hierro, que usa Adela Cortina en su texto ¿Para qué sirve realmente…?la ética (2013).
La idea fue retomada hace unos días, cuando escuchamos en la radio a un diputado del PAN que se quejaba por la falta de presupuesto en Michoacán, precisamente en el área de seguridad.
Aseguraba el diputado, que si se reducían los recursos, no habría manera de hacerle frente a la escalada de violencia que se sigue viviendo en la entidad, como en muchos otros estados de nuestro país.
Lo que el diputado no decía por supuesto, es que gran parte de lo que se ha invertido a lo largo de los años en seguridad, resulta como proponíamos la semana pasada, contraindicada o contraproducente.
Policías mejor armadas, mayor infraestructura, incluso una sustancial mejora en sueldos a los cuerpos castrenses, no han producido un cambio sustancial en Michoacán, como tampoco en varios estados de México.
De ahí que pensemos entonces que, la forma de atacar el problema de la violencia no radica en depositar todos los recursos en lo que se refiere a seguridad, se diría que entonces, no se está apuntando en la dirección correcta.
Incluso desde el psicoanálisis podemos decir, en tono crítico a la medicina, que cuando se trabaja sólo con la manifestación sintomática, sin escuchar a fondo, se termina ofreciendo medicamentos para mitigar el dolor.
Algo así como, ante una fuerte infección de estómago, que produce dolor entre otros efectos, se receta únicamente alguna pastilla para que el dolor desaparezca. Y por un tiempo sucede, puede disminuir, incluso desaparecer, pero al cabo de unos días, la dolencia se hace presente porque la infección no se ha eliminado.
Eso es lo que muchas veces sucede con los síntomas corporales, y claro que también ocurre en lo social. Es eso lo que estamos viviendo actualmente.
Todos los esfuerzos y recursos en materia de seguridad, han consistido en apuntar a donde no se ubica el problema. Y es algo que han dicho muchos personajes; desde artistas hasta intelectuales, incluso algunos políticos conscientes y demás personas, que han sabido ver la equivocada estrategia en contra de la inseguridad y la violencia.
Pero regresemos al concepto de cúpula de hierro. Éste representa una cotidianidad enmarcada en el miedo, donde se construyen estructuras de poder para frenar la inseguridad, y lo que vemos, escuchamos en las calles y leemos en los periódicos es lo contrario. Incluso hay personas que experimentan miedo cuando ven cerca a los cuerpos de seguridad, contradiciendo totalmente el concepto.
No queda más que preguntarse entonces, ¿qué está pasando en la sociedad si tanto se gasta en el rubro de la seguridad?
Creemos que ante una mayor visibilidad del poderío en seguridad, mayor es el miedo en la población.
Cuando se alzan por ejemplo, edificios impresionantes a manera de monumentos que simbolizan tanto de lo que es capaz el ser humano, como del poder que sustentan algunos para destruir al otro, la persona se enfrenta con una tremenda realidad; la de saber su posición frente al Otro imponente; de ahí el miedo.
Y en otro sentido sabemos, que quien paga por esas estructuras de miedo, es el propio sujeto; es decir, el que tiene miedo. Estamos ante un conflicto increíble. El sujeto paga por lo que teme, se le obliga a ello. ¿Quieres seguridad? Paga. A pesar de que los resultados no aparezcan.
Asegura Adela Cortina: si no tomamos nota de lo cara que sale la falta de ética, en dinero y en dolor…el coste seguirá siendo imparable (p. 17). Se trata pues de una falta de ética, la cual no ha de encontrarse ni en las cúpulas de hierro, mucho menos en los ambientes de miedo.
Aún peor, y es algo que queremos resaltar; quienes pagan las cúpulas de hierro son en primer lugar los ancianos, pues de donde se obtendrán principalmente los recursos para la construcción de éstas, es de las pensiones. Es algo que saben bien los economistas, y por supuesto que ha pasado en nuestro país.
Ahora se tiene un grave problema en ese tema. Se ha dicho que no habrá manera de pagar las pensiones en los próximos años, porque éstas han ido a parar a rubros como el de seguridad.
La lógica es simple en este caso, aunque no tanto para cambiar el camino que venimos construyendo. Tenemos violencia y la atendemos con estructuras de miedo.
Lo indicado estaría en otro lado, en donde podamos encontrar un desarrollo ético para el sujeto, y ese lugar es el que menos se quiere ver, por donde resulta trabajoso para algunos: educación y cultura. De nuevo la propuesta la ubicamos en donde existen reducciones de esfuerzo y recursos.
Como puntuara Foucault (La hermenéutica del sujeto, 1981/2002), pensamos que a manera de respuesta al problema de la violencia y la inseguridad: sí una actividad humana apunta al revelamiento del sujeto frente a su verdad, lo cual podemos considerar ampliamente en el desarrollo educativo y cultural y por tanto, ético, estaremos haciendo frente a la violencia, y por supuesto, que ahorraremos recursos y sufrimiento.